miércoles, 28 de diciembre de 2016

COUS COUS INTEGRAL TRES (Y MÁS) DELICIAS



¡FELIZ NAVIDAD A TOD@S!
Sí, lo sé, llego un poco tarde y seguro que a estas alturas ya lo habréis oído mil y una veces, por no decir mil y dos... Pero yo, que soy muy de tirar de refranero (dios mío, cada vez me parezco más a la suegra de mi marido...), lo acompaño de un "nunca es tarde si la dicha es buena" y me quedo más ancha que pancha. Los buenos deseos siempre son bien recibidos, ¿verdad?
¿Qué tal se ha portado Papá Noel? Su paso por casa fue, como nos gusta decir por estos lares, breve pero intenso. Hemos debido de ser muy buenos este año, porque el simpático señor gordinflón vestido de rojo nos dejó, entre otras cosas, un móvil nuevo (y muy necesario, la verdad), una escapadita romántica y alguna que otra comilona en familia... 
¡Ay, las comilonas! Y eso que todavía no hemos superado el 2016... 
Cada año nos pasa lo mismo. Llegadas las fechas más señaladas (dice ser 25, 26, 31 de diciembre y 6 de enero), o bien uno o más miembros de nuestra familia tiene que trabajar, o bien no son muy amigos de este tipo de reuniones dadas sus creencias religiosas, o bien se le avisa tarde y ya tiene otros compromisos, o nos dormimos en los laureles y no encontramos mesa en ningún restaurante. Entre eso y que, desde que falleció mi yayo, dejamos de organizar cenas navideñas en su casa... ¿Qué nos queda? A familia complicada no nos gana nadie y somos de los que terminamos yendo a comer o cenar un día no festivo de Navidad, a las 3 de la tarde o a las 11 de la noche, casi siempre sin reserva previa y preguntando por el menú especial para estas fechas... Oye, si cuela, cuela.
Bromas aparte, a veces es difícil no empacharse. Empezamos saliendo de comilona con mi familia a mediados de mes y, desde entonces, han habido partidos de fútbol con amigos, hamburguesas y mucha, mucha cerveza, alguna que otra comida en una conocida franquicia de comida rápida (por pura necesidad, lo juro y perjuro), algún que otro concurso de facebook premiado con una cena en pareja (hacedme caso, no cenéis canelones y pastel de chocolate con asiduidad...) y, por último y por cortesía de mi "Papá Noel particular", cena romántica en un restaurante italiano la mar de cuqui pero donde lo más ligero que podías pedirte era una pìzza vegetal de 32 cm de diámetro... ¡Ahí es nada! Oficialmente, mi estómago empezó a odiarme hace 5 días, y ya véis que motivos no le faltan.
De toda la vida, siempre he sido yo la que más disfruto cocinando y compartiendo mesa con mis amigos y familiares en estas fechas, pero también la que más padece cuando come alimentos o platos que no suelen formar parte de mi dieta habitual o que sé de antemano que no me sientan bien, así que imaginaos si no me queda más remedio que hacerlo con frecuencia y en cantidad...
Cuando una cocina en casa siempre es más sencillo adaptar el menú y no excederse, pero saliendo a comer fuera la cosa cambia mucho: que si escudella de primero por aquí, que si pollo relleno o canalones de segundo por allá, y las sobremesas dulces con chupito incluido... Ah, y no te salgas de los especiales porque puede costarte un riñón y medio...
En fin, MENOS MAL (y lo pongo en mayúsculas porque es algo que me está ahorrando muchas visitas al digestólogo) que sigo pudiendo cocinar platos más sencillos, equilibrados y sobretodo, mucho más ligeros durante esos 3-4 días que pasan entre comilona y comilona, y no os podéis imaginar lo muchísimo que nos lo agradece el cuerpo.
Y menos mal también que lo ecológico y lo sano está cada vez más de moda y que, hará cosa de 2-3 años, los supermercados ecológicos se han multiplicado en muchas ciudades. Por supuesto, Barcelona no ha sido una excepción y cada vez es más sencillo encontrar alimentos "de verdad", de esos que saben a lo que son y que sientan de maravilla a nuestro cuerpo y a nuestro entorno.
De entre todos estos lugares, Veritas es, con diferencia,  mi cadena favorita de supermercados ecológicos. A día de hoy, no he dado con ningún producto Veritas que no me guste, la variedad es enorme (productos frescos, de alimentación general, para el cuidado del hogar, para bebés...) el personal me ha tratado siempre de maravilla y, por si fuera poco, cuentan con obrador de panadería propio donde elaboran panes, bollería y tartas de lo más ricas y variadas y eso, para una panarra empedernida como yo, es casi irresistible.
Como la mayoría de las supermercados ecológicos, Veritas no es barato, así que no suelo acudir a hacer toda mi compra semanal, pero sí para comprar algunas cosas "especiales" que no suelo encontrar en mi super habitual y que me apetece probar o repetir de vez en cuando. Es el caso, por ejemplo, de los turrones de elaboración propia que ponen a la venta para estas fechas (y que están de muerte lenta), los quesos y embutidos ecológicos que solía encontrar solamente en mercados ocasionales, o la gran variedad de harinas y cereales a granel.
Además, hará cosa de un año, Veritas inauguró el espacio Terra Veritas en su establecimiento situado en calle Diputació 239, donde periódicamente organizan talleres, cursos, charlas, clases de yoga y mucho más. Desde que lo descubrí, yo he podido asistir a una presentación de libro, un taller de yoga y ecobrunch y a una muestra de vinos ecológicos (os lo he ido contando a través de Facebook). Teniendo en cuenta lo bien que me lo pasé, lo mucho que aprendí, lo baratas que son la mayoría de actividades y que, a cambio, siempre te dan un vale de compra por valor de 5-10 euros, seguiré acudiendo sin duda alguna. 
Por supuesto, la receta de hoy está elaborada, en su mayoría, con productos que compré en Veritas, aprovechando uno de los vales de compra que os comentaba.
Cuando me apetece preparar algo ligero y que me siente bien, suelo descartar los platos a base de carne e intento que sea lo más rico en nutrientes y fibra posible. Ya os podéis imaginar, pues, que un plato a base de cous cous integral, verduras y huevos ecológicos es un regalo para mi sistema digestivo, además de para el paladar, porque para ser una versión muy muy particular del clásico arroz chino tres delicias, he de decir que queda igual o más rico.
Así que, si os apetece darle a vuestro cuerpo un respiro entre comilona y comilona navideña pero no os apetece pasaros más de media hora en la cocina, os recomiendo darle una oportunidad.
Os dejo los ingredientes y la preparación:





Ingredientes (para 2 personas):
- 150 gramos de cous cous integral
- 1 cebolleta no muy grande
- 1 zanahoria pequeña
- 4 palitos de surimi frescos
- Un puñado de pipas de girasol peladas o frutos secos al gusto
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra
- 1 vaso grande de agua (250 ml aprox.)
- Sal, pimienta y comino molido, al gusto
- Salsa de soja, opcional y al gusto

- Para empezar, ponemos el agua a calentar en una cazuela con un pellizco de sal. Cuando empiece a hervir, retiramos y añadimos el cous cous. Tapamos y dejamos cocer 15 minutos como mínimo.
- Aparte, limpiamos y picamos muy menudo las verduras y los palitos de surimi.
- En una sartén a fuego medio y con una cucharada de aceite, sofreímos la cebolla y la zanahoria unos 5-6 minutos. Añadimos entonces los pimientos y el surimi, damos un par de vueltas, salpimentamos y retiramos.
- Ponemos otra sartén al fuego con un poco más de aceite. Batimos ligeramente el huevo con un poco de sal y hacemos con él una tortilla lo más fina posible. Dejamos templar, troceamos y reservamos.
- Destapamos el recipiente donde tenemos el cous cous y lo removemos bien con la ayuda de un tenedor y un hilo fino de aceite de oliva.
- Por último, mezclamos el salteado de verduras y la tortilla con el cous cous justo en el momento de servir. Podemos terminar el plato añadiendo un puñadito de pipas peladas y/o un hilo de salsa de soja.





Notas:
- El cous cous, sobretodo el integral, es una sémola que crece muchísimo y llena bastante, así que con poco más de una taza de café por persona (en seco) suele ser suficiente.
- A la hora de servir el cous cous, tenemos dos opciones: mezclar previamente todos los ingredientes y repartirlo a partes iguales, o servir el cous cous por un lado y el salteado por otro para que cada comensal se sirva al gusto.
- Para que el cous cous quede todavía más sabroso, podemos sustituir el agua por algún tipo de caldo (de pollo, de verduras, de carne...) e incluso tostarlo un par de minutos antes de cocerlo. 
- Esta receta os puede ser muy útil para aprovechar los restos de carnes, pescados, verduras y demás que solemos acumular en la nevera y/o despensa, sobretodo en estas fechas. Así que, como siempre os digo, imaginación y gusto al poder.


Y con esto y un bizcocho... ¡Gracias por seguir ahí otro año más! Ha sido un 2016 agotador, pero durante el cual he aprendido, cocinado, compartido y disfrutado un montón, y vosotro@s tenéis gran "culpa" de ello :) De corazón, MILLONES DE GRACIAS.
Seguid disfrutando de las navidades, que para eso están.
¡Besos!
Fotos: Marc RT Studios

sábado, 10 de diciembre de 2016

ESTOFADO IBÉRICO PARA #DEPATANEGRATS



¡Queda oficialmente inaugurada la temporada de cuchareo! Y ya era hora, con lo bien que sienta un buen guisito cuando el frío aprieta y las ganas que teníamos en casa, madre mía...
Empezando por el postre, y como os prometía hace unos días, ha llegado el momento de participar en la que será la última iniciativa de La Cocina Typical Spanish de este 2016. Y, además, viene con sorpresa, para terminar el año con un buenísimo sabor de boca.
Nuestra última anfitriona del año ha sido nada más y nada menos que Rebeca, del blog La Cocina de Rebeca. Por si no la conocéis, Rebeca es una mujer todoterreno (periodista, blogger y mamá, ahí es na') que le pone cuerpo y alma a todas las recetas que publica en su blog, y eso se nota a leguas. Como ella misma dice, la intención es que los platos gusten y nos divirtamos en la cocina... ¡Y vaya que si lo hacemos! Desde aquí, gracias Rebeca, merece la pena no perderte la pista.
Pues bien, la propuesta de Rebeca ha ido muy en la línea de la época en la que estamos. Y es que, aunque no lo parezca, la Navidad está a la vuelta de la esquina y a la que nos despistemos estamos ya cantando villancicos, con los cuñad@s en casa y dos quilos de más por culpa del dichoso turroncito de la sobremesa...
Es habitual que en esta época no escatimemos (o, al menos, no demasiado) en la calidad de los alimentos que servimos en nuestras mesas. Por eso, y como no hay producto más típico de estas fechas en nuestro país que un buen ibérico, utilizar alguno de ellos ha sido nuestro reto de este mes.
 Y además, la propuesta viene con regalo, pues entre todos los blogs que participemos se sorteará un lote de productos ibéricos cortesía de Jamones y Embutidos Vázquez, que ha querido tener un detalle con nosotros. ¿Alguien da más?
A pesar de que podíamos elegir entre utilizar un producto ibérico curado o fresco, desde el minuto cero en el que conocí la propuesta tuve claro que quería preparar un buen estofado, pues recordaba haberlo preparado alguna que otra vez con cerdo ibérico y la verdad es que el gasto extra mereció la pena.
El estofado es uno de esos platos tradicionales que no falta en ningún recetario casero y que reconforta el cuerpo y el alma, sobretodo ahora que el frío parece que ha llegado para quedarse.
En mi casa, por ejemplo, solíamos comer estofado una vez por semana, y era mi madre quien se encargaba de dedicarse la tarde anterior a prepararlo para que, llegada la hora del almuerzo al día siguiente, lo disfrutaramos "asentao"... ¡Y vaya si lo disfrutábamos! La buena mano de mi madre y el reposo (que lo hacía más espesito y sabroso) le sentaban de maravilla al estofado, aunque ya os puedo asegurar que a nosotros nos sentaba muchísimo mejor. ¿Y qué me decís de dejar dos o tres tozos de patata para el final, y chafarlas para comerlas con las últimas sobras de salsita? Babeando me hallo...
Como ya os podéis imaginar, yo he ido a lo seguro y he preparado la versión de mi madre, aunque con alguna modificación (ella suele usar más carne de ternera que de cerdo, por ejemplo). De todo modos, la jugosidad y la melosidad de la carne de cerdo ibérico hicieron acto de presencia y quedó un plato delicioso.
Sin más, os dejo con la receta, a ver qué os parece:




Ingredientes (para 2 platos grandes):
- 300 gramos de carne de cerdo ibérico (lomosolomillo, cabezada...)
- 1 cebolla mediana
- 1 zanahoria grande
- 1 diente de ajo
- 2 patatas hermosas 
- 2 cucharadas soperas de tomate natural triturado
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva suave
- 1 vaso pequeño (150 ml aprox.) de vino tinto para cocinar
- 1 vaso (200 ml aprox.) de agua
- 1 hoja de laurel (opcional)
- Pimienta, perejil picado y sal, al gusto.

- Para empezar, limpiamos la carne de la grasa que pueda tener y la troceamos a tacos de tamaño bocado. Limpiamos, pelamos y picamos también la cebolla, el ajo, la zanahoria y las patatas.
- Añadimos el aceite en una cazuela grande y sofreímos los tacos de carne a fuego medio con un poco de sal, pimienta y perejil picado. Añadimos también la cebolla, el ajo y la hoja de laurel, y le damos unas vueltas (5 min aprox.)
- Seguidamente, añadimos el tomate triturado, las zanahorias y las patatas, y lo removemos todo bien un par de veces. Añadimos entonces el vino y el agua y esperamos a que empieze a hervir.
- Cuando empieze a hervir, removemos de nuevo, tapamos y dejamos cocer unos 35-40 minutos a fuego medio, o hasta que las patatas estén tiernas y/o hasta que el caldo haya reducido y espesado.
- Dejamos reposar unos 10 minutos antes de servir.




Notas:
- El estofado suele ser un plato bastante contundente, por eso recomiendo tomarlo como plato único y variar las verduras al gusto, pues así disfrutaréis de un estofado distinto e igual de rico cada vez que lo preparéis. Además, se trata de una forma estupenda de que los peques coman verdura.
- Los tiempos que os indico en la receta son para una olla/cazuela convencional. Si disponéis de una olla rápida o "express", en menos de 20 minutos tendréis el estofado listo.
- Como os he comentado antes, el reposo le va fenomenal a este tipo de guisos, pues los sabores se intensifican y queda más espeso. Si tenéis oportunidad, preparadlo la noche de antes para el almuerzo del día siguiente, merece mucho la pena.




Y esto es todo, por ahora.
Espero que os haya gustado mi aportación de este mes.
Y por si os animáis a descubrir el resto de "ibericadas" de mis compis, aquí os dejo el enlace al recopilatorio con todas sus aportaciones. Como siempre, no tiene desperdicio alguno.
¡Muchas gracias por seguir ahí, y feliz fin de semana!
Fotos: Marc RT Studios

martes, 6 de diciembre de 2016

TARTA DE MANZANA CLÁSICA

 


Si pudierais verme por un agujerito ahora mismo (suerte que no...), me faltaría comedor para correr a esconderme... Tirada en sofá, con pijama polar, doble calcetín, moño alto, manta a modo de capa, una manzanilla calentita, y escribe que te escribe... ¡Esto es vida señor@s! Y es que, cuando tu día a día te obliga a prescindir con frecuencia de estos momentos de "bicho bola" (así los llamamos en casa), poder dedicarte una tarde (casi) entera a ello es como... En fin, mi gozo en un pozo, supongo que me entendéis perfectamente.
Y sí, lo sé, soy un caso. Otro mes de ausencia que dan como resultado muchísimas cosas que contar, demasiadas para una, dos, tres y hasta diez entradas, así por redondear a lo bajo. Y es que no me canso de decirlo: a culo inquieto no me gana nadie. Levantarse por la mañana y tener algo que hacer, y si ya ese algo te hace sentir útil, satisfecho, realizado, feliz al fin y a cabo, es lo que le da sentido a nuestras vidas y hace que nos vayamos a la cama agotados pero que apenas necesitemos un poco de ganas para dejar la pereza entre las sábanas y enfrentarnos al día.
Noviembre ha sido, con sus altos y sus bajos, un mes de bastante jaleo en casa: sigo con mis nenes "bilingües" y sus travesuras a la vez que estudiando por mi cuenta y sacando tiempo para ir a alguna que otra quedada con amigos, hacer una escapada rápida con Marc y plantarme en todos aquellas presentaciones, talleres, cursillos y demás a los que se me presenta la oportunidad. Por suerte, la temporada de verano hace mucho que quedó atrás y vuelvo a tener a mi señor maridín en casa, al que ya he liado varias veces (siempre a cambio de un plato de lentejas para almorzar, tampoco es que pida demasiado el pobre) para que me acompañe o le dedique media hora de su día a una sesión de fotos de alguno de los platos que preparo en casa. Y el pobre siempre ahí, al pie del cañón... Tanto que ahora tengo un montón de entradas empezadas, con unas buenas fotos pero en las que, sea por falta de tiempo o por pereza, no he escrito nada todavía. No ya por el hecho de que se me esté acumulando en trabajo (que también), sino porque realmente me apetece seguir contandoos, enseñándoos y compartiendo mi cocina y mis andaduras con vosotros, voy a tener que hacer un análisis de moral profundo y ponerme seriamente a ello. Eso o clonarme, cosa que pinta imposible dada la situación actual de mi cuenta de ahorros... En fin, vamos a lo que vamos.
Parece que el frío ha llegado para quedarse: días más cortos, noches más frías y largas, tardes en las que sólo apetece taparse hasta la nariz y no moverse del sofá, y ensaladas, salteados y sopas templadas que empiezan a desaparecer para dar paso a sopas calentitas, guisos, estofados y horneados a tutiplén. En definitiva, cocina de temporada rica, calentita, de esa que reconforta y nutre el cuerpo y el alma. Y si ya se hace y se comparte con cariño, ni os cuento... Y en esta receta otra cosa no habrá, pero cariño lo hay a raudales. Venga, va, sí, os cuento un poco:
Una de las ventajas de trabajar en un colegio es que casi siempre puedo tomarme el día libre cuando los nenes también lo tienen. Eso se traduce en algún que otro sábado (si he podido preparar la siguiente clase por adelantado, claro) y muchos domingos... ¡Domingos! Se me hace hasta raro poder levantarme un poco más tarde, ir al mercado semanal e incluso visitar a mis padres o a mis tíos sin tener que pensar si habrán vuelto ya del trabajo.
Sin ir más lejos, el domingo pasado, después de haber aprovechado la mañana a más no poder y haber comido a las tantas por ello, el tiempo empezó a torcerse un poco y nuestros planes de salir a merendar fuera empezaron a darnos una pereza enorme, tanta que decidimos dejarlo para otro día.
¿Y qué íbamos a merendar entonces? Vale, todos tenemos en la despensa un paquete de galletas básicas, alguna que otra tableta y/o crema de chocolate e incluso algo de bollería industrial para estos casos, pero nosotros ya nos habíamos hecho a la idea de ir a merendar a alguna cafetería/pastelería de esas tan cuquis que tanto abundan hoy en día y en las que lo más ligero que puedes tomarte son unas galletas gigantes con extra de pepitas de chocolate. Por eso, no me costó mucho convencer a Marc para que me ayudara a preparar esta tarta, pues ya se la había hecho con anterioridad en varias ocasiones y sabía que le encantaba. De hecho, tuve que estar pendiente de que no le diera un pellizco antes de que se enfriara del todo para poder desmoldarla y pintarla, no os digo más.
La tarta o bizcocho de manzana es un clásico de la repostería que siempre se ha preparado en casa y que nunca me canso de repetir, ya sea para disfrutarla nosotros o para llevarla a alguna reunión familiar, con amigos, etc.
La receta que os doy hoy es una mezcla entre la de Eva Arguiñano y la de mi madre, es decir, mi versión particular de ambas.  Os aseguro que, respetando las cantidades, los tiempos y optando por ingredientes de calidad, siempre queda perfecta, con una textura consistente pero suave y cremosa a la vez, y un sabor a manzana tan rico que... Vaya, para comerse media tarta de una sentada.
Y, si tenéis la oportunidad, dejad que os ayuden a prepararla, ya sea vuestra pareja, vuestros nenes, vuestra madre, vuestro padre o el vecino de al lado, qué más da. Cocinar en compañía añade variedad y diversión a algo que muchos ya hemos cogido como rutina y nos permite, entre otras muchas cosas, pasar tiempo de calidad con nuestros seres queridos, aprender a trabajar en equipo, probar cosas nuevas juntos, divertirnos y, en definitiva, disfrutar mucho más de lo que se está comiendo por el simple hecho de haber pasado un buen rato preparándolo. Creedme, merece la pena.
Sin más,os dejo con los ingredientes y el paso a paso:




Ingredientes (para 4 personas):
- 1 manzana golden grande (250 gramos aprox.)
- 100 gramos de harina de trigo común
- 1 cucharadita de café de levadura química
- 1 huevo tamaño XL
- 50-60 gramos de azúcar blanquilla
- 75 ml de leche
- 1 cucharada sopera de aceite de girasol
- Canela en polvo, al gusto
- Mermelada de melocotón, para pintar la tarta

- Antes de empezar, encendemos el horno y lo precalentamos a 190ºC, calor arriba y abajo.
- En un bol grande, batimos el huevo con el azúcar y el aceite hasta que la mezcla blanquee un poco. Añadimos entonces la leche y la canela y seguimos batiendo.
- Seguidamente, añadimos la harina y la levadura por tandas y con un tamiz, y mezclamos bien.
- Vertemos la mezcla sobre un molde de silicona o un molde convencional untado con mantequilla y harina.
- Aparte, limpiamos, pelamos y despepitamos la manzana. La cortamos en rodajas no muy finas y en forma de medialuna.
- Cubrimos la superficie de la tarta con las rodajas de manzana de la forma que más nos guste, hasta terminar con todas.
- Introducimos la tarta en el horno durante 25-30 minutos a 190ºC, o hasta que se dore la superficie y haya subido lo suficiente.
- Para terminar, dejamos enfriar, desmoldamos y pintamos la tarta con un poco de mermelada de melocotón ayudándonos de un pincel, antes de llevarla a la mesa.




Notas:
- La mejor variedad de manzana para preparar este tipo de tartas es, sin duda, la Golden Delicious, pues resulta muy tierna, dulce y suave, y queda deliciosa cuando se hornea. En su defecto, recomiendo utilizar la variedad Braeburn, que también resulta muy jugosa, dulce y poco ácida.
- El toque de canela es totalmente opcional y al gusto, pero yo siempre se lo añado porque, en mi opinión, realza bastante el sabor de la manzana y del bizcocho en si.
- La mermelada de melocotón se puede sustituir perfectamente por mermelada de albaricoque, de ciruela, de naranja, o incluso por un poco de mantequilla derretida que le dará todavía más brillo.


Y esto es todo, por ahora.
Esta vez la despedida no va a ser tan larga, pues este sábado es día 10 y, como casa mes, toca reto de la mano de La Cocina Typical Spanish. Como siempre, os aconsejo que no os lo perdáis, pues le hemos puesto mucho cariño y esfuerzo y pinta, como poco, delicioso.
¡Muchas gracias por seguir ahí, y feliz megapuente!
Fotos: Marc RT Studios