martes, 30 de junio de 2015

SALTEADO DE PASTA CON CALABACÍN Y SALCHICHAS



Comer pasta una vez en semana era y es un ritual que se hacía en mi casa cuando yo era pequeña y que recuerdo como una de esas costumbres familiares entrañables. Por supuesto, yo no he dejado ni dejaré nunca de practicar ese ritual y, a día de hoy, viviendo ya con mi señor novio, sigo recurriendo a la pasta como mínimo una vez en semana, aunque a veces caen dos a demanda popular o por falta de tiempo, pues desde que trabajo la pasta es uno de mis mejores aliados a la hora de prepararme el tupper.
Por supuesto, en casa nos encanta la pasta, y motivos no nos faltan: es un alimento muy energético y fácilmente digerible (en mi caso, opto por la integral, doble beneficio), saciante, económico, muy versátil, permite obtener platos muy completos al combinarse con proteína y verdura, se puede comer tanto fría como caliente, la variedad existente en el mercado es enorme y, qué diantres, está buenísima.
Para los que nos gusta ir variando y probando distintas combinaciones de ingredientes, la pasta nos es de gran ayuda, pues pocas cosas hay que no le combinen bien.
Igual que me sucedió cuando "inventé" la pasta con champiñones y jamón serrano, no tenía pensado publicar esta receta y, de hecho, no creía que fuera a resultar un plato tan rico hasta que lo probé. Suelo tener muy poca fe en mis experimentos culinarios, pero al menos las fotos las hago, por si suena la campana y esas cosas...
Pese a ser uno de esos clásicos salteados de pasta con verduras y algo más, la verdad es que el resultado es más que satisfactorio si tenemos en cuenta lo fácil y rápido que resulta prepararlo. Mientras se cuece la pasta se saltean los vegetales y las salchichas y en menos de 20 minutos tenemos solucionada la comida. Además, es un plato muy rico tanto frío como caliente y es fácilmente "tuneable", por lo que partiendo de la base se puede adaptar a cualquier nevera y/o despensa.
Muy recomendable, sin duda.




Ingredientes (para dos personas):
180 gramos de pasta (espaguetis, macarrones, espirales..)
1 calabacín grande
Media cebolla
1 diente de ajo 
2 cucharadas soperas de aceite de oliva suave
1 cucharada sopera de tomate triturado
Sazonador para pasta (yo usé el de marca Carmencita)
Sal, al gusto
Perejil picado, al gusto

- Para empezar, cocemos la pasta según las instrucciones del fabricante y reservamos.
- Seguidamente, pelamos y troceamos el calabacín, la cebolla y el ajo.
 - Ponemos una sartén a fuego medio con el aceite y cuando esté caliente añadimos el ajo, la cebolla y el calabacín, y salteamos hasta que empiecen a coger color, dándole unas vueltas.
- Cuando el calabacín haya soltado casi toda su agua, añadimos el tomate y el sazonador para pasta, y cocinamos un par de minutos más.
- Pasado este tiempo, retiramos del fuego y añadimos la pasta, mezclamos con el salteado y rectificamos de sal si fuese necesario.
- Servimos inmediatamente espolvoreado con perejil picado.




Notas:
- Como podréis observar, yo no prescindo de la piel del calabacín puesto que en casa nos gusta y supone un pequeño aporte extra de fibra. Basta con quitársela si no os hace gracia.
- Cuidado con la sal, pues los sazonadores para pasta suelen llevar bastante. Probadlo antes de añadirle más.
- Para disfrutar de este plato de pasta totalmente "al dente", es importante servirlo al momento y cocer la pasta correctamente.

Espero que os haya gustado.
¡Muy feliz y calurosa semana!

sábado, 27 de junio de 2015

PATATAS AL WOK



Una de las primeras cosas que hice cuando volé del nido y me encontré ante el gran reto de equipar una cocina prácticamente desde cero, fue comprarme un wok. Eso si, armándome de paciencia, esperé a las rebajas y acabé topándome con una oferta tan buena que, sumado a que llevaba ya muuuuuucho tiempo deseando tener uno, me acabó de convencer del todo. Y es que, teniendo en cuenta que un wok medianamente decente ronda los 20-30 euros, por 5 euros hubiera sido un pecado dejarlo escapar... (PD: ¡Vivan las rebajas!). Lo encontré Casa Shops y fue una de las mejores compras que he hecho en años.
Me encantan los woks, entre otras cosas, porque reúnen las cualidades de las sartenes y las cacerolas en un mismo utensilio y permiten cocinar de forma sencilla, rápida y saludable, ya que necesitan muy poca grasa, las cocciones son mucho más rápidas y los ingredientes, sobretodo los vegetales, siempre quedan al dente (siempre que se use de manera adecuada, claro está). Los woks son típicos de la cocina oriental, pero actualmente están muy de moda en Occidente, y motivos no le faltan. No hay más que ver la cantidad de restaurantes que adoptan este término para atraer clientela con ganas de probar cosas nuevas.
Las primeras veces que usé el wok preparé platos tan típicos que en su mayoría incluían algún tipo de pasta u arroz, verduras y algo de proteína en forma de carne o pescado. Pero poco a poco, y viendo que el resultado era bueno, fui experimentando con otros ingredientes que también me funcionaron muy bien.
La receta que hoy os presento surgió de la pereza, de la falta de tiempo y de ganas, de no saber qué comer al día siguiente, víspera de fin de semana, y de haberme propuesto acabar definitivamente con las sobras de esto y aquello que llevas viendo en la nevera toda la semana. Aunque la podría haber preparado perfectamente en una sartén, empleando el wok me ahorré muchísimo tiempo, usé muy poco aceite y las verduras y las patatas quedaron al dente, conservando todo su sabor.
Merece la pena degustarlo recién hecho, pero tanto frío como caliente, resultó un plato muy rico y ligero a la par que completo, con aires orientales y que admite multitud de ingredientes según los gustos de cada uno. Como casi siempre, una solución más que aceptable para el tupper del siguiente día.
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 personas):
400 gramos de patatas mona lisa
1 cebolla
1 pimiento verde
1 zanahoria pequeña
3 cucharadas soperas de maíz dulce
Tacos de jamón de pavo, al gusto
1 cucharada sopera de aceite de oliva
1 cucharada sopera de salsa de soja
Pimienta y hierbas provenzales, al gusto
Semillas de sésamo, al gusto
Sal, opcional

- Antes de empezar, cocemos las patatas hasta que estén al dente y las dejamos enfriar.
- Limpiamos y troceamos a dados las patatas, el pimiento, la cebolla y la zanahoria.
- Ponemos en wok al fuego a una potencia alta y añadimos el aceite, repartiéndolo bien por toda la superficie. Cuando esté caliente, añadimos la cebolla, la zanahoria y el pimiento. Salteamos unos 2-3 minutos.
- Pasado este tiempo, añadimos también el maíz, el jamón, las patatas y las semillas de sésamo, y hacemos lo mismo.
- Por último, especiamos el salteado y añadimos la salsa de soja, dándole unas vueltas. Retiramos y apagamos el fuego.
- Servimos nuestro salteado inmediatamente, tal cual o espolvoreado con perejil picado o más semillas de sésamo.




Notas:
- Para esta receta es importante el punto de cocción de las patatas, pues si están muy pasadas y se deshacen, el salteado adquirirá una textura pastosa.
- El cocinado en wok es muy rápido, por lo que es fundamental tener todos los ingredientes ya preparados, en trozos pequeños y del mismo tamaño para que los alimentos no se quemen por fuera antes de hacerse por dentro.
-  Al acabar, os recomiendo que limpiéis el wok, todavía en el fuego, con agua y un cepillo suave,  secándolo con un papel de cocina y untándolo con un poco de aceite. De este modo alargaréis su vida útil.

Espero que os guste mi invento, y gracias por seguir ahí :) ¡Feliz fin de semana!

jueves, 25 de junio de 2015

REFRESCO DE TÉ A LA NARANJA PARA MI TERCER #RETOALFABETODULCE



Desde el minuto cero en que se dio a conocer el ingrediente de este mes para el #RetoAlfabetoDulce (mi tercero ya, cómo pasa el tiempo...) tuve claro que haría con él. Este mes la elección corría a cargo de María José, de Sucreries Passions, una gran cocinera y, por supuesto, repostera, a quien quiero agradecer desde aquí haberse decantado por el Té, pues es un ingrediente que nunca falta en mi cocina, que me encanta y que segurísimo va a dar mucho, mucho pero que mucho juego. Aunque, pensándolo bien, ¿Qué no da juego en este reto? Siempre alucino con las cosas tan deliciosas y originales que se presentan, son todas maravillosas.
Teniendo en cuenta que el verano empezó hace 3 días (aunque las calores lleven ya un tiempo sin darnos tregua), y que eso nos hace tener pocas ganas de cocinar pero si muchas de comer cosas más frescas y ligeras, quiero aportar mi granito de arena con una propuesta de refresco 100% casero y natural, muy fresco, nutritivo, ligero y saciante, que entra a las mil maravillas cuando llegas a casa acalorad@ perdid@ después de trabajar, o hacer la compra, o sacar al perro.. En fin, un refresco ideal para cualquier momento del día.
Yo y el agua natural siempre hemos sido incompatibles, es superior a mi. Pero siendo  consciente de la importancia que tiene estar bien hidratado, y sobretodo en verano, he buscado mil y una formas de no dejar de tomarla: caldos, zumos, infusiones... Sé que puede sonar raro, pero la mayoría de mis comidas las acompaño con alguna infusión de manzanilla, hierbaluisa, menta, té, etc., y es una sana costumbre que me ha permitido adentrarme en el fascinante mundo de las infusiones y que, lo más importante, me sienta de maravilla.
La combinación de té y naranja la probé por casualidad, hará unos 4-5 años, cuando salí con mis entonces compañeras de clase a tomar algo y darnos un respiro antes de la selectividad (qué lejano se me hace ya eso...). El sitio que escogimos, también por casualidad, contaba con una carta de tés fríos muy atractiva: Té con limón, té con piña, té con arándanos.. un sinfín de variedades que, a nuestra sorpresa, venían todas acompañadas de trozos del ingrediente natural que les daba nombre, aroma y sabor. Todos estaban deliciosos y eran muy refrescantes, pero el de naranja me enamoró desde el primer sorbo, tanto que al llegar a casa anoté todo lo que me había dicho el camarero que llevaba y así poder disfrutarlo también "al calor del hogar".
Estoy bastante orgullosa del resultado, pues la verdad es que mi té se parece mucho al que tomé aquel día. Y, lo sé, es una receta extremadamente sencilla, incluso much@s ni lo consideraran receta, pero quería compartirla porque el resultado merece mucho la pena.




Ingredientes (para 4 copas como las de las fotografías, o 2 personas):
700 ml de agua
4-5 gramos de té verde chino "Bouraza"
Medio palo de canela
La piel de una naranja
Trozos de naranja, al gusto
Mermelada de naranja amarga, al gusto
Azúcar o miel para endulzar, al gusto
Un poco de hielo picado

Para hacer el té: una tetera con filtro

- Para preparar el té aromatizado, llenaremos de agua muy caliente (no hirviendo) la tetera que vayamos a emplear, y colocamos en el filtro de la misma el té, la piel de naranja y la canela. Tapamos y dejamos unos 10-12 minutos.
- Pasado este tiempo, escurrimos bien, retiramos el filtro, endulzamos y dejamos enfriar la infusión en la nevera como mínimo 3 horas.
- Para servir el té, colocamos en el fondo de las copas una cucharada de mermelada de naranja amarga y unos trozos de naranja cortados a dados pequeños, un poco de hielo picado, y echamos el té por encima hasta que llene la copa.
- Servimos nuestro té inmediatamente, decorado como más nos guste o tal cual, siempre acompañado de una cuchara o algún cubierto que nos ayude a comernos la fruta.




Notas:
- En esta ocasión he utilizado té verde chino (en las tiendas de productos orientales siempre lo venden), pero también se puede emplear algún té saborizado y agregarle el ingrediente natural en cuestión para potenciar todavía más el aroma y el sabor.
- También podemos servir este té acompañado de un palo de canela para remover, que le aportara un aroma más intenso, pero la cuchara no dejará de ser imprescindible.
- Para obtener un té todavía más refrescante, se le puede añadir un chorro de zumo de naranja o limón natural y aumentar la cantidad de hielo picado.
- El té verde chino contiene menos teína que otras variedades y es una bebida muy sana pero, aún así, conviene moderar su consumo en caso de hipertensión, embarazo y/o anemia, pues dificulta la absorción de hierro.

Hasta aquí mi aportación al reto de este mes, espero que os haya gustado.
¡Estoy expectante por ver el resto de aportaciones! :)

domingo, 21 de junio de 2015

LOS MEJORES HIGADITOS DE POLLO ENCEBOLLADOS DEL MUNDO



Ala, pues para qué añadir nada más, si ya queda todo dicho...
Vale, habrá que dar motivos para afirmar porque estos higaditos de pollo son, desde mi punto de vista, los mejores que he comido nunca y porque son mi plato favorito.
Cuando era pequeña, mi padre tenía la "manía", por así decirlo, de pasarse días enteros haciendo vídeos caseros de los que yo, una bebé tan traviesa como adorable (¿Lo dudabais? jeje) era la protagonista: que si ahora te grabo jugando con los peluches, que si ahora lo hago mientras gateas, que si ahora mientras vacías la despensa a la espera de que mamá te regañe, que si ahora mientras comes o mientras te duchas... Bueno, la verdad es que a veces se le iba de las manos y terminaban por registrarse imágenes de lo más incómodas. Lo mejor era ver la cara de aburrimiento de sus amigos cuando venían a casa y él, entusiasmado hasta más no poder, se pasaba horas enseñándoles lo mona que era su hija... La verdad es que nunca llegaré a entender ese vínculo tan diferente y tan especial que hemos tenido siempre mi padre y yo.
A lo que iba, que me pierdo. Siempre he sido una niña de muy buen comer y que, a pesar de los problemas digestivos que he venido arrastrando desde que nací, nunca perdía en hambre y comía de todo aquello que podía comer, teniendo a mis padres encantados de la vida.
Mientras dedicaba una sesión golfa a ver algunos de estos vídeos, me resultó curioso darme cuenta que, en aquellos que salía comiendo, casi siempre lo hacía con un plato de higaditos de pollo por delante. Y no, no es que en casa se comiera siempre lo mismo, es que mi padre libraba el mismo día que solía tocar higaditos en salsa, o eso dice mi madre, porque también me cuenta que era un plato que yo le pedía muchísimo (imaginaos, apenas sabes hablar pero si sabes qué te gusta comer) y que por eso casi siempre tenía que preparármelo un par de veces por semana.
Mi madre lo preparaba de tal manera que le quedaban muy jugositos y con una salsita muy espesa de la que luego dábamos buena cuenta con un buen trozo de pan. Ah, y siempre acompañados de unas buenas patatas fritas caseras y un pimiento al lado. Se me está haciendo la boca agua sólo de pensarlo... Lo sé, hay mucha gente que detesta el hígado y la casquería en general, pero como veis, no es mi caso. Quizás sea por mi predisposición nata a probar y comer de todo o porque mi madre lo hacía tan rico que era casi imposible resistirse, vete a saber. El caso es que, junto con el hígado de ternera a la plancha y la sangre encebollada, esta fue una de las primeras recetas que aprendí a preparar, que me trae unos recuerdos preciosos y que nunca he dejado ni pienso dejar de hacer, pues en casa nos sigue gustando igual o incluso más que antes.
El hígado de pollo en concreto es una alimento muy rico en hierro, ideal para aquellas personas que sufran o tengan tendencia a sufrir anemia. Además, es rico en vitaminas A y B, así como en proteínas, y bajo en grasa. Si a esto le sumamos que es un alimento muy asequible y fácil de encontrar, no tenemos excusa para no darle una oportunidad.
Añadir que se trata de una receta típica de las tierras del sur que poco a poco se ha dado a conocer en el resto de España, aunque hoy en día, al menos en Cataluña, me sigue costando bastante encontrar este plato en los restaurantes... una pena.
Yo la preparo tal cual mi madre me enseñó, pero obviamente en cada casa le dan su toque personal y delicioso.
Os dejo con los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para dos personas):
- 400 gramos de higaditos de pollo limpios
- 1 cebolla entera
- 3 dientes de ajo
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva
- Perejil picado, un puñado
- Pimentón picante, al gusto
- 1/2 vaso de vino blanco
- 1/2 vaso de agua
- Sal, al gusto.

Para acompañar: arroz cocido, patatas fritas, puré de patatas, etc.

- Empezamos limpiando los higaditos, si no es que ya vienen limpios.
- Limpiamos y picamos la cebolla, el ajo y el perejil, y reservamos.
-  En una cazuela lo suficientemente grande para que quepa todo el hígado, calentamos el aceite y, a fuego medio, cocinamos el ajo, la cebolla y el perejil con el pimentón durante unos 5 minutos.
- Pasado este tiempo, añadimos los higaditos y continuamos salteando unos 5 minutos más. 
- Seguidamente, salamos al gusto, añadimos el vino y el agua y dejamos reducir, moviendo de vez en cuando.
- Una vez la salsa haya espesado, retiramos del fuego y dejamos templar los higaditos en la misma cazuela.
- Servimos los higaditos acompañados de arroz blanco o patatas fritas.




Notas:
- En casa siempre suelo hacer un par de raciones más de higaditos de pollo, las guardo en fiambreras y las congelo. Así, si un día no me apetece o no tengo tiempo de cocinar, recurro a una de las fiambreras.
- El arroz blanco es el acompañamiento más apropiado para este plato, pues con la salsa queda delicioso y permite aprovecharla toda, incluso sin usar pan.
- Si no deseamos que queden los tropezones de ajo en la salsa, antes de añadir los higaditos, podemos retirarlos o incluso usar ajo en polvo, pues el resultado es igual de bueno.

PD: Las fotografías dejan mucho que desear, lo sé, pero mi fotógrafo personal (novio, en su defecto jeje) últimamente trabaja mucho y por no darle más faena me apaño con lo que puedo hacer yo.

Mil gracias por seguir ahí, y feliz inicio de semana.

jueves, 18 de junio de 2015

ENSALADA VERANIEGA DE GARBANZOS #PONUNAENSALADA

 


La ensalada de garbanzos es un plato al que le tengo especial cariño y que, como no podía ser de otra manera, me trae muchos recuerdos.
Antes de conocer a mi pareja y, de pasada, a mis suegros, pocas veces había comido legumbres de alguna otra forma que no fueran en guisos. Mi madre cocina maravillosamente, pero su cocina es muy tradicional, esas cocinas de diario, deliciosa por supuesto, pero que no te anima a variar y a experimentar con nuevas recetas y preparaciones porque las que haces ya funcionan bien.
La tercera o cuarta vez que fui a comer a casa de mi pareja, mi suegra preparó una ensalada de garbanzos que recuerdo como un plato exquisito, quizás porque, aparte que lo había comido dos veces contadas en toda mi vida, estaba delicioso y era muy completo: tomate, maíz, huevo, atún, lechuga... madre mía, ese día comí tantísima ensalada que no me hizo falta nada más, como mucho un trozo de pan para mojar en el aliño...
No me explico como no había publicado esta receta todavía, pues es mi comida fija por lo menos una vez a la semana, aunque he de confesar que preparo más cantidad para que me sobre y poder repetir en la cena o al día siguiente, porque está tan rica... salivando me hallo.
Las ensalada de garbanzos y las ensaladas de legumbres en general son muy agradecidas, ya que admiten mucha variedad de ingredientes. Dependerá mucho del gusto y las preferencias de cada uno y, por supuesto, de lo que tengáis por la nevera, pues este tipo de platos ayudan muchísimo a dar salida a los restos de verduras, embutidos, aliños, etc. Por si fuera poco, se trata de un plato muy rico en fibra, rápido, sano, completo e ideal para llevar en el tupper. Vaya, que motivos para que os animéis a prepararla os he dado de sobras jeje.
Os aconsejo que, teniendo en cuenta que se trata de un plato muy fácil y rápido de preparar, le deis un toque mucho más personal preparando el aliño que más os guste, así la disfrutaréis aún más.
Os dejo la preparación y los ingredientes:




Ingredientes (para 2 personas):
- 400 gramos de garbanzos cocidos (1 bote)
- 5 tomates cherry
- 2 hojas grandes de lechuga
- 2 cucharadas soperas de maíz
- 100 gramos de tacos de jamón york
- Zanahoria rallada, al gusto
- Col lombarda rallada, al gusto
- Brotes de soja en conserva, al gusto
- Lo que más os guste: huevo cocido, atún, olivas...

Para el aliño:
-Aceite, vinagre, sal y salsa de soja

- Cocemos los garbanzos como solemos hacerlo habitualmente y los dejamos enfriar por completo o, si vamos a usar garbanzos en bote, los lavamos y escurrimos bien.
- Troceamos los tomates y la lechuga y los ponemos en una fuente grande. Añadimos también los garbanzos, el maíz, el jamón, la zanahoria, la col y los brotes, y le damos unas vueltas.
- Dejamos enfriar en la nevera un rato antes de consumir. 
- Para la vinagreta, batimos en un bol el aceite, el vinagre, una pizca de sal y la salsa de soja hasta que quede más o menos homogéneo.
- Servimos la ensalada y la aliñamos con la vinagreta.




Notas:
- La ensalada de garbanzos también combina muy bien con cebolleta, calabacín u otras verduras crudas, así como con atún, salmón ahumado, huevo cocido... imaginación al poder, sobretodo en el caso de los aliños.
- Si os sobra ensalada, en un bol tapada con papel film y en la nevera, se conserva perfecta durante 3-4 días.

Con esta receta me he animado a compartir mi propuesta para en recopilatorio Pon una ensalada en tu verano que organiza Rosilet en su blog Sugg-r and some salt, un rinconcito que conocí hará un par de años y que me enganchó desde el primer momento.
#Ponunaensalada es una campaña anual que se celebra desde 2012 en la búsqueda de una alimentación sana y variada, poniendo en nuestras mesas de verano una gran variedad de vistosas y sabrosas ensaladas. Hechadle un ojo al recopilatorio, ¡No tiene desperdicio!.

¡Feliz ecuador de la semana! Y millones de gracias por estar ahí.

lunes, 15 de junio de 2015

MAGDALENAS DE LIMÓN, PARA MI MEDIA NARANJA



Vale, vale, un título para la entrada bastante cursi, lo sé, pero no os preocupéis, que el resto... es más cursi todavía.
Revisando un poco el histórico del blog, hace un par de días me di cuenta que, entre una cosa y otra, le he dedicado recetas a mi abuelo, a mi abuela, a mi madre, a mi suegra e incluso a mi nutricionista, bien preparando algunos de los platos que en su día me enseñaron, bien versionando las recetas que me dieron o, simplemente, cocinando algo que, por una cosa o por otra, me hacen recordarlos de una manera especial. Pero... "¿Y qué pasa con Marc? Debora, ¿¡Cómo puede ser que aún no le hayas hecho tu particular homenaje culinario!?". En fin, no me lo explico, y no será porque no le tenga presente, al pobre...
Marc es, desde hace casi 4 años, mi compañero de vida. Así, tan rotundo lo digo, porque de verdad lo siento. Cuando nos conocimos, ninguno de los dos estábamos pasando por nuestro mejor momento, pero aún así, dándonos una oportunidad, decidimos intentarlo y, por primera vez en toda mi vida, me hizo y me hace sentir esa maravillosa sensación de saber que siempre va a estar ahí sin que yo se lo pida, que me va a cuidar, que se va a preocupar por mi y, en definitiva, que va a ser mi amigo y que no va a dejar que nada ni nadie pueda con nosotros. Y lo que más me emociona de todo esto es que lo hace porque si, "por que me da la gana, ¡Pesada!", como él dice...
Desde que empecé con esta aventura del blog, me ha apoyado muchísimo, sobretodo en el tema de las fotografías y catando todo lo que pasa por aquí sin mostrar resistencia y poniendo en riesgo su integridad física en cada plato (ja, ja, ja).
En los últimos meses, Marc no ha estado pasando por su mejor momento a nivel personal y profesional, y eso ha sido muchas veces motivo de discusión en casa. Qué os voy a contar, a parte de los problemas familiares que todos tenemos, la crisis nos ha venido obligando a los jóvenes desde hace ya varios años a aceptar trabajos de lo que sea con tal de poder plantearnos tener un porvenir, dejando de lado aquello que más nos gusta hacer, aquello que mejor se nos da y que más nos llena...es realmente triste.
Pues bueno, llegados a este punto, y después de repetirle hasta la saciedad lo mucho que vale y que siempre voy a estar a su lado, he considerado que motivos no me faltan para ponerme manos a la obra y darle una sorpresa a mi pareja preparándole uno de sus dulces favoritos. Marc es una persona de gustos muy sencillos en lo que a comida se refiere, y esto me facilita mucho la tarea, pues con preparaciones básicas y sencillas siempre le tengo contento, como es el caso de estas magdalenas de limón. 
Unas magdalenas de las de toda la vida, esponjosas y jugosas, que están listas en tan sólo media hora, y que te hacen recordar el sabor de la repostería de verdad. Además, teniendo la receta como base, podemos prepararlas como más nos gusten (con chocolate, con manzana, con mermelada) y disfrutarlas en el desayuno, en la merienda, o cuando más nos apetezcan. Lo digo porque están tan ricas que vuelan, en casa han ido desapareciendo a ritmo de 4 por día... Vaya, que a Marc le han encantado, y con eso me doy por satisfecha :)
Os dejo con los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para unas 16-18 magdalenas):
- 3 huevos M
- 200 gramos de harina común
- 125 gramos de azúcar blanco
- 50 ml de leche semidesnatada
- 100 ml de aceite de oliva suave
- 1/2 sobre de levadura química
- Ralladura de limón, al gusto
- Canela, al gusto
- Moldes de papel rizado y moldes de silicona

- Antes de empezar, pre calentamos el horno a 200º.
- En un bol, batimos los huevos con unas varillas hasta que nos queden esponjosos y aireados. 
- Seguidamente añadimos poco a poco el azúcar y seguimos batiendo, y hacemos lo mismo con el aceite.
- Hacemos lo mismo añadiendo la leche, la ralladura de limón, la canela, la harina y por último la levadura, y metemos la mezcla en el frigorífico para que enfríe un poco.
- Mientras, colocamos los moldes de papel rizado en una bandeja de horno, a poder ser dentro de otros moldes de silicona, para evitar derrames.
- Sacamos la masa del frigorífico, le damos una batida, llenamos los moldes hasta 3/4 partes de su capacidad y horneamos 15 minutos a 200º, o hasta que veamos que les ha salido copete y están doraditas.
- Pasado el tiempo, retiramos del horno y dejamos enfriar dentro de los moldes para que se asiente bien la masa.
- Una vez frías, ya podremos disfrutar de nuestras magdalenas.




Notas:
- Es importante que, a la hora de cocinar las magdalenas, el horno esté bien caliente arriba y abajo, pues esto hará que suban y que cojan aire.
- Al introducir la masa en el frigorífico ayudaremos a que nuestras magdalenas crezcan mejor, pues el contraste de calor también ayuda a que cojan más aire.
- Evitad abrir la puerta del horno hasta pasados 15 minutos, pues esto puede hacer que se nos bajen las magdalenas.
- Las magdalenas se conservan perfectas durante varios días en una caja metálica de galletas o bien tapadas con un paño de cocina en un lugar fresco.

Hasta aquí por hoy. Una entrada un poco más larga que las habituales pero, al menos para mi, mucho más especial.
Gracias por vuestras aportaciones, y feliz inicio de semana.

viernes, 12 de junio de 2015

PUDÍN DE PAN INTEGRAL CON MANZANA Y CANELA



Escribiendo esta entrada me han venido a la mente muchos y muy tiernos y buenos recuerdos.
Cuando era una niña y mi madre todavía llevaba la batuta en la cocina de casa, yo me pasaba la semana deseando que llegara el viernes, no por no tener que ir a clase y poder acostarme ese día a las tantas, o por poder salir al parque a jugar sin tener que preocuparme de comer para no llegar tarde.. Era porque yo sabía que mi madre llevaba guardando desde el lunes todos los restos de pan y bollería que habían ido sobrando para preparar uno de nuestros postres/meriendas favoritos: el pudín de pan. Esa receta de toda la vida que se cocina en todas las casas y de la que todo el mundo tiene su versión, aunque nunca sea la definitiva, pues si algo está claro es que cuando se prepara un pudin, nunca queda igual que el anterior y mucho menos igual que el siguiente, básicamente porque las sobras nunca serán exactamente las mismas. Como ya he dicho en más de una ocasión, esa es la esencia del aprovechamiento y lo que hace que me guste tanto.
Como base, mi madre siempre utilizaba al menos la mitad de pan duro, huevos, leche, azúcar y mucho cacao en polvo, y a partir de ahí, lo que surgiese: croissants, magdalenas, bizcocho, pasas, almendras, restos de fruta... y una larga lista de ingredientes que, en mi opinión, siempre quedaban de fábula en el pudin.
Teniendo un conejo en casa que se come los trozos de pan duro más a gusto que un arbusto, me sabe mal privarlo de ese placer, pobre animalillo... Pero esta semana la empecé con un antojo muy grande de pudin y, muy a disgusto del pequeñajo, he ido guardando algunos pellizcos de pan que han ido sobrando de la comida y algún croissant que se escondió en su día en el fondo de la despensa, y he aquí mi versión del pudín de pan.
El pan que he usado es integral puesto que es el que solemos comer en casa. Esto hace que sea un dulce con un aporte extra de fibra que, como sabréis, no me viene nada mal.
Aparte, también le añadí unos restos de croissant, un poco de manzana y una buena cantidad de canela y azúcar moreno, pues estos tres últimos ingredientes nunca faltan en mi cocina para preparar dulces y me encantan. El resultado fue un pudín muy ligero y suave que, sin ser excesivamente dulce, mata muy bien el gusanillo y que a media mañana o a media tarde, una vez fresquito, entra de maravilla. Yo me lo llevé al trabajo con la idea de comerme un par de trozos y me acabe terminando toda la fiambrera...
La receta es tan sencilla y el resultado es tan rico que merece la pena probarlo.
Espero que os guste.




Ingredientes (variarán según los restos que tengamos):
- 2 huevos
- 3 cucharadas soperas de azúcar moreno
- 250 ml de leche semidesnatada
- 100 gramos de pan duro
- 1 croissant recto duro
- 65-70 gramos de dados de manzana
- Canela molida, al gusto
- Ralladura de limón o naranja (opcional)
-Caramelo líquido para el molde (opcional)

- Antes de empezar, dejamos pre calentando el horno a 180º.
- En un bol, desmigamos el pan y el croissant y le añadimos la leche, el azúcar, la manzana, la canela y la ralladura de limón, y lo mezclamos bien, dejando que el pan absorba un poco el líquido.
- En un bol aparte, batimos ligeramente los huevos y los añadimos a la mezcla anterior, mezclando bien todo el conjunto.
- En el fondo del molde donde vayamos a hornear el pudín, colocamos una buena cantidad de caramelo líquido. Si no tenemos caramelo, también podemos engrasar el molde con mantequilla o aceite y cubrir el fondo con una buena capa de azúcar.
- Vertemos la mezcla del pudin en el molde e introducimos en el horno pre calentado durante 35-40 minutos aproximadamente, o hasta que la superficie empiece a dorarse y el pudín esté cocido.
- Sacamos del horno y dejamos enfriar por completo antes de desmoldar y servir, cortado en porciones tamaño ración.




Notas:
- El pudín de pan combina muy bien con nata montada y helados de sabores suaves como el de nata, el de vainilla, el de limón, etc.
- Como ya he dicho, el pudín de pan acepta multitud de ingredientes: pasas, almendras, nueces, plátano, trozos de chocolate, coco rallado... Una combinación muy recomendable es la de coco, chocolate y plátano.
- Si apetece, también se le puede añadir un vaso de chupito de vino muy dulce, sobretodo si se va emplear alguna fruta desecada como ingrediente, y reducir un poco la cantidad de azúcar. Queda delicioso.

Nada más por ahora, espero que os haya gustado y que os animéis a hacer vuestra propia versión
¡Feliz fin de semana!

martes, 9 de junio de 2015

PASTEL DE VERDURAS Y CREMA DE QUESO (INICIATIVA TS #COMEQUESOQUESABEABESOS)



He llegado muy justa de tiempo, pero finalmente he llegado, ¡Genial!.
Así soy yo, un culo inquieto. Cada día voy con el tiempo justo para todo, trabajo, estudios, casa, pareja... Y en cuántos más líos me meto, en más me quiero meter, y sobre todo si me gusta lo que hago, como es el caso de la cocina. Me encanta conocer y probar nuevas recetas y compartirlas con otras personas a las que les apasiona lo mismo que a mí, y eso es lo que me está pasando con este blog.
Hace ya algún tiempo que conozco el reto Typical Spanish, pero no ha sido hasta ahora, y por invitación, que me he animado a participar, ¡Y aquí estamos! Encantada que cuenten conmigo y encantada sobretodo por el ingrediente escogido para el mes de junio: El queso, y además acompañado del sorteo de un fantástico lote de quesos de la mano de Quesería Artesanal la Ermita. Por supuesto, no podía dejar pasar la oportunidad...
Eso si, complicada elección, pues me gusta tanto el queso que suelo emplearlo en multitud de recetas, y he tenido que tomar una decisión por sorteo... ains, vaya criterio el mío.
He escogido un pastel verduras enriquecido con una crema de queso camembert, de estas que suelen comprarse para picotear con unos colines o crudités verdura, que le aporta una textura muy muy cremosa y un pronunciado sabor a queso que combina a las mil maravillas con las verduras.
El resultado es un pastel salado delicioso y para nada pesado, que se puede dejar preparado con antelación y servirlo en una comida informal o prepararlo para llevar, y que puede comerse templado o totalmente frío, a elección personal. 
Para acompañar, preparé también unos trozos de pan frito, pues en casa nos encantan pero los solemos comer muy de vez en cuando. "Un día es un día", pensé, y fue todo un acierto, pues funcionaron muy bien junto al pastel.
Os dejo con los ingredientes y la preparación, ya veréis que no tienen ninguna complicación y que el resultado merece mucho la pena.


  


Ingredientes (para un pastel mediano):
200 gramos de verduras variadas al gusto (cebolla, calabacín, berenjena, tomate...)
2 huevos tamaño L
100 ml de leche semidesnatada
2 cucharadas soperas de aceite de oliva
1 tarrina de queso camembert en crema (125 gramos aprox.)
Sal, ajo en polvo, perejil y pimienta negra molida, al gusto
Un poco de mantequilla para engrasar el molde.

- Antes de empezar, pre calentamos el horno a 180º y untamos el molde donde vayamos a hornear el pastel con mantequilla.
- Seguidamente, pelamos y picamos las verduras que hayamos escogido y las sofreímos en una sartén a fuego medio con el aceite, hasta que estén bien doraditas, especiándolas al gusto. Retiramos del fuego y reservamos.
- En un bol aparte, cascamos y batimos los huevos junto con la leche. Añadimos seguidamente la crema de queso y las verduras, y mezclamos todo bien. Rectificamos también de sal si fuese necesario.
- Vertemos la mezcla del pastel en el molde engrasado y lo introducimos en el horno pre calentado a 180º durante unos 20-25 minutos, o hasta que veamos que está totalmente hecho (nos ayudamos de un palillo o similar para pinchar el pastel y ver si sale limpio o no).
- Sacamos del horno y dejamos templar o incluso enfriar del todo para poder desmoldar mejor nuestro pastel.
- Servimos cortado en porciones más o menos del mismo tamaño.




Notas:
- Este pastel permite darles salida a cualquier resto de verduras que tengáis por la nevera, así que probablemente nunca os saldrá un pastel igual al anterior, pero de sabor delicioso.
- Yo he empleado crema de camembert porque en casa nos encanta, pero habiendo tanta variedad en el mercado, se trata de experimentar según las preferencias de cada uno: Brie, azul, de cabra...
- Lo ideal, a la hora de saltear las verduras, es dejarlas un poco "al dente", pues acabarán de cocinarse con el horneado.

Espero que os guste y que también os animéis a participar, da gusto conocer a tanta gente estupenda y descubrir tantos platos deliciosos. ¡Feliz miércoles!

lunes, 8 de junio de 2015

TORTILLA DE PATATAS Y CALABACÍN




El mundo de las tortillas me parece uno de los más fascinantes de la gastronomía. Y es que, para mi el hecho que, teniendo a mano tres o cuatro huevos, la mayoría de cosas que tengas en la nevera y/o despensa sean susceptibles de acabar siendo el ingrediente o ingredientes que darán nombre tu tortilla me parece, como menos, extraordinario. Y si ya de por si os gusta la tortilla francesa tal cual, sin más florituras que un buen aceite de oliva y un poco de sal, estaréis todavía más de acuerdo conmigo. Por si fuera poco, las tortillas son perfectas para llevar, se pueden comer frías o calientes, en bocadillo, con salsa o con verduras... ¿Alguien da más?
Tan solo es necesario hacer un poco de búsqueda en Internet para darnos cuenta que existen miles y miles de recetas de tortillas, desde las más clásicas hasta las más innovadoras, pasando también por las tortillas dulces. Y bueno, tampoco pueden faltar los trucos y consejos para que nos salgan a nuestro gusto, pues en esto de las tortillas no hay nada escrito y cada uno le damos nuestro toque personal.
Y yo, siempre tratando de experimentar un poco en la cocina, he perdido la cuenta de cuantas tortillas diferentes he hecho ya: de restos de verduras asadas, de champiñones, de habas, de chorizo y queso, de manzana, de pan... y un largo etcétera. Aún así, me veo en la obligación de confesar que, a pesar de todo, mi tortilla favorita es la que os presento hoy, una mezcla de dos clásicos entre los clásicos: la tortilla de patatas, reina de nuestra gastronomía, y la tortilla de calabacín. Porque, si algo ha venido gustando desde siempre, no hay que ser un lumbreras para saber el por qué.
Con esta tortilla he querido rendir homenaje a dos de mis cocineras de referencia: a mi suegra, que hace unas tortillas finísimas de calabacín para chuparse los dedos, y a mi madre, que hace unas tortillotas bien altas y jugosas de patatas. Dos recetas muy distintas, si, pero ambas deliciosas.
Al no llevar las patatas ni el calabacín frito, ha resultado ser una tortilla ligera pero buenísima, pues los sabores de la verdura quedaron muy pronunciados y funcionaron muy bien junto con el huevo.
Resulta, además, una tortilla muy completa y sana, totalmente apta para la fiambrera (si, yo continuo en las mías con los dichosos tuppers) y que se puede comer tanto fría como caliente. Vaya, en casa nos ha encantado, así que os la recomiendo y espero que os guste.





Ingredientes (para dos personas, o una tortilla mediana):
4 huevos tamaño M
200 gramos de patatas mona lisa
200 gramos de calabacín
Media cebolla
3 cucharadas soperas de aceite de oliva
Sal, ajo en polo y sazonador de especias provenzales, al gusto

- Para empezar, limpiamos, pelamos y cortamos en dados muy pequeños las patatas, el calabacín y la cebolla.
- En una sartén a fuego medio, añadimos 2 cucharadas de aceite de oliva y, una vez caliente, añadimos las patatas y cocinamos unos 5 minutos, sin dejar de darles vueltas, hasta que empiecen a transparentar.
- Seguidamente, añadimos la cebolla y el calabacín, salamos y especiamos al gusto, y seguimos cocinando. Añadimos también un poco de agua y dejamos evaporar si fuese necesario.
- Pasados unos 15 minutos de cocción, las verduras habrán pochado y las retiraremos del fuego.
- En un bol aparte, cascamos y batimos los huevos con un poco de sal y añadimos las verduras, mezclándolo todo bien.
- En otra sartén a fuego medio-bajo, calentamos una cucharada de aceite y añadimos la mezcla de la tortilla. Tapamos y dejamos cocinar. Tardará unos 6-10 minutos por cada lado.
- Cuando empiecen a formarse burbujitas en la cara de arriba, le damos la vuelta a la tortilla ayudándonos de la tapa de la sartén, y cocinamos por el otro lado.
- Retiramos la tortilla del fuego y la dejamos templar en la sartén unos 10 minutos.
- Para servir, pasamos la tortilla a un plato y la cortamos en porciones triangulares más o menos iguales.




Notas:
- Los tiempos para el cuajado de tortilla son orientativos y son para que la tortilla quede en su punto justo de cocción, ni muy cruda ni del todo hecha. Deberéis aumentar o reducir el tiempo de cocción en función de si os gusta más cuajada o menos.
- Si os gusta la tortilla más jugosa, se le puede añadir un poco de leche a los huevos a la hora de batirlos. La verdad es que la diferencia se nota.
- Las cantidades que he utilizado dan para una tortilla no muy alta cocinada en una sartén de 23 cm de diámetro, así que las cantidades se pueden aumentar sin problema.
- Podemos añadirle también unos tacos de chorizo, de jamón, unos restos de bacalao, etc. Queda deliciosa de todas las maneras. 

¡Feliz inicio de semana! Y, por supuesto, a seguir disfrutando de la cocina y de la vida.

viernes, 5 de junio de 2015

SALTEADO DE GARBANZOS, SEPIA Y BERENJENA



Los que soléis dedicar unos minutos de vuestro tiempo en ver y leer lo que cocino (mil gracias, de verdad) ya sabréis que soy muy muy muy pero que muy fan de las legumbres, tanto por su sabor como por los tropecientos beneficios que nos aportan,  y que las preparo de diferentes maneras, ya sea en un buen guiso como salteadas o integradas dentro de otra receta. Así huyo de la monotonía y las adapto a cualquier presupuesto, época del año y sobretodo paladar, pues no son santo de devoción de todo el mundo (y lo que me sigue costando entender eso, con lo ricas que están...).
Desde que he vuelto a la rutina del trabajo, me he visto obligada a adaptar para la fiambrera muchos de los platos que comía en casa sentada tranquilamente en la mesa, con su caldito, su salsita o lo que fuera, muy rico para mojar pan y comerlo con tranquilidad, pero muy poco práctico para llevar en el tupper y arriesgarte a que acabe toda la bolsa llena de salsa de tomate, caldo de pollo, o de ambos, por poner un ejemplo. Y en este proceso de adaptación, he encontrado en las legumbres cocidas un gran aliado, pues me es de gran ayuda tenerlas siempre a mano para preparar ensaladas o hacer salteados que no me suelen llevar más de 15 minutos y que muchas veces me sirven para aprovechar las sobras de verduras, carnes, pescados y demás que tengo por la nevera. Ahora siempre dedico una tarde a la semana a cocer legumbres en grandes cantidades para tenerlas a mano cuando las necesite o, de no poder hacerlo, al menos siempre tengo en la despensa un par de botes listos para lavar y cocinar. De este modo no hay excusa que valga.
Un par de días después de preparar el guiso de sepia con patatas que nos gusto tanto, seguían rondando por mi nevera unos tacos de sepia que amenazaban con echarse a perder en muy poco tiempo. Teniendo eso, unas berenjenas (muchas, casi dos quilos...), un poco de cebolla, un poco de tomate y, sobretodo, pocas ganas de cocinar (hacía muuuucha calor, y tenía muuucho trabajo), acabé por improvisar este salteado que, sin duda, prepararé más veces, pues el agua de la sepia hizo que las verduras, una vez pochadas, tomaran un sabor a mar delicioso que combina de maravilla con el de los garbanzo y que nos gustó mucho.
Y, para seguir en mi línea, sólo añadir que este plato es muy fácil de hacer y muy adecuado para llevar en la fiambrera, pues se puede consumir frío o caliente. Una buena ración de salteado, un buen trozo de pan y una fruta o un yogur, y comida muy bien solucionada.
Os dejo la receta, espero que os guste.




Ingredientes (para dos personas):
400 gramos de garbanzos cocidos (o un bote)
200 gramos de potas de sepia a tacos
1 berenjena mediana (200 gramos aprox.)
Media cebolla
3 cucharadas soperas de tomate natural triturado
2 cucharadas soperas de aceite de oliva
Media pastilla de caldo de pescado
Un poco de agua (si es necesario)
Sal, pimienta negra, ajo y perejil, al gusto

- Antes de empezar, cocemos los garbanzos como solemos hacerlo habitualmente y los dejamos enfriar por completo o, si vamos a usar garbanzos en bote, los lavamos y escurrimos bien.
- Seguidamente, limpiamos y troceamos a dados pequeños la berenjena, la cebolla y la sepia, aunque esta última la hacemos trozos un poco más grandes.
- En una sartén a fuego medio-alto, añadimos el aceite y, una vez caliente, hacemos lo mismo con la cebolla y la berenjena. Dejamos cocinar unos 5-7 minutos, dándole unas vueltas.
- Pasado este tiempo, añadimos el tomate triturado y el caldo de pescado, damos un par de vueltas y añadimos también la sepia. Dejamos cocinar hasta que la sepia haya soltado toda su agua (si las verduras están un poco crudas podemos añadir un poco más de agua) y se haya evaporado casi por completo. Yo tardé unos 10 minutos, más o menos.
 - Por último, añadimos los garbanzos, salamos y especiamos al gusto, damos unas vueltas y retiramos del fuego. 
- Dejamos templar un par de minutos y servimos el salteado espolvoreado con perejil picado.




- Notas:
- No es conveniente cocinar demasiado la sepia, pues corremos el riesgo que quede seca y/o dura. Con dejar que suelte su caldo será suficiente y le proporcionará a las verduras ese inconfundible saborcillo a mar.
- Esta manera de preparar garbanzos también queda muy rica si se emplean gambas, calamares, pulpo, mejillones... imaginación al poder.
- Ojo con la sal que le pongáis, pues la sepia ya le aporta un toque. Probarlo antes de añadirle.

Nada más por hoy, vamos a seguir trabajando un rato.
!Feliz viernes y feliz fin de semana!

miércoles, 3 de junio de 2015

NATILLAS CON PIÑA Y BIZCOCHOS DE SOLETILLA

  


Después de preparar la receta para el Reto Alfabeto Dulce del pasado mes de mayo, me sobró muchísima piña pero nada de crema catalana (es que fresquita estaba taaaan rica...). Viendo el éxito que habían tenido las tartaletas en casa y también lo mucho que habían gustado por estos lares, me dispuse a versionarlas para sacar un postre mucho más para el día a día, de esos que puedes dejar en la nevera y comer cuando quieras y que, sobretodo, no te obligue a pasarte una tarde entera metida en la cocina. 
Igual que compré preparado para crema catalana, también lo hice para natillas y para cuajada, pues me parecen opciones muy prácticas y ricas para preparar postres en un plis plas pero, por supuesto, nada como un postre casero 100%. Y como esa tarde tenía algo de tiempo y ganas de cocinar, los polvitos mágicos para natillas siguen en la alacena y las preparé a la vieja usanza, vaya, como se ha hecho toda la vida, la receta de nuestras abuelas, y como más buenas están sin duda.
Unos bizcochos de soletilla que se estaban poniendo un poco durillos y el sobrante de piña fueron los otros dos ingredientes que utilicé para preparar estos vasitos. De nuevo nos encantó en contraste de la piña con la suavidad y dulzor de las natillas, y los bizcochos en la base quedaron muy húmedos y le daban también un dulzor muy rico, sin llegar a ser empalagoso. 
El problema lo he tenido a la hora de ponerme a escribir la entrada, pues aunque suelo recurrir mucho al "una pizca de" o "una cucharada de", esta vez si lo hice casi todo a ojo, sobre la marcha. Pero bueno, teniendo a mi alcance tantos recursos gracias a Internet y sobretodo a la blogosfera, sólo me ha hecho falta investigar un poco para poner unas cantidades más o menos acertadas.
Aquí os dejo el resultado.




Ingredientes (para 3-4 vasitos):
Para las natillas:
Medio litro de leche
70 gramos de azúcar
3 yemas de huevo
1 cucharada sopera de harina de maíz
Canela el polvo
1 vaina de vainilla (opcional)

Para montar los vasitos:
3 rodajas de piña al natural en su jugo
3 bizcochos de soletilla
Un poco de caramelo líquido (opcional)

- Comenzamos colocando las yemas de huevo y la harina de maíz en un bol grande con un vaso de leche y batimos.
- El resto de la leche la ponemos en una cazuela a fuego medio junto con la vainilla abierta y el azúcar hasta que empiece a hervir.
- Ahora agregamos un par de cazos de esta leche caliente a la mezcla de las yemas, removemos bien y lo añadimos todo a la cazuela de nuevo.
- Cocinamos a fuego suave sin dejar de remover, hasta que veamos que coge un poco de cuerpo, sin dejar que hierva porque las natillas se estropearían.
- Pasamos las natillas a un bol grande y dejamos que enfríen tapadas con un poco de papel film.
- Una vez frías las natillas, troceamos la piña y la añadimos, mezclándola bien.
- En el fondo de los vasos colocamos los bizcochos en mitades, los rociamos con un poco de caramelo líquido y colocamos encima la mezcla de natillas y piña. Espolvoreamos con un poco de canela si nos gusta.
- Antes de consumir, dejamos que las natillas enfríen en la nevera por lo menos un par de horas, para que tomen consistencia y se integren bien los sabores.




Notas:
- Es recomendable consumir este postre como máximo en 2-3 días, sino la piña hace que se agüen las natillas e incluso puede ponerse amarga y estropearlo.
- Otras veces también he probado de combinar la piña con natillas de chocolate, y para quienes nos gusta esta combinación, también resulta un postre delicioso.
- Los bizcochos de soletilla se los puse porque los tenía a mano, pero también se pueden usar restos de cualquier bizcocho, de magdalenas, de galletas, etc.
- La receta original de natillas lleva 80 gramos de azúcar, pero al añadir la piña, el caramelo y los bizcochos, yo reduje esa cantidad a 70 gramos y quedaron perfectas.

Nada más por hoy, espero que os guste, y muchísimas gracias por vuestros comentarios, sin ellos este blog no sería posible.
!Feliz miércoles!