domingo, 25 de octubre de 2015

BIZCOCHO DE CAQUI Y QUESO CREMA PARA EL #RETOALFABETODULCE



Como una niña con zapatos nuevos. Y que se ha zampado un plato hasta arriba de macarrones con queso en el almuerzo. Y que su madre le ha comprado un paquete de ositos de gominola al salir del cole. Y que la profe no le ha mandado  deberes. Y...
Vale, toda esta palabrería, sólo para que os hagáis una idea del estado "happy flower power" en el que me encuentro mientras escribo esta entrada. Y no, no es debido a un estado de éxtasis momentáneo provocado por la falta de sueño, o el exceso de cafeína, o quizás por haber ingerido alguna sustancia raruna de vete tu a saber que composición... Es que, de corazón, estoy muy contenta, y motivos no me faltan.
Primero, y como siempre, llega el día 25 y toca participar de nuevo en el #RetoAlfabetoDulce de este mes. Cosa extraordinariamente extraordinaria en mi, he conseguido llegar a tiempo (¡Y por segunda vez, estoy que me salgo!) o, mejor dicho, con el tiempo necesario para conseguir unas fotos decentes y "soltaros el rollo".
Este mes, la encargada de elegir ingrediente ha sido Maribel, del blog Sweet Blessings. He de confesar que no conocía demasiado a Maribel antes de que fuera elegida, pero ahora no pienso perderle la pista... ¡¡Menudos bizcochos, menudos brownies, menudos bundts, menudos cupcakes y menudos todo!! Para alguien tan apasionada del dulce como yo, su blog no tiene desperdicio, es una tentación pura. Y por si fuera poco, Maribel nos ha hecho un gran favor con la elección del ingrediente. Teniendo en cuenta que debía empezar por la letra Q, finalmente ha sido el queso el alimento con el que hemos tenido que experimentar este mes. ¡¡El queso, con lo que me gusta!! Siempre he defendido la teoría de que el mundo con queso es un mundo mejor, y es que el queso es indispensable en la mayoría de cocinas: En sándwiches mixtos, bocadillos, en tacos para las ensaladas, para darle "vidilla" a cualquier plato de pasta, o para preparar un clásico y riquísimo pastel de queso... En fin, que si hay algo a lo que sea totalmente adicta (aparte de la manzana, claro), es al queso, así que ya os podéis imaginar lo que he disfrutado este mes buscando, cocinando y catando recetas. La mayoría de platos con queso que preparo son salados, así que decidí invertir un poco más de tiempo en indagar sobre los usos del queso en la repostería.
Finalmente, me he decidido por este bizcocho de queso crema y caquis. Se trata de un bizcocho de esos bastante húmedos y jugosos, gracias al jugo que suelta el caqui mientras se hornea, y con un suave pero inconfundible sabor a queso crema que parece fundirse en la boca.
Pero lo que realmente me ha hecho decantarme por esta receta y no por otra, es el hecho de por qué, dónde, con quién y cómo lo preparé.
¿Por qué? Porque me moría de ganas de probar el bizcocho de queso crema, y porque el caqui de mi abuela ha dado este año una cantidad de caquis tan exagerada que la mujer ya me había insistido varias veces en que preparara algo rico con esta fruta.
¿Dónde? En vez de llevarme los caquis a casa y preparar la receta como de costumbre, decidí, batidor y lengüeta en el bolso, irme a casa de mi abuela a pasar una tarde repostera en familia. Ella se encargó del resto de ingredientes.
¿Con quién? Con mi abuela, por supuesto, a la que no había visto tan contenta en años. Además, por una vez, mi catador soltó la cámara y pude disfrutar de él como pinche de cocina. Ahora que he descubierto lo bien que se le da batir a mano, no va a tardar en marcársele el bíceps, os lo aseguro...
¿Cómo? Pues sin haber probado la receta antes, sin batidor eléctrico, sin horno de aire y sin molde para bizcochos. En vez de esto, decidí lanzarme a la aventura y basarme en la receta de la maravillosa Julia del blog Julia y sus recetas, batiendo a mano, usando una cazuela de barro untada en mantequilla y un hornillo eléctrico de sobremesa. Si señor, con un par.. de caquis.
Sinceramente, después de lo bien que transcurrió la tarde, terminó por importarme bastante poco que el bizcocho saliera bien o no. Finalmente, el resultado fue el esperado  y la sensación de satisfacción que todavía siento se multiplicó por cuatro. Éxito total.
Así que, con todo el cariño del mundo, os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes:
- 100 gramos de queso crema natural
- 100 gramos de mantequilla o aceite de girasol
- 150 gramos de azúcar
- 2 huevos tamaño L
- 125 gramos de harina común
- Medio sobre de levadura en polvo
- La ralladura de un limón
- Canela, al gusto
- 1 caqui muy grande y maduro (250 gramos aprox.)

- Antes de empezar, pre-calentamos el horno a 180ºC.
- En un bol amplio, batimos el queso crema con la mantequilla o el aceite, el azúcar y la ralladura de limón.
- Sin dejar de batir, añadimos los huevos uno a uno y seguimos batiendo hasta que se integren del todo.
- Seguidamente, añadimos la harina y la levadura tamizadas y seguimos batiendo hasta que se integren del todo.
- Aparte, limpiamos el caqui y colocamos la pulpa en un bol.
- Vertemos la mezcla de bizcocho en un molde engrasado con mantequilla o aceite, repartimos la pulpa del caqui por la superficie,  y horneamos a 180ºC durante unos 45 minutos aprox., o hasta que esté listo.
- Apagamos el horno, retiramos el bizcocho y dejamos enfriar antes de desmoldar y cortar.



Notas:
- Sorprendentemente, el hornillo eléctrico hizo muy bien su trabajo y pude respetar bastante los tiempos de la receta original, pero ya sabéis que cada horno es diferente y que deberéis adaptar el tiempo de horneado al vuestro.
- El caqui le aporta una jugosidad y un dulzor delicioso a este bizcocho, a la vez que permite reducir un poco la cantidad de azúcar. Si lo váis a preparar sin caqui, deberéis añadirle 30 gramos de azúcar más.
- Con melocotón, piña, manzana, mango, etc., seguro que también queda un bizcocho delicioso. Imaginación al poder.


Nada más por ahora, espero que os haya gustado. Como cada mes, estoy deseando ver el resto de propuestas :)
Esta será la última receta que publique en unos días, pues mi catador y yo nos vamos de escapada a Montpellier. Este verano ahorramos lo poquito que pudimos para ir y ya casi ha llegado la fecha, por fin. Montpellier es una ciudad preciosa, con una historia y una cultura que me fascinan, así que estoy contando las horas que faltan para estar allí disfrutándola al máximo.

¡Sed felices, y nos vemos a la vuelta!

domingo, 18 de octubre de 2015

GUISO PICANTE DE PATATAS Y COSTILLAS



El aumento de las personas venidas del extranjero y la necesidad que adquirir productos que no encontraban en nuestros supermercados han hecho que, en los últimos años, aparezcan establecimientos donde si puedan hacerlo y no tener así que renunciar a la cocina, a la comida y a las costumbres de su país. Al principio, se trataba de lugares frecuentados casi exclusivamente por autóctonos del país que fuera, pero a día de hoy, con nuestro insaciable afán de probar cosas nuevas, de experimentar, de fusionar y de conocer nuevas culturas y cocinas, somos una gran cantidad de españoles los que disfrutamos acudiendo a estos establecimientos de vez en cuando.
Leche de coco, bolas dulces de arroz, pan indio, currys de todo tipo, mantequilla de cacahuete, tofu ahumado... en fin, una larga lista de ingredientes que hace apenas un par de años eran totalmente desconocidos para mi, pero que ahora me gusta adquirir y disfrutar de vez en cuando, todo gracias a la proliferación de estos santuarios de comida internacional. Soy una persona curiosa por naturaleza y disfruto muchísimo yendo a estos lugares y pudiendo conocer otras culturas a través de nuevos alimentos, aromas y sabores.
Y vosotros os preguntaréis: "¿Qué tiene de nuevo un plato de patatas con costilla?" Aparentemente, nada, pero profundamente, todo. Nada, porque se trata de uno de esos guisos tradicionales a rabiar, con su tiempo de cocción, su reposo y sus ingredientes básicos, contundentes y esenciales. Y todo, porque le he querido dar un toque distinto empleando un par de ingredientes que adquirí en un supermercado de productos internacionales hace poco y que me están dando muchísimo juego.
El primero de ellos es Sambal Oelek. El Sambal es una preparación muy típicas de las gastronomías del sur de Asia que se elabora a base de pimientos y guindillas machacadas y que (no os confiéis demasiado) es picante pero apto para no iniciados. Se puede emplear tanto en platos de carne como de pescado, verduras, sopas, etc., para darle un toque picante más o menos sutil, dependiendo de la cantidad que se emplee.
El otro ingrediente que utilicé es la Pasta de curry suave, un condimento pastoso a base de especias y hierbas típico de las cocinas Tailandesa e Indonesia y que pica más o menos en función de su composición. El curry es uno de los condimentos asiáticos más conocidos en Europa y que cada vez está más presente en nuestras cocinas, así que supongo que muchos lo conoceréis y habréis trabajado con él. De hecho, en mi cocina nunca falta.
Si usamos estos dos condimentos con mucha medida y moderación, añadidos a un sencillo y delicioso guiso como es el de patatas y costillas de cerdo, el resultado es más que satisfactorio. A ver, no nos engañemos, no se trata de un plato apto para todos los paladares y para preparar con frecuencia, pero resulta una receta ideal para emplear ambos ingredientes y disfrutar a la vez de un rico y reconfortante guiso que hará las delicias de los amantes del picante. Doy fe de ello, pues mi catador es un auténtico fanático del picante y deberíais haberlo visto mojando pan en la salsa, llena de semillas de guindilla... Cuando empezó a comer tenía frío, pero luego terminó echándose la siesta en manga corta, no os digo más.
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 personas):
- 2 patatas grandes (400 gramos aprox.)
- 350- 400 gramos de costilla de cerdo a trozos
- 1 cebolla mediana
- 3 cucharadas soperas de tomate natural triturado
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva suave
- 1 cucharadita de café de Sambal Oelek
- 1 cucharadita de café de Pasta de Curry suave
- 2 vasos de agua y 1/2 de vino blanco para cocinar
- Sal y perejil, al gusto

- Para empezar, ponemos al fuego una cazuela con el aceite y rehogamos la costilla hasta que se dore un poco. Retiramos del aceite y reservamos.
- A continuación, pelamos la cebolla y las patatas, y volvemos a poner la cazuela con el aceite al fuego. Añadimos la cebolla, sofreímos 2-3 minutos y añadimos la patata para continuar sofriendo.
- Pasados un par de minutos, añadimos el tomate, el sambal, la pasta de curry, las costillas, la sal y el perejil, y rehogamos un poco. Cubrimos entonces con el agua y el vino.
- Dejamos cocinar a fuego medio alrededor de 35-40 minutos, o hasta que se haya evaporado la mitad del caldo y las patatas estén cocidas.
- Dejamos reposar unos 10 minutos y servimos.




Notas:
- Para trocear las patatas, es recomendable hacerlo tronchándolas, es decir, casi rompiéndolas, para que así suelten su almidón al cocinarse y le den espesor al guiso.
- A este tipo de guisos también se le pueden añadir verduras tales como la zanahoria, el pimiento, el puerro... Todo depende del gusto de cada uno y de lo que se tenga a mano.
- Os recomiendo prepararlo con antelación pues, como la mayoría de guisos, este también está más rico de un día para otro.

Nada más por ahora, espero que os haya gustado y que tengáis un fantástico inicio de semana.
¡Mil gracias por seguir ahí! :)
Fotos: Marc RT Studios

martes, 13 de octubre de 2015

GALLETAS DE AVENA Y BONIATO



- "Deborilla, tienes que esperarte un rato, que si te los comes muy calientes te va a doler la barriga.."
- "Chompchompglupglup ñamñam ¿Qué dices papá? chompchompglupglup ñamñam.."

Hace unos días, inauguramos la temporada otoñal con un bizcocho especiado de calabaza que no pudo ser más adecuado para hacerlo: Su color tostado, su miga compacta, y su aroma.. Vaya, el otoño hecho bizcocho. En casa fue todo un éxito, y por aquí también tuvo muy buena acogida.
Antes de ayer, en una de nuestras clásicas caminatas de media tarde, nos dimos cuenta de que las plazas principales empiezan a llenarse de tenderos que, con tal de sacarse unas pelillas, te venden un cucurucho de periódico a rebosar de castañas calentitas o un boniato recién horneado por un precio más que razonable teniendo en cuenta todo el trabajo que te ahorran (lavar, pelar, asar...).
Cómo disfrutamos esa tarde, boniatos y castañas calientes en mano, recorriéndonos el pueblo de punta a punta, hablando largo y tendido sobre todo lo que se nos ocurría y disfrutando de nuestra compañía mutua... Ais, si, ya lo dije y lo vuelvo a decir, el otoño hace que esté más "ñoña" que de costumbre.
Cuando era pequeña, en mi casa había mucha costumbre de dedicar, al menos un par de días de la temporada, a asar castañas y boniatos en el horno. De acuerdo, se ensucia mucho más y tampoco saben igual que las que se hacen en un asador, pero pasar una tarde agradable en familia alrededor de la cocina y disfrutar juntos de lo que habíamos cocinado, compensa con creces estas salvedades, os lo puedo asegurar. Yo me iba a la cama agotada y con un empacho de boniatos de mil demonios (véase la frase con la que he empezado la entrada..), pero tan feliz que acababa durmiéndome con una sonrisa de oreja a oreja.
¿Recordáis las galletas de avena y plátano que os enseñé un par de meses atrás? Pues se me ocurrió que podía versionarlas para adaptarlas un poco más a la época en la que estamos, y también para variar un poco, la verdad, porque las he repetido ya varias veces y nos iba apeteciendo cambiar...
El boniato machacado tiene una textura y un dulzor muy similar al del plátano, por lo que fue la primera opción que contemplé (y la única prácticamente), y el resultado nos gustó a la primera.
De nuevo, se trata de unas galletas que no contienen ni harina, ni huevo, ni leche, ni azúcar, pero que, a pesar de todo, están de rechupete. Son ideales para darnos un capricho dulce a cualquier hora del día sin remordimiento alguno, ya que a sanas y naturales no las gana ninguna otra.
Hice poquitas para probar, por eso, con las cantidades que os indico salen, como mucho, 10 o 12 galletas, dependiendo del tamaño y del grosor. Pasada la prueba de cata con nota, yo os recomiendo que aumentéis las cantidades un poco, porque están tan buenas que es casi imposible comer sólo un par. Quien avisa no es traidor...




Ingredientes (para 10-12 galletas):
- 100 gramos de copos de avena
- 2 boniatos pequeños asados o cocidos
- Opcional: nueces, pasas, arándanos secos...

- Antes de empezar, pre calentamos el horno a 190º C y preparamos la bandeja del horno con papel de aluminio untado en mantequilla o con papel de horno.
- Pelamos los boniatos ya cocidos y los limpiamos bien.
- Seguidamente mezclamos en un bol los copos de avena con los boniatos y vamos machacándolos con un tenedor hasta formar una pasta. Podemos añadirle nueces, pasas, almendra picada, etc.
- Con la ayuda de una cuchara, vamos haciendo montoncitos más o menos del mismo tamaño y los colocamos en la bandeja del horno. Aplastamos un poquito, dejando suficiente espacio entre galleta y galleta.
- Horneamos durante unos 20-25 minutos, sacamos del horno y dejamos enfriar por completo antes de consumir.




Notas:
- Si queremos unas galletas más finas, podemos cubrirlas con un papel de horno y pasarles un rodillo por encima, sin apretar demasiado. Si no, nos saldrán unas galletas con más volumen.
- Estas galletas están más buenas de un día para otro, pues no son aquellas galletas crujientes y ligeras a las que estamos acostumbrados, pero se van endureciendo un poco y el sabor a boniato se intensifica.
-Yo opté por añadirles unas pasas que tenía a mano, pero os animo a probar con los ingredientes que más os gusten: chocolate, nueces, almendras, alguna baya, un poco de coco rallado... imaginación al poder.

Espero que os haya gustado y que sigáis disfrutando del otoño tanto como nosotros.
¡Feliz semana!

sábado, 10 de octubre de 2015

ARROZ MARINERO A LA CAZUELA PARA LA INICIATIVA #ARROCITODEMIVIDATS



Todavía no me puedo creer que haya llegado a tiempo a una iniciativa bloguera.. ¿Cómo puede ser que yo, la señorita "tranquila, tienes un mes por delante para pensarlo- ¡Leches, ya te ha vuelto a pillar el toro!" haya tenido tiempo de preparar, catar, fotografiar y editar una receta con cierta tranquilidad? ¿Estaré empezando, por fin, a ser un poco más previsora y organizada que de costumbre? Esto... Pues la verdad, no lo creo. Lo justifico diciéndome a mi misma que octubre ha empezado mucho más tranquilo que septiembre (¡Menudo mes de locos!), que el ingrediente escogido y, sobretodo, el plato que he preparado es un habitual de mi casa, y que ya tenía en mente publicarlo desde hace mucho, muchísimo tiempo y no he visto mejor momento que este para que vea la luz.
Si, como ya habréis podido suponer, el alimento escogido ha sido el arroz, y a la iniciativa a la que me estoy refiriendo es TS, Typical Spanish.
Aunque sólo haya podido participar una vez desde que me invitaran, estoy encantada de poder volverlo a hacer, pues me parece una manera estupenda de redescubrir nuestra cocina más auténtica y tradicional, o de darle un giro de 360º y que, aún así, conserve esa esencia que nos transmitieron nuestras madres e incluso nuestras abuelas... Qué mas da, el objetivo es cocinar, disfrutar y darlo a conocer.
Estela, de blog Mi Dornillo, ha sido la anfitriona de este mes y la encargada de escoger el ingrediente a emplear en la elaboración de las recetas. ¿Se os ocurre algún ingrediente más versátil, económico, rico y que de más juego que el arroz? A mi no, y teniendo en cuenta la cantidad de platos típicos de nuestro país que se preparan con arroz, creo que las propuestas van a ser de lo más interesantes...
La receta que hoy os presento se la debo, como no, a mi madre, quien cuenta en su recetario habitual con un escueto pero genuino repertorio de arroces: el arroz con leche (el mejor que he probado nunca), el arroz a la cubana, el arroz con pollo, los calamares en salsa con arroz.. y el arroz a la cazuela, mi favorito por goleada. ¿Y que tiene este arroz que lo haga destacar sobre el resto? Pues, entre otras cosas, un sofrito delicioso y totalmente casero que mi madre se encargaba de hacer en la misma cazuela de barro ( de ahí el nombre), el hecho de poder añadirle unos u otros ingredientes en función de la época del año (judías en primavera, setas en otoño, pescado o carne...) y que, en función de esto, pueda servirse como plato de diario o como una auténtica comida de domingo.
A pesar de ser un plato típico catalán, y teniendo en cuenta que mi madre es andaluza, ha conseguido bordar e incluso mejorar la receta original. Chapó por ella.
Como ya he dicho, al arroz a la cazuela se le pueden añadir los ingredientes que más nos gusten y que tengamos a mano. Esta vez, yo he optado por prepararlo con unos calamares que estaban de oferta en mi pescadería de confianza y unos mejillones limpios que tenía en el congelador.
El resultado ha sido un arroz muy humilde pero no por ello menos rico y completo. Un plato de este arroz te deja bien satisfecho sin necesidad de nada más, pues incluye todos los nutrientes necesarios para una comida completa y, sobretodo, muy reconfortante, de esas que nos hacen bendecir a nuestras madres a cada bocado :).
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 personas):
- 180 gramos de arroz, preferiblemente bomba
- 150 gramos de menestra de verduras
- 2 cucharadas soperas de tomate natural triturado
- 200 gramos de calamares a trozos
- 10-12 mejillones limpios
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva
- 500 ml de caldo de pescado de calidad (en mi caso, Fumet de pescado y marisco de Aneto)
- 250 ml de agua
- Sal, ajo y perejil, al gusto

- Una cazuela de barro de 28 cm de diámetro (opcional)

- Para empezar, ponemos el aceite en la cazuela a calentar a fuego medio y sofreímos la menestra durante 5 minutos, sin parar de remover. Pasado este tiempo, añadimos el tomate, los mejillones y los calamares y sofreímos otros 5 minutos aprox.
- Cuando veamos que el agua de los calamares se ha evaporado casi por completo, añadimos el arroz y removemos durante un par de minutos.
- Seguidamente, cubrimos bien con el caldo y la mitad del agua, subimos el fuego y dejamos cocer 8 minutos a una potencia alta, sin dejar de remover.
- Después, bajamos el fuego sin que el arroz deje de hervir y lo dejamos cocer unos 10 minutos más, añadiendo el resto del agua si fuese necesario. A la vez, probamos y rectificamos de sal y especias.
- Pasado este tiempo, comprobamos que el arroz está en su punto, apagamos el fuego, retiramos y servimos inmediatamente.




Notas:
- La cantidad de caldo que he utilizado es relativa, pues en casa nos gusta el arroz más bien seco. Si no es el caso, basta con añadirle un poco más. Eso si, merece la pena que sea un caldo o fumet de pescado de calidad, pues le aporta un sabor y un aroma delicioso al conjunto del plato.
- Para ahorrar tiempo y trabajo, podéis emplear calamares congelados ya limpios y troceados o pedirle al pescadero/a de confianza que os lo haga.
- Hay quien deja reposar este arroz un rato, cosa de la que yo no soy partidaria; las cazuelas de barro aguantan muchísimo el calor fuera del fuego, por lo que el arroz se sobrecuece. Si empleáis una paella normal ya es distinto.

Espero que os guste mi aportación y las del resto de participantes. La verdad es que da gusto poder formar parte de iniciativas tan chulas como esta.
Os dejo también el enlace al recopilatorio para que no os perdáis ninguna propuesta:

lunes, 5 de octubre de 2015

BIZCOCHO ESPECIADO DE CALABAZA CON CHOCOLATE BLANCO


¡Ya es otoño!
Pues si, y lo rápido que ha llegado... La verdad es que a muchos les (nos) da el clásico bajón cuando empezamos a notar que cada vez hace más fresco, que los días son más cortos y los amaneceres se hacen esperar un poco más, que tenemos muchas más obligaciones pero la energía física y mental va nimbando... Pero (porque siempre hay un pero) qué bonito resulta darse cuenta de que los parques empiezan a teñirse de colores cálidos, que las hojas caídas crujen bajo nuestros pies al pasear, que disfrutamos mucho más de una tarde de película o lectura, que podemos volver a taparnos con un edredón y zamparnos un enorme bol de sopa sin morir en en intento,.. El que no se consuela es porque no quiere.
En otoño también empiezan a aparecer en las fruterías las primeras castañas, mandarinas, naranjas y batatas, y los higos, qué me decís de los primeros higos de la temporada... un manjar.
Pero si hay una hortaliza que represente a la perfección el otoño, esa es la calabaza. Es verlas de nuevo en el mostrador de mi frutería y entrarme la "morriña", por decirlo así...
Es cierto que hay calabazas de otoño y calabazas de invierno, por lo que no acostumbra a faltar en casa y la uso para preparar deliciosas y reconfortantes cremas y sopas, a veces algún guisito y poco más. Pero si hay un momento idóneo para comprar, comer y disfrutar al máximo del sabor y las propiedades de la calabaza, es en otoño. Ya sabéis, las frutas y verduras de temporada son más nutritivas, más sabrosas, más sanas y más económicas. La madre naturaleza es muy sabia.
Además de los deliciosos purés y guisos que podemos preparar con calabaza, también resulta un ingrediente ideal para muchas preparaciones reposteras. Al igual que la zanahoria y el boniato, la calabaza funciona muy bien como edulcorante natural y aporta mucha jugosidad y consistencia a cualquier masa.
Con la excusa de que mis padres nos habían invitado a comer y que, como de costumbre, me tocaba a mi llevar el postre, decidí emplear una calabaza hermosa que tenía en el frutero para preparar este bizcocho especiado de calabaza o "spiced pumpkin pie". Se trata de una receta de origen inglés que cada vez se conoce más en el resto del mundo, y no es para menos, pues resulta un bizcocho contundente, jugosísisisisisimo, muy aromático y con una combinación de especias muy potente pero equilibrada.
Si os gustan más los bizcochos suaves y ligeros, de esos que cogen mucho aire y son ideales para mojar, este no es vuestro dulce. En cambio, si sois de los que disfrutáis comiéndoos un buen trozo de bizcocho con mucho cuerpo, contundente, húmedo y tan especiado que os persista el sabor de las especias en boca bastante rato, este es vuestro bizcocho.
Bah, sea como sea, merece la pena darle una oportunidad. Al menos en casa pasó la prueba de cata madre-padre-abuela-novio, y con nota, así que os animo a que lo probéis.
Os dejo los ingredientes y la preparación:



Ingredientes (para 4 personas, a 2 trozos por persona):
- 100 gramos de harina integral
- 125 gramos de puré de calabaza
- 80 gramos de azúcar moreno
- 1 huevo tamaño XL
- 50 ml de aceite de oliva suave
- 1 cucharadita de canela
- 1 cucharadita de jengibre
- 1 cucharadita de nuez moscada
- 1/2 cucharadita de bicarbonato
- 3 gramos de levadura química
- Una pizca de sal
- Virutas de chocolate blanco (opcional)

-Antes de empezar, precalentamos el horno a 180ºC, calor arriba y abajo.
- En un bol grande tamizamos la harina, el bicarbonato, la levadura y las especias, y reservamos.
- Seguidamente, mezclamos el azúcar moreno con el puré de calabaza (calabaza asada y machacada, sin más) hasta que no tenga grumos. Añadimos también el aceite y el huevo y volvemos a mezclar.
- Seguidamente, añadimos los ingredientes secos en dos veces y mezclamos hasta que estén integrados.
- En un molde previamente engrasado, colocamos la masa y la repartimos bien dándole unos golpecitos. Si nos gusta, espolvoreamos unas virutas de chocolate blanco por encima.
- Introducimos en el horno y horneamos durante 25-30 minutos o hasta que veamos que el bizcocho ha subido y esta dorado.
- Apagamos el horno, retiramos el bizcocho y dejamos enfriar unos 20 minutos. 
- Pasado ese tiempo, desmoldamos nuestro bizcocho y lo dejamos enfriar por completo antes de cortarlo y servirlo.




Notas:
- El truco casero más sencillo para saber si un bizcocho está cocido es pinchándolo con un palillo. Si este sale limpio, el bizcocho ya estaría listo.
- Es recomendable preparar este bizcocho de un día para otro, así la miga tiene tiempo de asentarse y resulta mucho más rico.
- El acompañamiento más habitual y delicioso para este bizcocho es el frosting de queso o el helado de vainilla y/o nata. A mi, por ejemplo, me gusta añadirle algún tipo de chocolate. Para gustos, colores.

Espero que os haya gustado y que tengáis un estupendo inicio de semana.
¡Millones de gracias por seguir ahí!
Fotos: Marc RT Studios

jueves, 1 de octubre de 2015

CURSO "RECETAS DE COCINA PARA TÁPER" EN LA SIRENA BARCELONA



¡Vaya semana de locos!
¿No os pasa que hay días en los que os vais a la cama con esa sensación de "bah, un día más, un día menos" y, en cambio, hay otros en los que os ha faltado tiempo para todo lo que queríais hacer, y caéis tan agotados en la cama que en menos de cinco minutos os habéis quedado taaaaan dormidos que no os despertaría ni la alarma de incendios a toda potencia? Pues a mi, desde hace más o menos diez días, es exactamente lo que ha venido pasándome. Después de poder disfrutar de un poco más de descanso y tiempo libre, mi cuerpo empezaba a pedirme algo más de movimiento, algo de "marcha" por decirlo así, llenar mi día con algo más que paseos, lectura y películas.. un poco de rutina, en definitiva. Y si, por suerte todo ha ido llegando, pero como bien reza el refrán, a modo de "¿No querías caldo? ¡Pues toma, dos tazas!". Si es que la sabiduría popular se llama así por algo...
Sin entrar mucho en detalles (que me conozco, y si lo hago esto va a acabar pareciendo un diario en vez de un blog de cocina...), ha habido de todo: Trabajo, estudios, visita y comida con los suegros, visita y comida con los padres, médicos, veterinarios, eventos, alguna que otra quedada con las amigas para ponernos al día... En fin, una cosa detrás de otra, un no parar, sin prisa pero sin pausa.
He terminado exhausta la mayoría de los días, hasta tal punto de terminar de cenar y tener que meterme en la cama... Agotadísima, si, pero satisfecha y feliz. Apelando otra vez al refranero popular, "Sarna con gusto no pica", doy fe.
Y en cuántos más líos me meto, en más me quiero meter, y sobre todo si me gusta lo que hago, como es el caso de la cocina. Eso es exactamente lo que me está pasando con el blog y el motivo principal porque el que lo estoy disfrutando tanto y por el que no quiero dejarlo de lado, por mucho que me cueste. Así que, después de casi una semana, vuelvo con cosas nuevas que contaros (y cocinaros, claro).
Uno de esos "líos", "saraos" o como queráis llamarlo en los que me he metido esta semana ha sido en el último curso de cocina que daba la famosa cadena de alimentación congelada La Sirena.
En alguna otra ocasión ya os había comentado que yo soy clienta habitual de La Sirena, por muchísimos motivos: La variedad y calidad de productos es enorme, siempre que voy encuentro algo nuevo que probar, el la relación calidad-precio es bastante buena y los empleados, al menos los de las tiendas que suelo frecuentar, me atienden fantásticamente. Además, también ofrecen servicio de tienda online con entrega a domicilio o incluso recogida en tienda, cosa que me resulta la mar de práctica para esos días que, como en los 5 o 6 anteriores, voy muy justa de tiempo.
Ya sabéis que yo, debido a mi ritmo de vida, me veo obligada a comer de táper varias veces a la semana. Si es cierto que hay días en los que no tenemos ganas de cocinar y decidimos tirar de bocata o del menú del bar de al lado, pero por norma general, este no es mi caso e intento ingeniármelas para que llevarme la comida al trabajo no sea sinónimo de aburrido, soso, poco equilibrado y/o poco práctico. Dicho esto, y llamándose el curso de cocina "Recetas de cocina para táper", no podía perdérmelo, me estaba más que destinado, ¿No os parece?.
El curso se llevó a cabo en el Aula de Cocina de la tienda que La Sirena tiene ubicada en la Avenida Meridiana número 242, en Barcelona, durante una sesión que duró aproximadamente 2 horas, de 16h a 18h, (aunque había otro pase de 18:30h a 20:30h).
Montse Tapia, junto con su pinche Mar, fue la encargada de presentarnos, preparar y cocinar todos los platos que ella misma había creado para a ocasión. Como no se cansó de repetir Montse mientras los elaboraba, eran platos pensados para que aguantaran bien el trajín del día a día, el transporte hasta el trabajo o hasta donde nos los fuéramos a comer y, por supuesto, para que fueran muy completos, variados y distintos entre si, para evitar caer así en la monotonía y el aburrimiento tan comunes cuando uno tienen que comer fuera de casa.
Todas las recetas, como no podía ser de otro modo, estaban realizadas con productos La Sirena, cosa que aseguraba un gran ahorro de tiempo y un muy buen resultado.
Montse cocinó, en menos de 2 horas (!Vaya super mujer!) 5 platos, uno para cada día laborable de la semana. Éstos son algunos de ellos:


HABAS CON PULPO, BRÓCOLI Y CACAHUETES

PULPO A LA GALLEGA


REDONDO DE POLLO LA SIRENA CON ARROZ, ALMENDRAS Y ESCALIVADA


ENSALADA DE LENTEJAS CON SALMÓN


PASTA CON GUISANTES, ESPÁRRAGOS Y GAMBAS


QUICHE DE PUERROS LA SIRENA CON ENSALADA DE LENTEJAS

Montse también nos cocinó unas hamburguesas con salsa de setas que estaban deliciosas y que, precisamente por eso, no llegamos a tiempo de hacerles la foto.. volaron.
Aunque la sesión transcurrió sin dudas ni preguntas por parte de los que asistimos (mi chico fue el único hombre, pobrete...), Montse no dejó de involucrarnos ni un sólo momento, dándonos consejos sobre el transporte y la conservación de alimentos, las sugerencias de presentación, e incluso ideas para substituir unos ingredientes por otros... vaya, lo que se llama una buena profesora de cocina, que hizo que la clase pasará volando.
Llegado el momento de la degustación, tuvimos oportunidad de fotografiar y catar todos los platos, a cual de ellos más rico. Además, pudimos regar la comida con copita de vino turbio y ponerle el broche final y dulce a la velada con un postre cremoso de mango elaborado por dos compañeras de Thermomix, que no quisieron perdérselo.
En resumen, si la intención era que saliéramos de allí, compráramos los los ingredientes en la misma tienda y probáramos a hacer las recetas en casa, con nosotros lo consiguieron :).
Este curso y todos los que organiza La Sirena son completamente gratuitos para los titulares de la tarjeta Club. Tanto si sois clientes habituales como si sólo acudís de vez en cuando a La Sirena, os recomiendo que os la hagáis, pues es completamente gratuita y da acceso a muchísimas ventajas, (independientemente del importe de vuestras compras): descuentos, cheques regalos, concursos, sorteos de carros de compra, etc. Hacerse titular de la tarjeta Club, además, resulta la mar de sencillo, pues sólo es necesario acudir con vuestros datos a vuestra tienda La Sirena más cercana y os la harán y entregarán al momento. Vaya, merece mucho la pena.
De momento, los cursos de cocina La Sirena solamente se imparten en Madrid, Barcelona y Terrassa pero, dado el éxito de los mismos y la constante expansión de la cadena, no descartéis que pronto puedan estar en vuestra ciudad. Tened en cuenta que las fechas son muy concretas y plazas limitadas, así que os recomiendo visitar regularmente la sección de eventos dentro de la página web de La Sirena para que no se os escapen. En Barcelona, por ejemplo, ya se ha abierto el plazo de inscripción para el nuevo curso Arroces 2015 al que, por supuesto, no he dudado en apuntarme. Y, bueno, posiblemente para la fecha iré tanto o más de bólido que estos últimos días, pero ya sacaremos tiempo de donde sea.

Para más información:
Web de La Sirena
Blog de La Sirena
Facebook La Sirena
Fotos: Marc RT Studios

Nada más por hoy.
Millones de gracias por seguir ahí, en cuanto puedo dedicaré un ratito en visitaros y ver que delicias habéis estado cocinando en mi ausencia :)
¡Sed felices!