jueves, 31 de diciembre de 2015

¡¡FELIZ 2016!!



En pocas horas empieza el año 2016... El tiempo vuela. Esta noche, a las 00:00h, se volverá a abrir ante nosotros un planeta de ocasiones que cada uno terminará aprovechando como buenamente pueda, o quiera, o ambas cosas a la vez.
Si nos detenemos un momento y miramos hacia atrás, probablemente nos demos cuenta que el pasado siempre cuenta, y que nos encontramos precisamente donde nos han traído nuestras acciones. Nuestro futuro son los pensamientos, las palabras y, esencialmente, nuestras acciones pasadas. ¿Momentos de alegría o, por el contrario, de tristeza e incluso de arrepentimiento? Para bien o para mal, de nada más sirve lamentarse a estas alturas por aquello que hicimos o dejamos de hacer, que para tomárnoslo como un aprendizaje. Quedémonos con lo aprendido y con los buenos momentos, eso es lo único que nos ayudará a echarle "morro" a la vida.
¿Y quién no se propone retos u objetivos para el año nuevo? Aprender un nuevo idioma, perder peso, dejar de fumar, ir más al gimnasio... Propuestas infinitas que muchas veces terminan siendo sólo eso. Centrémonos en aquello que realmente queremos y podemos conseguir, y vayamos a por ello. Si se tiene claro lo que se quiere conseguir, nada impide hacerlo. Puede que cueste un poco, o puede que no tanto, pero lo importante es que terminemos siendo más felices con este cambio.
A principios de 2015 me propuse firme y decididamente empezar con esta locura a la que llamo "Hay un recuerdo en mi plato", pero no fue hasta marzo que me llegó la oportunidad de hacerlo realidad. Desde entonces, no ha pasado un sólo día en el que no lo haya tenido en mi mente y, sobretodo, a todos vosotros, mi "familia bloguera", por quienes estoy hoy aquí y quienes hacéis que merezca la pena todo el esfuerzo que a veces he tenido que hacer para poder llevar el blog en condiciones.
Con la mano en el corazón, os digo que ha sido y será un placer cocinar y compartirlo con vosotros, dejaros entrar en mi cocina y sumergirme en las vuestras, y seguir aprendiendo tantísimo como lo he venido haciendo hasta ahora. Porque, a estas alturas, ya no podría vivir sin compartir mi gran pasión, que es cocinar, y más cuando se trata de algo mutuo y compartido. Es la magia de cocinar juntos.
En fin, como siempre os digo, y hoy más que nunca, MILLONES DE GRACIAS POR SEGUIR AHÍ. Todo esto es posible gracias a cada visita, cada "me gusta" cada comentario y cada difusión.
Un "chin-chin" virtual a vuestra salud, deseándoos un año 2016 lleno de fuerza, prosperidad, salud, buenos deseos y, sobretodo, mucha mucha mucha felicidad. Porque ser feliz es lo que hace que nuestra vida tenga sentido.

¡¡FELIZ 2016!!

viernes, 25 de diciembre de 2015

TARTA DE ZANAHORIA Y SOBAOS



Con toda la pena de mi corazón, este mes no he llegado a tiempo de participar en el #RetoAlfabetoDulce. Supongo que much@s me comprenderéis perfectamente cuando digo que me ha dado mucha pena pero también mucha rabia, porque incluso ya había preparado, probado y fotografiado la receta, y la verdad es que fue todo un éxito en casa... Pero entre el trabajo, los estudios, la beca en Santander que me ha llevado a estar una semana fuera de casa y los compromisos propios de estas fechas, ha sido misión imposible, los días se me han quedado cortos y, sinceramente, cuando he tenido un poco de tiempo libre, he estado tan cansada que lo único que me ha apetecido ha sido sofá, manta y siesta. No sé cómo me lo monto, pero siempre tengo temporadas que voy sobrada de faena y de tiempo, y otras en las que desearía que los días tuvieran 30 horas... La historia de mi vida.
En fin, de todos modos, y con el visto bueno de Ana, que se lo curra un montón cada mes haciendo un fantástico recopilatorio con todas las propuestas que se presentan, he decidido que mi receta también vea la luz. Vale, ha llegado un par de días tarde y no es una receta muy elaborada, pero quería dedicársela a todos mis compis de reto, por su constancia y su buen hacer, y animaros a que la preparéis en casa estas navidades, porque está para dejar el plato como recién lavado.
Este mes tocaba experimentar con zanahorias a elección de Alejandra, del blog Los dulces de Mica. Me encanta utilizar zanahoria en preparaciones dulces por un montón de motivos, pero sobretodo por su sabor tan característico y la jugosidad que le aporta a las masas. ¿Hay alguien que pueda resistirse a un trozo de jugoso y delicioso bizcocho de zanahoria? Sí, lo habrá, pero serán una pequeña minoría.
Me ha parecido la ocasión perfecta para enseñaros la que, durante generaciones, ha sido la tarta por excelencia de mi familia: la tarta de zanahoria y galletas/bizcochos. Con muy pocos ingredientes y con muy poco trabajo, os aseguro que el resultado es más que sorprendente.
Esta vez, aprovechando mi "viaje" a Santander, he querido prepararla con unos sobaos 100% artesanales que me traje a modo de souvenir y que estaban para morirse de ricos. Menudo color, menudo aroma y menudo sabor, madre mía, nada que ver con los que compro habitualmente en el supermercado. El coco rallado lo tenía guardado desde el mes pasado, en el que también lo utilicé para preparar mi propuesta para el Reto Alfabeto Dulce (también utilicé zanahorias, menuda casualidad), y las zanahoria eran de cultivo ecológico y estaban recién recolectadas.
Con una materia prima de tanta calidad, el resultado sólo puede que superar nuestras expectativas y hacernos disfrutar de lo lindo. De veras, os recomiendo encarecidamente que probéis esta tarta.
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 4 raciones):
- 300 gramos de zanahorias
- 4 sobaos pasiegos individuales
- 2 cucharadas soperas de azúcar
- 4 cucharadas soperas de coco rallado + un poco más para decorar

- Empezamos lavando, pelando y troceando las zanahorias. Las ponemos en una olla con abundante agua y las dejamos cocer hasta que estén muy tiernas. Retiramos y dejamos enfriar.
- Abrimos los sobaos, los cortamos en dos y por la mitad de manera horizontal (si son muy gruesos). 
- Cuando las zanahorias estén frías, las colocamos en un bol y les añadimos el coco y el azúcar. Seguidamente, machacamos y mezclamos todo el conjunto con la ayuda de un tenedor hasta obtener una pasta sin apenas grumos.
- En un molde o bandeja grande, colocamos cuatro trozos de sobaos como base. 
- Cubrimos los sobaos con una capa de masa de zanahoria y coco y volvemos a poner otros 4 trozos de sobaos. Si fuese necesario, repetimos la operación y terminamos cubriendo bien la tarta con una buena capa de masa de zanahoria y coco.
- Dejamos reposar la tarta en la nevera un par de horas, la cubrimos con coco rallado y la servimos cortada en porciones.




Notas:
- Si en vez de sobaos queréis utilizar galletas, el tiempo de reposo se duplica, incluso os recomendaría consumir la tarta de un día para otro. También podéis usar bizcochos de soletilla, magdalenas, dedos de dama, etc.
- Si os gusta mucho el coco, podéis añadirle a la masa un poco más sin ningún problema. Lo mismo sucede con la cantidad de azúcar.
- También podéis machacar la zanahoria con la ayuda de una batidora, vigilando que no quede con textura de puré.


Nada más por ahora. Espero que os haya gustado la receta y que os animéis a prepararla en casa.
Aprovecho también para desearos una Felicísima Navidad y que se cumplan todos vuestros deseos :)
¡Mil gracias por seguir ahí!

lunes, 21 de diciembre de 2015

COQUITOS (O COCADAS) DE SABORES



¿Alguna vez os habéis parado a pensar a qué sabe la Navidad?
Sin distinciones, y sobretodo en nuestro caso, la Navidad se celebra en la mesa, y con la familia, o con los amigos, o íntimamente con tu pareja, porque compartir es lo que realmente importa.
Porque la Navidad nos puede saber (y oler, por supuesto) a aquella pierna de cordero que tu abuela borda y que prepara únicamente para estas fechas, o a aquella zarzuela de pescado que tu madre te invita a comer a su casa todos los años, o a aquellos canapés con huevo hilado que nadie termina por comerse, o a una tarde en familia preparando polvorones, o mantecados, o mazapán, o las tres cosas a la vez... Lo que si está claro es que todos y cada uno de nosotros asociamos estas fechas con un sabor o una receta en especial  que nos gusta rememorar año tras año, pues lo hemos terminado convirtiendo en una tradición inquebrantable y, si no lo hiciéramos, nuestras fiestas navideñas estarían incompletas.
En mi casa, la Navidad sabe y ha sabido siempre a dulce. Apenas empiezan a aparecer los primeros turrones, polvorones, mantecados y demás en los supermercados, empezamos a hacer apuestas sobre quién terminará cayendo primero en la tentación. Mis padres cambian su postre habitual por un trocito de turrón, mi abuela empieza a cenar un par de mantecados con un vaso de leche y nosotros nos inflamos a turrón y roscos de vino para merendar. Vale, no llegaremos a Navidad en la mejor forma posible precisamente, pero lo disfrutamos de lo lindo y tampoco es que nos pase mucha factura. Ya se sabe, en el equilibrio está la clave y se puede comer de todo con moderación.
Hay ciertas recetas que, a pesar de que podamos (y lo hacemos) prepararlas durante todo el año, cobran un protagonismo especial y se disfrutan mucho más en estas fechas. Este es el caso de lo coquitos. Los coquitos o cocadas no son más que unas bolitas horneadas hechas a base de coco y huevo y, aunque se consideran un dulce típico de Navidad, nunca faltan en casa, pues a todos nos encantan. Llevan muy pocos ingredientes y son sencillos y muy rápidos de preparar, por lo que también son ideales para preparar con los peques de la casa durante las vacaciones. Además, si le añadimos a la masa original ingredientes como la ralladura de naranja, el aroma de vainilla, chocolate negro, etc., podemos preparar unos coquitos muy originales y del sabor que más nos guste.
Sin más, os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para unos 18-20 coquitos):
- 125 gramos de coco rallado
- 125 gramos de azúcar
- 1 huevo tamaño L
- Ralladura de limón o naranja, esencia de vainilla y cacao puro en polvo, al gusto.

- Antes de empezar, precalentamos el horno a 190ºC, calor arriba y abajo.
- En un bol grande, mezclamos el coco con el azúcar.
- Aparte, batimos el huevo, se lo añadimos a la mezcla anterior y lo mezclamos todo bien.
- En este punto, si queremos preparar coquitos de sabores, añadimos también los ingredientes que hayamos escogido. En mi caso, dividí la masa en 3 partes más o menos iguales y a una de ellas le añadí ralladura de naranja, a otra esencia de vainilla y a otra cacao puro en polvo. Mezclamos bien.
- Ayudándonos de una cuchara de postre, vamos tomando porciones no muy grandes de masa y le damos forma de bolita con las manos. Seguidamente, las colocamos sobre una bandeja de horno cubierta con papel de hornear.
- Horneamos nuestras bolitas a 190ºC durante unos 15 minutos aproximadamente, o hasta que las veamos doradas.
- Las dejamos enfriar por completo antes de comer.




Notas:
- Es una receta tan sencilla que poco más se puede añadir. Eso si, os aconsejo que controléis el tiempo y la temperatura del horno en todo momento, pues las bolitas se doran bastante rápido.


Nada más por ahora. Espero que os haya gustado y que estéis teniendo unas felices fiestas.
!Muchas gracias por seguir ahí! :)

miércoles, 16 de diciembre de 2015

MUSLOS DE POLLO AL HORNO CON CHAMPIÑONES, MIEL Y LIMÓN



Última parada del año: Santander. Quién me mandaría a mi, con lo tranquilita que estaba yo en mi casa y el frío que hace por el norte en esta época del año...Vale, no, ahora enserio. Hace poco más de medio año me enteré a través de un conocido portal de cursos online que la Universidad Internacional Menéndez Pelayo ofrecía unas becas para un curso de inmersión en inglés de una semana de duración en cualquiera de las sedes que la universidad tiene localizadas por toda España. Bien, pues yo, culo inquieto por naturaleza, sin nada que perder y con muy poca confianza en mi misma, hice el examen de acceso, sin preparármelo ni nada, a la aventura.Teniendo en cuenta esto y que las becas que se ofrecen en cada promoción se pueden contar con los dedos de la mano prácticamente, ni en el mejor de los casos me veía hoy aquí, después de 10 horas de viaje en autobús, de haberme despedido mil veces de mi pareja (si, lo sé, es sólo una semana, pero la primera vez siempre es la más difícil) y con una beca concedida en el Campus de Santander.
No creo que vayamos a tener demasiado tiempo para hacer turismo por la ciudad, de hecho estoy casi segura de que no vamos a tenerlo, pero al menos lo poco que he podido ver es precioso, la gente es muy abierta y cercana, y la residencia que me han asignado es una cosa digna de ser vista por lo menos una vez en la vida: El Palacio de la Magdalena. Ah, y por supuesto, no pienso irme sin un buen paquete de sobaos artesanos. Y si puedo, el cocido montañés caerá también... a ver qué tal van yendo las cosas.
El día previo a mi viaje, como siempre, me tocó improvisar algo de comer que fuese fácil de preparar y que me ayudase a deshacerme de algunos restos de verduras que tenía en la nevera. Así que, con unos muslos de pollo que tenía congelados, media bandeja de champiñones, unas cuantas verduras más, una mezcla improvisada de especias y algo de miel y limón, pude preparar este pollo al horno tan clásico y sencillo pero a la vez tan rico y contundente.La miel y el limón casan a la perfección y resultan ideales para acompañar carnes al horno, pues le dan ese toque de dulce, fresco y un poco ácido a la vez que hace que quieras comerte hasta la piel y mojar en la salsa hasta que quede el plato limpio. Si todavía no lo habéis probado, hacedlo, resulta delicioso.
Sin alargarme más, os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 personas):
- 2 muslos de pollo grandes (300 gramos cada uno aprox.)
- 1/2 bandeja de champiñones laminados
- 1 zanahoria
- 1/2 cebolla
- 1/2 puerro
- 2 cucharadas soperas de miel de flores
- 2 cucharadas soperas de zumo de limón
- 2 cucharadas soperas de vino blanco
- Tomillo, romero, ajo en polvo y sal, al gusto

- Antes de empezar, precalentamos el horno a 190ºC, calor arriba y abajo.
- Empezamos limpiando y picando la verdura en trozos no demasiado pequeños y la repartimos sobre en la fuente donde vayamos a cocinar el pollo. Limpiamos también los muslos de pollo de posibles restos de grasa que pueda tener.
- Colocamos encima de las verduras los muslos de pollo, y añadimos también las especias, la sal y el vino.
- En un bol, mezclamos bien la miel con el zumo de limón y rociamos el pollo con la mitad de esta mezcla, reservando la otra mitad.
- Horneamos el pollo durante 50 minutos- 1 hora y vamos rociando los muslos con el resto de la mezcla de limón y miel cuando veamos que su superficie se queda un poco seca (cada 10 minutos aproximadamente).
- Cuando el pollo esté listo, lo sacamos del horno y lo dejamos reposar durante unos 15-20 minutos tapado con un papel de aluminio antes de servirlo, acompañado de la cama de verduras.




Notas:
- Cada horno es un mundo y las temperaturas pueden variar mucho de uno a otro. Lo mejor es tapar el pollo con papel de aluminio a media cocción para evitar que se queme, y quitarlo los últimos minutos para que se dore un poco.
- Hay quien tritura las verduras para luego emplearlas para salsear el pollo, y resulta otra manera deliciosa de servirlo.
- Con los restos de pollo al horno se pueden preparar unas deliciosas croquetas, un relleno para lasaña, emplearlo como relleno para bocadillos, etc. Imaginación al poder.


¡Vamos a seguir trabajando duro, que todavía me quedan un par de días!
Mil gracias por vuestros comentarios y buenos deseos, y felicísimo día :)

jueves, 10 de diciembre de 2015

GALLETAS DE CASTAÑAS Y NARANJA PARA EL RETO #CAMPANASOBRECAMPANATS



¡¡Menudo atracón de castañas nos hemos dado este año!!
Se habrán alineado los planetas, o nuestro destino es más caprichoso que Paris Hilton en un Corte Inglés, yo que sé, pero desde que empezaron a aparecer las primeras castañas en las fruterías de mi pueblo, por una cosa o por otra, no he parado de comprarlas y de preparar recetas con ellas.
Empezamos dándole la bienvenida a noviembre a lo grande y celebrando una de las festividades tradicionales que más nos gustan: La Castañada. Nos pasamos la última tarde de octubre asando y pelando castañas y boniatos, y la última noche con un empacho de mil demonios... pero es que están taaaaan ricas... Y aún así, aunque parezca mentira por como lo estoy contando, de ese atracón monumental nos sobraron un puñado hermoso de castañas que aproveche para experimentar un poco y preparar las magdalenas de chocolate y castañas que os enseñaba días después.
Bien, hasta aquí, nada que pueda considerarse exagerado o fuera de lo normal.
El mismo día en que me puse a preparar, fotografiar y redactar la entrada de las magdalenas, Ana, para el segundo aniversario del Reto Alfabeto Dulce, decidió decantarse por las castañas para que las utilizáramos en nuestras propuestas del mes de noviembre. Pues bueno, otro viaje a la frutería y manos a la obra...
A pesar de no haber tenido ni todo el tiempo ni todos los ingredientes que me hubiera gustado, finalmente llegué a tiempo de participar en el reto y lo hice con estas bolitas de zanahoria, coco y castañas. Un acierto, la verdad, porque las preparé en un momento, entraron en el concurso y nos gustaron mucho a todos.
Otro reto en el que intento participar siempre que puedo es en la iniciativa #TS, a través de la cual el pedazo equipo de La Cocina Typical Spanish nos invita, mes a mes, a preparar alguna receta que sea típica de nuestro país.
Este mes, para animar un poco el asunto, nos ha tocado cocinar por equipos, todos ellos con nombres muy navideños: mazapán, polvorón y turrón.
Ante mi indecisión por formar parte de un equipo u otro, lo hice a suertes y finalmente entré a formar parte del equipo turrón. No os podéis imaginar la cara que se me quedó cuando Mari, una de las responsables de la iniciativa, respondía a mi e-mail y me comunicaba que el ingrediente secreto de mi equipo era...¡Las castañas! No me lo podía creer... Demasiada casualidad junta, ¿no os parece?
Veeeenga, vale, pues aquí estamos, otra vez más... Me encantan las castañas, de verdad, y me lo he pasado como una enana investigando, probando combinaciones e ingredientes poco e incluso nada habituales en mi cocina, pero después de semejante atracón, creo que voy a dejar de comerlas un tiempo, por aquello de la desintoxicación y eso, vaya tela...
Las castañas son un ingrediente muy rico y versátil que se puede emplear en multitud de preparaciones dulces y saladas, pero que a mi me gusta particularmente para el dulce, sobretodo por la textura, el aroma y el sabor tan característico que le aporta a cualquier crema, puré, masa, etc.
Un mañana mientras hacía la compra, me topé por casualidad con un envase de harina de castañas de la marca Santa Rita que ha resultado ser mi particular descubrimiento culinario del año: Me ha ahorrado tener que volver a cocer y pelar castañas (y mis dedos la mar de contentos), su sabor es idéntico al del fruto seco entero y se comporta exactamente igual que el resto de harinas que utilizo en repostería habitualmente, al menos en las preparaciones en las que la he empleado.
He aquí una de ellas: Galletas de castañas y naranja.
¿Os ha pasado alguna vez eso de ver una receta en un blog amigo, que se os meta en la cabeza, y no poder quitárosla hasta que la preparáis en casa? Pues eso es exactamente lo que me paso con estas Galletas de castañas y naranja confitada qué Raúl García, del blog Contigo en la playa publicó hace ahora un mes. Igual que Raúl, me dediqué una tarde entera de lluvia a prepararlas, con paciencia y mucho mimo, y disfrutando del dulce y delicioso aroma que desprendía el horno mientras se horneaban. La única modificación que me he permitido hacer de la receta original ha sido sustituir la naranja confitada, que no me gusta en absoluto, por naranja natural, que me apasiona. El resultado ha sido unas galletas originales, muy aromáticas, increíblemente crujientes y totalmente adictivas que no llegaron ni siquiera a la hora de la cena... Una delicia que os recomiendo probar si o si.
Sin más preámbulos, os deja la receta y la preparación:




Ingredientes (para unas 12 galletas aprox.):
- 100 gramos de harina de castaña
- 30 gramos de azúcar glass o normal + un poco más para decorar
- 50 gramos de mantequilla
- Una pizca de sal
- Ralladura de naranja, al gusto
- 2 cucharadas soperas de zumo de naranja natural (o agua en su defecto)

- Para empezar, batimos la mantequilla hasta hacerla pomada. 
- En un bol aparte, mezclamos bien la harina de castaña con la sal y el azúcar, y le añadimos la mantequilla y la ralladura de naranja. Mezclamos suavemente y añadimos también el zumo o el agua para ayudarnos a homogeneizar la mezcla.
- Una vez tengamos la masa lista, formamos una bola con ella, la envolvemos en papel film y la metemos en el frigorífico 1 hora como mínimo.
- Pasado este tiempo, ponemos a precalentar el horno a 180ºC.
- Sacamos la masa de la nevera, espolvoreamos la superficie de trabajo con un poco de harina y la estiramos con la ayuda de un rodillo, dándole un grosor de unos 4 mm.
- Cortamos la masa con un cortador de galletas y las vamos colocando en una bandeja de horno cubierta con papel de horno antiadherente.
- Introducimos las galletas unos 10-15 minutos en la nevera, las sacamos y las horneamos a 180ºC durante 10-15 minutos, o hasta que estén doradas a nuestro gusto.
- Sacamos las galletas del horno, las dejamos enfriar del todo sobre una rejilla y las servimos, tal cual o espolvoreadas con un poco de azúcar glass. 




Notas:
- Si os gusta mucho el sabor de la castaña, evitad usar el zumo de naranja y excederos con la ralladura, pues tienda a enmascarar mucho su sabor.
- Para que las galletas se horneen bien y queden crujientes, es importante que la masa esté fría, de ahí la importancia de introducirlas en el frigorífico antes de llevarlas al horno.
- Si no tenéis cortador de galletas no pasa nada, también podéis ir cogiendo porciones de masa, hacerlas bola y chafarlas con cuidado sobre el papel de hornear.
- Con crocanti de almendra, unas nueces picadas, chips de chocolate, cualquier fruta confitada, etc., también quedan unas galletas la mar de ricas. Imaginación al poder.




Nada más por ahora.
Espero que os haya gustado mi propuesta para la iniciativa #CampanasobrecampanaTS.
Os dejo también el enlace al recopilatorio para que no os perdáis ninguna de las maravillosas propuestas de mis compañer@s.

¡Sed felices!

domingo, 6 de diciembre de 2015

CREMA DE ZANAHORIA Y REPOLLO



Si, lo sé, vaya despiste... A estas alturas del blog, habiendo bajado suficientemente las temperaturas para que apetezcan, y preparándolas en casa con bastante asiduidad, todavía no tengo publicada ninguna receta de crema de verduras. Quizás por pereza (quizás no, casi seguro), o por pensar que se trata de elaboraciones demasiado sencillas, o por falta de tiempo, o por...
Dejando de lado las excusas, y viendo que la mayoría de vosotros también disfrutáis cocinándolas y enseñándoselas al mundo, me he dicho a mi misma "¡de hoy no pasa!", y aquí estamos echando la mañana del domingo.
Al tener mi abuelo un pequeño huerto que nos daba unas verduras y hortalizas exquisitas, las cremas y sopas a base de verduras siempre han estado presentes en la cocina de mi familia. Mi madre solía prepararnos una crema de calabacín y queso tan tan tan suave y tan tan tan rica que, a día de hoy, sigue siendo mi favorita por goleada. Mi abuela, en cambio, siempre ha sido más de sopas y, como os podéis imaginar, una sopa hecha a base de verduras recién cogidas, ecológicas y 100% naturales, tiene un sabor bastante distinto y mucho más rico que el de cualquiera que podamos comprar o preparar usando otro tipo de verduras. Y si ya hablamos de salud, obviamente, de nuevo sale ganando la sopa de mi yaya. Ais, cómo lo echo de menos...
Sea como sea y con lo que sea que las preparéis, generalmente las cremas de verduras son un gran alimento y una opción segura cuando queremos servir un primer plato nutritivo y delicioso, especialmente si se preparan con verduras que estén de temporada.
Las cremas de verduras son muy sencillas de hacer y nos permiten combinar multitud de verduras según nuestros gustos o necesidades dietéticas. Además, para los niños son también una manera estupenda de comer esas verduras que a veces se niegan a comer de otro modo.
Las cremas, a diferencia de los purés de verduras, suelen llevar algún tipo de lácteo incorporado (nata, queso, leche, yogur, etc.) que las hace más cremosas y sabrosas.
En esta ocasión, para darle un toque distinto a la crema de zanahoria que preparo habitualmente en casa (que, por cierto, nos encanta), le he añadido un buen trozo de col o repollo, un poco de queso crema natural y una cucharadita de condimento a base de ajo y perejil. El resultado ha sido una crema muy suave, ligera, equilibrada en sabores y deliciosa, sobretodo tomada calentita como primer plato.
Y de segundo un poco de pollo a la plancha, que ya se van acercando las fechas navideñas y nos nos puede pillar en baja forma...
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 platos generosos):
- 3 zanahorias medianas (200-250 gramos aprox.)
- Media col o repollo (150-200 gramos aprox.)
- Agua para cocer las verduras
- 2 cucharadas soperas rasas de queso crema natural
- Media pastilla de condimento concentrado de ajo y perejil
- Sal, al gusto

- Limpiamos y cortamos a trozos medianos las zanahorias y la col, y la colocamos en una olla grande cubiertas de agua. Cocemos las verduras a fuego medio-alto durante unos 15 minutos aproximadamente y las dejamos enfriar un poco.
- Retiramos la mitad del agua de la cocción de las verduras y la reservamos.
- Seguidamente, añadimos a la olla el queso crema y el condimento de ajo y perejil, y batimos con la batidora hasta que la crema quede completamente homogénea y sin grumos (podemos añadir un poco del agua de la cocción que habíamos reservado si nos queda demasiado espesa).
- Probamos y rectificamos de sal, y servimos la crema bien caliente en platos hondos o cuencos, acompañada de unos picatostes o un poco más de queso crema.




Notas:
- Si rehogamos las verduras previamente a fuego medio y con un poco de aceite en una sartén, el sabor de esta crema se acentúa mucho más y el toque del salteado es delicioso. Merece la pena probarlo si se tiene un poco más de tiempo.
- Con picatostes caseros, con regañás, con bastoncitos de pan, con algún crujiente de queso, con un poco más de queso que funda bien, etc. Sea como sea, esta crema es deliciosa.


Nada más por ahora, espero que os haya gustado.
¡Mil gracias por seguir ahí!

martes, 1 de diciembre de 2015

MACARRONES A LA BOLOÑESA DE SALCHICHAS



Si de nuestra última escapada por tierras francesas volvíamos con las pilas totalmente recargadas y el optimismo por las nubes, esta vez, y muy a nuestro pesar, no podemos decir lo mismo. Han sido... como decirlo... unas vacaciones intensas, o más bien agotadoras, o más bien complicadas o, en ciertos momentos, todo a la vez. Por varios motivos que ya no vienen al caso, no hemos podido disfrutar de la familia y del lugar ni la mitad de lo que nos hubiera gustado, y eso ha hecho que volvamos a la rutina con la sensación de haber disfrutado poco, de no haber descansado e incluso con cierta sensación de desilusión... En fin, como siempre, intentaremos quedarnos con lo bueno, con esos desayunos a base de café y churros con la familia, los paseos por la playa, el tapeo tardío en las terracitas de invierno y las cenas a base de pan con manteca colorá... Ya habrán otros años, otras circunstancias y los mismos rincones llenos de encanto esperando a que volvamos para descubrirlos y disfrutarlos. Y digo esto porque el tiempo que pudimos dedicar a "turistear" un poco, lo aprovechamos al máximo y nos dejamos caer por lugares como Cádiz, El Puerto de Santa María, Tarifa, las Playas de Bolonia, etc. Una ruta por los pueblos con más encanto de la costa gaditana que os recomiendo que hagáis por lo menos una vez en la vida, si tenéis la oportunidad. Sus paisajes, su clima, su arquitectura, sus gentes, su gastronomía... Lugares que enamoran por éstas y por mil razones más, doy fe.
En fin, como veis, el que no se consuela es porque no quiere.
Habiendo aterrizado en Barcelona a las tantas de la tarde del día anterior, con la nevera medio vacía debido a nuestra ausencia y con todavía con bastante cansancio encima, tenía claro que ese domingo comeríamos pasta. Pensándolo bien, ¿quién no ha recurrido a un plato sencillo a base de pasta cuando no se tiene tiempo, o ganas de cocinar, o ambas cosas a la vez? Yo no soy de las que levantaría la mano precisamente. Además, suelo incluir por costumbre una receta de pasta de manera semanal en nuestro menú, y la semana pasada, a fecha de domingo, todavía no lo había hecho. Para rematar, vivo con una auténtica máquina de devorar pasta, plato tras plato, sin piedad, y sea como sea que esté cocinada, "pero con mucho queso" como me pide siempre el señor. Y como me encanta verlo comer y disfrutar haciéndolo, sus deseos son órdenes para mi.
Esta vez recurrí a una receta tan clásica y tan rica como son los macarrones a la boloñesa, pero con un toque distinto que nos gustó mucho, diría que incluso más que la receta original. En vez de carne picada, la última vez que estuve en mi carnicería de confianza compré una especie de preparado cárnico que se suele emplear como relleno para elaborar salchichas frescas. Es una picada de aspecto muy similar a la carne picada tradicional, pero que se envasa ligeramente condimentada, es un pelín más grasa y mucho más compacta. Esto hace que, a la hora de cocinarla, requiera más "meneo" para evitar que quede una boloñesa muy grumosa y con exceso de grasa, pero el resultado es una salsa deliciosa, nada complicada y que, acompañando a la pasta, resulta un plato la mar de completo. Y con un poco de queso en polvo por encima, ya ni os cuento... Se me hace la boca agua.
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 personas):
- 180-200 gramos de macarrones
- 200 gramos de preparado de carne para salchichas frescas
- Media cebolla
- Media zanahoria
- 1 pimiento verde italiano pequeño
- 200 gramos de tomate frito de calidad
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva suave
- Un chorro de vino blanco
- Ajo en polvo, orégano, pimienta y sal, al gusto

- Comenzaremos cociendo los macarrones según las instrucciones del fabricante. Reservamos.
- Limpiamos y picamos muy menudo la cebolla, la zanahoria y el pimiento.
- En una sartén a fuego medio, calentamos las dos cucharadas de aceite y sofreímos la cebolla hasta que transparente. Añadimos entonces el pimiento y la zanahoria y pochamos unos 5 minutos más.
- Pasado este tiempo, añadimos la carne de salchichas y vamos removiendo sin parar, deshaciendo bien la carne para que quede similar a la carne picada.
- Una vez la carne haya cogido color, añadimos las especias y el vino y dejamos reducir casi por completo. Añadimos entonces el tomate frito, lo mezclamos bien durante un par de minutos y retiramos del fuego.
- Para servir, repartimos la pasta en dos platos hondos, añadimos la salsa por encima y espolvoreamos con queso rallado a nuestra elección.




Notas:
- Si os gusta la pasta gratinada, os recomiendo colocar los macarrones en una bandeja de horno, cubrirlos con la salsa y una buena cantidad de queso rallado y gratinarlos en el horno unos 5 minutos a máxima potencia (240-250ºC). 
- Si acompañáis este plato de pasta con una ensalada de hoja verde, unas verduras a la plancha, un puré de verduras, etc., disfrutaréis de una comida todavía más completa y deliciosa.

Nada más por ahora, espero que os haya gustado.
¡Mil gracias por seguir ahí!

miércoles, 25 de noviembre de 2015

BOLITAS DE ZANAHORIA, COCO Y CASTAÑA (2º ANIVERSARIO DEL #RETOALFABETODULCE)



A estas alturas estaré haciendo la compra en la Plaza Alta de Algeciras, o paseando por las playas de Tarifa, o inflándome a pescado frito en algún restaurante de Cádiz... ¡Este año ha sido un no parar! París, Montpellier, Santander, y ahora nos vamos al pueblo unos días a visitar a la familia, que ya tocaba después de 4 años, ¿no os parece?. Sinceramente, las "vacaciones familiares" nunca me han acabado de gustar... Vale, si, te da alegría ver a tu familia después de tanto tiempo y os pasáis horas y horas contándoos qué ha sido y qué es de vuestras vidas , pero eso de estar días enteros visitando a tíos, primos, vecinos y demás, y el hecho de conocer al dedillo el lugar, termina por aburrirme mortalmente... Menos mal que esta vez, a diferencia de las anteriores y por infinita insistencia mía, mis padres han cedido a visitar más lugares y hacer algo más que ir a desayunar churros y pasear por el pueblo día sí, día también, incluso hemos alquilado un cochecito la mar de apañado... A ver qué tal se nos da, la crónica seguro que caerá por aquí a la vuelta :).
Como siempre, el día 25 toca participar de nuevo en el #RetoAlfabetoDulce y este mes, entre el viaje, el trabajo, mi casa y demás, he tenido que apurar hasta la última milésima de segundo el tiempo, pero no he querido perdérmelo por nada del mundo. Y es que Ana y su maravilloso reto están de aniversario.. ¡¡Felicidades por esos dos añazos guapa!! Y gracias por todo lo que nos has hecho cocinar y por todo lo que hemos aprendido y disfrutado a lo largo de todos estos meses, Ya lo has visto, la lista de participantes ha ido creciendo como la espuma.. a los hechos me remito. Además, este mes viene acompañado de sorteo cumpleañero y todo, así que pinta todavía más interesante.
Como no podía ser de otro modo, la propia Ana se ha encargado de escoger el ingrediente con el que nos ha tocado endulzarnos este mes: las castañas. ¡¡Toma ya!! Ingrediente de temporada donde los haya, con un montón de propiedades beneficiosas para nuestro organismo (bajas en grasas y calorías, pero muy ricas en minerales, vitaminas y fibra), de delicioso sabor y fundamental en multitud de elaboraciones dulces (cremas, magdalenas, bizcochos, flanes...) y en otras cuantas saladas. En casa, como más nos gustan son recién asadas y calentitas, la manera más tradicional de comerlas pero, para nosotros, la más rica. Pelarlas ya es otro asunto... Por mucho que me empape de consejos, vídeos, tutoriales y demás, siempre siempre acabo con los dedos hechos polvo, no lo puedo remediar. Aún así, pienso seguir disfrutando de las castañas hasta que ya no quede ni una en el mercado, ¡faltaría más!
Después de darnos un atracón de castañas para merendar (todavía me duele la barriga sólo de pensarlo...), hará cosa de 4-5 días, nos habían sobrado unas cuantas castañas y se me ocurrió utilizarlas como ingrediente añadido para una receta que he preparado más de una vez y que resulta tan sencilla como rica: bolitas de zanahoria y coco. Limpiando y picando las castañas muy muy finas y mezclándolas con la masa de zanahoria machacada, coco y azúcar, el resultado es igual de rico que el original, pero con un toque sutil de castaña que tarda un poco más en hacerse de notar en boca, pero que no desentona en absoluto. Además, se trata de un dulce que no lleva huevos, ni leche, ni harina ni na' de na', y que tampoco necesita horno... ¿Todavía podéis resistiros? Yo no, así que pienso repetirlo en breve.
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para unas 20 bolitas aprox):
- 150 gramos de zanahorias
- 50 gramos de coco rallado + un poco para rebozar
- 50 gramos de azúcar glasé
- 4-5 castañas

- Empezamos pelando bien las zanahorias y las cortamos en trozos pequeños. Le hacemos también un pequeño corte a las castañas y las cocemos junto a las castañas en una olla con agua hirviendo (retiramos las castañas pasados los primeros 10 minutos y dejamos las zanahorias otros 10 minutos más).
- Una vez cocidas, colamos las zanahorias y las dejamos enfriar por completo.
- Aparte, pelamos, limpiamos y picamos muy finas las castañas, casi como el tamaño de los granos de arena.
- En un bol aparte, mezclamos bien el coco con el azúcar glasé y las castañas.
- Una vez frías, machacamos muy bien las zanahorias con un tenedor (deben quedar casi como un puré) y lo integramos con las castañas picadas, el coco y el azúcar.
- Tapamos la mezcla con papel film y la dejamos enfriar en la nevera 30 minutos como mínimo.
- Pasado el tiempo, sacamos el bol de la nevera y preparamos un plato con el coco para rebozar.
- Con las manos bien limpias, vamos haciendo las bolitas del tamaño que más nos guste. Les damos forma, las rebozamos y las colocamos en las cápsulas que hayamos escogido hasta terminar con toda la  mezcla.
- Dejamos enfriar y secar un rato las bolitas y ya estarán listas para comer, aunque ganan consistencia y sabor de un día para otro.




Notas:
- No tengáis miedo en cocer un poco más de lo normal las zanahorias, de hecho os lo recomiendo, pues a la hora de machacarlas y hacerlas puré quedarán más pastosas y os será más sencillo.
- He usado azúcar glasé porque no quería que la zanahoria soltara mucha agua, cosa que suele pasarme con el azúcar normal. También podéis emplear miel o leche condensada que incluso hará que la masa sea más consistente.
- Si os apetece, podéis prescindir de las castañas y preparar estas bolitas sólo con coco y zanahoria, o añadirle almendra molida, un pizca de canela, jengibre en  polvo, nuez moscada, etc. Imaginación al poder.

Espero que os haya gustado tanto como a nosotros.
Como siempre, os invito a no perderos el resto de propuestas de mis compañeros.
¡Por muchos años más del #RetoAlfabetoDulce!

sábado, 21 de noviembre de 2015

BUTIFARRING, "SLOW FAST FOOD" A LA CATALANA Y DE CALIDAD



¿Habéis oído hablar de la butifarra?
La butifarra (botifarra en catalán) es un embutido muy característico de la gastronomía catalana que se compone básicamente de carne picada de cerdo condimentada con sal, pimienta, y a veces otras especias, verduras, etc.
Existen principalmente dos tipos de butifarras: Las frescas, que hay que cocinar antes de comerlas y que se sirven enteras tradicionalmente acompañadas de mongetes "seques", y las cocidas, que se comen, cortadas en rebanadas a modo de entremés, con el típico "pà amb tomàquet", en bocadillos, etc.
Bien, dicho esto, ¿Qué pasa si, en nuestro afán por fusionar tradición y modernidad, utilizamos un producto tan emblemático como la butifarra para crear un nuevo concepto de comida rápida gourmet, de proximidad y de calidad? Pues que el resultado merece mucho la pena, y si no me creéis, seguid leyendo.
En Cataluña no somos muy adeptos al "fast food" o comida rápida en general. Tenemos muy buenos productos y nos gusta reivindicarlos y pagar por comerlos. Pero los bocadillos también constituyen una parte muy representativa de nuestra tradición gastronómica: el bocadillo del recreo, el de la merienda, el de la noche de fútbol, etc., son sólo algunos ejemplos.
Basándose en esta idea, hará cosa de dos años, en Barcelona y cercanías han ido apareciendo nuevos restaurantes donde su principal protagonista es el bocadillo gourmet "a la catalana", y más concretamente, el bocadillo de butifarra.
Entre estos establecimientos se encuentra Butifarring, un lugar a tener muy en cuenta si sois amantes del bocadillo, pero sobretodo del bocadillo hecho con ingredientes de proximidad y de calidad. 
Nosotros conocimos Butifarring en sus inicios, cuando todavía se encontraba en pleno casco antiguo de Barcelona, a escasos metros de la Plaça Sant Jaume y de La Catedral. Recientemente se han trasladado a Badalona, pero aun así siguen ganando adeptos día a día. La prueba de ello es que incluso han conseguido internacionalizarse y abrir un restaurante en Budapest, y están trabajando en nuevas aperturas en diferentes ciudades.


Variedad de butifarras


La propuesta de Butifarring es muy simple pero sublime: Bocadillos gourmet hechos con butifarras de calidad que se encargan de elaborar proveedores de la zona y que llegan al restaurante listas para ser terminadas a la brasa, todo hecho al momento y delante del cliente. 
En Butifarring podréis degustar desde las butifarras más tradicionales (como la de pollo o el frankfurt), a las más atrevidas (como la de escalivada, la de queso azul o la de tortilla de patatas). Una vez hechas, las butifarras se sirven dentro de un pan perfecto para comer este tipo de bocadillos, blando pero con la corteza crujiente en su justa medida e ideal para que te puedas comer bien el relleno y el pan a la vez.


Bocadillos de butifarra de pollo y butifarra con queso azul


Como guarniciones y acompañamientos, ofrecen las clásicas "mongetes" o "seques del ganxet", patatas "al caliu" y ensaladas de temporada. Además, tendréis en la mesa diferentes envases de salsa brava, all-i-oli, mostaza, etc., para salsear las butifarras a vuestro gusto, algo que siempre es de agradecer.


Patatas "al caliu"


En la carta de Butifarring también aparecen algunas propuestas de cervezas artesanas, vinos autóctonos y de postres (crema catalana, coulant, brownie...) que, a pesar de no ser caseros, también son de proveedores locales, garantizando así su calidad y su sabor.
El personal es muy amable y servicial y siempre estará dispuesto a ayudaros y a comentaros las novedades de la temporada, pues la carta de butifarras varía en función de los productos que lo estén en ese momento.
Así que, si este fin de semana tenéis pensado perderos por las calles del centro de Badalona y/o cercanías, o simplemente os apetece comer algo rápido pero rico, de calidad y a buen precio, Butifarring es una muy buena opción a tener en cuenta.

Butifarring
Carrer de Sant Pere, 6
08911 Badalona (Barcelona)
Tel: 931597519

Para más información:

¡Que paséis un maravilloso fin de semana!

martes, 17 de noviembre de 2015

ROPA VIEJA CON MENESTRA




"Si hay algo que me gusta de la pizza es que siempre hay mucha gente en casa, estamos juntos y me lo paso super bien. Eso es lo que más me gusta de la pizza... Como en casa, en ningún sitio."

Así termina el nuevo anuncio de una conocidísima marca de pizzas frescas y charcutería de nuestro país. Una niña, guapísima por cierto, y que no debe tener más de 10-12 años, afirma darle más importancia al hecho de compartir una pizza con los suyos que a comerse la pizza en si. Vale, todos estamos de acuerdo que detrás de este tipo de campañas hay muchísimo márketing y, por consiguiente, muchas ganas de vendernos la moto, pero si lo que pretendían con el dichoso anuncio era tocarnos la fibra sensible, conmigo lo han conseguido (un poco, sin exagerar...). Y lo ha hecho porque me he visto reflejada en él.
Seguro que no soy la única persona en el mundo que disfruta más comiendo unos platos que otros, todo por el simple y maravilloso hecho de estar ligados a algún buen recuerdo, o a varios, o a que todavía seguimos compartiendo y disfrutando en familia.
Que si el lunes toca lentejas, que si el martes toca pasta, que si el miércoles toca estofado... Escenas de familias enteras alrededor de una mesa disfrutando del plato del día, que algunos pueden haber estado esperando con ansias toda la semana y otros todo lo contrario, pero siempre haciéndolo con los nuestros, hablando, comiendo, compartiendo y disfrutando. Ay, si fuéramos realmente conscientes de la importancia y los beneficios que tiene comer el familia (forjar relaciones, aprender valores, tener hábitos alimenticios más saludables...), intentaríamos buscar un hueco más a menudo para hacerlo.
Por eso, en mi familia, cada vez que coincidimos en horarios y tenemos la oportunidad de comer juntos, no nos lo pensamos dos veces. La mayoría de veces lo hacemos en casa de mi abuela, una mujer que siempre ha disfrutado muchísimo cocinando para todos nosotros y viéndonos disfrutar alrededor de su mesa.
La última vez que nos reunimos fue la semana pasada, nada más y nada menos que para zamparnos un buen cocido andaluz, y... ¡madre de dios bendito! ¿Habéis escuchado alguna vez ese mito de que, a las abuelas, por mucho que coman sus nietos, nunca les parece suficiente? Pues en mi caso se cumple a rajatabla. Qué rico estaba, con sus verduras, sus patatas, sus garbanzos y su pringá, pero cómo llegamos a comer, una auténtica barbaridad... Por suerte, es algo que sólo repetimos muy de vez en cuando, sinó a estas alturas ya no caminaríamos, nos desplazaríamos rodando, doy fe...
Pues aún así, después de todo el festín de caldo y de pringá, sobró "comida de puchero". Si hay una regla que se sigue al pie de la letra en mi casa, esa es la de no tirar la comida que se pueda aprovechar, y una buena muestra de ello es la cantidad de recetas de aprovechamiento que os he ido enseñando desde que empecé mi andadura por el mundo blogger. Puede parecer una tontería, pero disfruto como una cría abriendo la nevera, reuniendo todos los restos de alimentos que encuentre, y haciendo con ellos un plato "reciclado" pero rico.
Con el caldo, mi abuela hizo botes para congelar y poder usar en otros muchos platos. La carne la repartimos a ojo de buen cubero, y yo terminé llevándome a casa unos buenos trozos de gallina y de tocino.
¿Y cuál es la receta de aprovechamiento más emblemática, tradicional y deliciosa del puchero? Sin duda alguna, la ropa vieja. Con sofrito, con salsa de tomate, con verduras, con más patatas o menos, con garbanzos o sin ellos... Por supuesto, no hay dos recetas iguales de ropa vieja, y es que todo depende del gusto de los comensales y, sobretodo, de los ingredientes que sobren. Por eso, merece la pena preparar cocido en cantidad para que sobre y poder "rellenar" el menú del día siguiente.
En este caso, yo combine la carne y las patatas con unos restos de menestra de verduras que no daban para mucho más y una base de cebollita y salsa de tomate, para que fuera un plato más completo y sabroso. Y lo fue, tanto que nos pusimos mano a mano mi catador y yo, rebanadas de pan en mano, y no sobró nada. La verdad es que quedó riquísimo.
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 personas):
- 200 gramos de resto de carne de puchero (gallina, pollo, ternera, tocino...)
- 250 gramos de menestra de verduras
- 1 patata grande del puchero
- 200 gramos de tomate frito casero
- Media cebolla
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva suave
- Un chorrito de vino blanco
- Sal, ajo en polvo, perejil picado y pimentón, al gusto

- Para empezar, cocemos la menestra de verduras 10 minutos en agua hirviendo. Retiramos, escurrimos y reservamos.
- En un bol, limpiamos y desmenuzamos la carne de cocido. Añadimos también la patata picada y reservamos.
- Picamos la cebolla muy menuda y la sofreímos 3-4 minutos en una sartén a fuego medio-alto con el aceite. Seguidamente, añadimos el tomate frito y le damos unas vueltas.
- Añadimos entonces la carne con la patata picada, la menestra y el chorrito de vino blanco. Añadimos también la sal y las especias al gusto, y dejamos reducir a fuego suave unos 4-5 minutos.
- Apagamos el fuego, dejamos reposar unos minutos y servimos la ropa vieja todavía caliente.




-Notas:
- El encanto de la ropa vieja reside en prepararla con los ingredientes que son típicos del cocido de cada lugar. Por ejemplo, la ropa vieja canaria se suele preparar con mucha más cantidad de patata, la madrileña con repollo y carne de morcillo, la andaluza con garbanzos, etc.
- Por supuesto, los restos de cocido también pueden emplearse para preparar otras deliciosas recetas como croquetas, relleno para sandwiches, pasteles salados... Imaginación al poder.


Espero que os haya gustado.
Mil gracias por seguir ahí, y feliz ecuador de la semana :)

viernes, 13 de noviembre de 2015

BOLLOS PREÑAOS INTEGRALES



"Pues eso que después de más de dos horas allí metidas (que si ahora te tomo la tensión, que si ahora te miro la vista, que si ahora te peso, que si ahora...) le dije a tu madre de ir un momento al "Correfú" (Carrefour para el resto del mundo) a comprar un par de cosicas que me hacían falta y luego invitarla a tomar un cafelito.
Cuando ya teníamos toda la compra en el carro y nos pusimos a la cola, veo que la chica de la panadería empieza a sacar unos bollitos de pan la mar de "cuscurritos" (cocidos, crujientes, dorados...) y, sin pensarlo dos veces, me quedo haciendo cola y mando a tu madre a por tres bollos.
Ese día me había preparado para comer unas lentejitas viudas (sin nada de carne, sólo verduras) y llegué a casa con tanta hambre que le pedí a tu  madre que me las dejara en la mesa calentitas antes de irse. Total, que empiezo a comerme las lentejas y eso que me apetece un poco de pan entre cucharada y cucharada. Imagínate como me quedé cuando le doy un mordisco a mi bollo y está duro por dentro... y cuesta de masticar, y mancha las manos de grasa, y lleva pimentón, y... ¡Te puedes creer que llevaba un chorizo dentro! ¡Oye, una que intenta moderarse en todo lo que come, se prepara las lentejas sin "chicha" ninguna, y le meten un chorizo en el pan! Pues nada, por tal de no dejarlo ahí y que se pusiera duro, me lo tuve que comer, qué remedio... Oye Deborilla, ¿tu sabrías prepararme unos bollos como los del "Correfú"? Es que hoy he vuelto a encargárselos a tu madre y no quedaba ni uno. Además, seguro que hechos en casa están mucho más ricos...".

Vas a visitar a la yaya después de una revisión médica, con la intención de saber si todo ha salido bien y si ella está bien, y te suelta esta historieta de carrerilla... Imaginaos, un no parar de reír. Y así, como quien no quiere la cosa, va la mujer y me encarga esos bollos que, "porque no tenía más remedio", se comió ese día... Si es que me dejo liar muy fácilmente...
Los bollos rellenos de chorizo o bollos "preñaos" no son más que unos bollitos rellenos de chorizo típicos de Asturias que, tanto si habéis visitado estas preciosas tierras como si no, es muy probable que conozcáis. Yo los conocía pero, hasta la fecha, no los había preparado nunca y he tenido que investigar un poco más a fondo sobre el tema. Aparte de los ingredientes, tiempos de reposo, tiempos de cocción, etc., he descubierto que los bollos "preñaos" se preparan tanto en formato bocado como en tamaño bocadillo, y que también se rellenan con queso Cabrales y con otros ingredientes, pero que sin duda los que se llevan el protagonismo son siempre los preparados con chorizo, asturiano a ser posible.
Teniendo un chorizo artesano en la nevera (catalán, no asturiano, pero no vamos a ponernos tiquismiquis) y quilo y medio de preparado integral para masas en la despensa, me levanté al día siguiente dispuesta a pasarme la mañana con las manos "en la masa", literalmente.
Siguiendo las directrices de la receta que me pareció más asequible y que Ester Clemente había publicado hacía muy poquito en Directo al Paladar, me puse manos a la obra sin mucha fe en  el resultado final (las primeras veces siempre son difíciles). Pero poco a poco me fui animando al ver que salía todo según lo previsto y que, al final, los bollitos quedaron bastante bien.
Al cocer el chorizo en el horno dentro de la masa, ésta quedó impregnada de la grasita del chorizo e hizo que fuera mucho más húmeda, jugosa y, por supuesto, sabrosa, algo que siempre es de agradecer cuando se trabaja con masas integrales. Vaya, un bocado delicioso que os recomiendo probar, sobretodo si sois muy "choriceros".
Al final, abuela contenta, novio contento y servidora contenta :).
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para unos 7-8 bollos):
- 200 gramos de harina de trigo integral
- 150 ml de agua 
- 3 gramos de sal
- 10 gramos de levadura fresca de panadería
- 1 chorizo fresco

- Para empezar, ponemos la harina en un bol grande con la levadura desmenuzada y añadimos la sal y el agua. Mezclamos a mano unos 5 minutos hasta que la masa empiece a formarse.
- Pasamos la masa a una superfície de trabajo y la amasamos durante unos minutos, estirándola y levantándola para que coja aire, hasta que esté firme y manejable. 
- En forma de bola, colocamos la masa en un bol untado de aceite y la dejamos reposar una hora más o menos en un lugar cálido.
- Pasado el tiempo, volvemos a amasar para desgasificar la masa.
- Antes de continuar, precalentamos el horno a 210ºC, sin aire.
- Seguidamente, cortamos la masa en 7-8 porciones y le damos forma de pequeñas bolas.
- Ahora cogemos cada bolita, la aplastamos un poco y ponemos una porción generosa de chorizo dentro, arremetiendo los bordes para formar el bollito.
- Colocamos los bollitos en una bandeja de horno con suficiente espacio entre ellos, los dejamos reposar unos 5 minutos y los introducimos en el horno durante 20 minutos más o menos.
- Apagamos el horno, retiramos los bollitos y los dejamos enfriar completamente encima de una rejilla antes de consumir.




Notas: 
- La receta original propone pintar los bollitos con leche y sal antes de hornearlos para que queden más dorados. Yo no lo hice porque se me olvidó, pero el resultado fue bueno igual.
- Tuve que aumentar un poco la cantidad de agua que utilicé porque la harina integral absorbe más líquido que la refinada.
- Estos bollos son ideales para un picoteo, una merienda o una cena informal, acompañados de una buena ensalada y, a poder ser, un vaso de sidra asturiana.


Nada más por ahora.
Espero que os haya gustado la receta y que disfrutéis muchísimos del fin de semana.
¡Mil gracias por seguir ahí!

lunes, 9 de noviembre de 2015

MAGDALENAS DE CHOCOLATE Y CASTAÑAS




Domingo, ay domingo...
Domingo, un día de esos para reflexionar, para prepararse y afrontar mejor la semana que comienza en unas horas; Un día para descansar de la rutina, disfrutar de la tranquilidad y del ambiente familiar: Un día para quitarse todo el estrés posible dando un largo paseo, sea por donde sea, o pasar la jornada en el campo, con los amigos, con la familia, o con ambos; Un día de esos que no queremos que terminen nunca, el mejor día de la semana para vivir y darnos un respiro...
No soy católica ni nada por el estilo, pero más de una vez he oído eso de "Dios hizo el mundo en seis días y el séptimo descansó", así que nosotros, insignificantes humanos, no somos quien para ir en contra de este hecho, tanto si creemos en ello como si no, ¿No os parece?. A veces es interesante y conveniente conocer cuál fue el origen y significado de los días de la semana y darle la importancia y el valor que realmente se merecen... o que nos sirva como excusa, qué más da, porque dedicar un día entero a pasarlo en familia, a sentarnos alrededor de una mesa y compartir desayuno, comida,merienda o cena, a CONVERSAR (si, irónicamente en la era de las tecnologías y de la información, nos hace más falta que nunca), a recordar buenos momentos y hasta a hacer planes de futuro... Si se tiene la oportunidad, los domingos son para disfrutarlos.
Desde que empecé a trabajar más establemente, mis fines de semana han brillado por su ausencia. Literalmente, no he podido considerar el día de la semana que era para tener que prepararme el táper la noche anterior, levantarme a las claras de la mañana con el tiempo justo y pasarme la mitad del día corriendo de arriba para abajo. Por eso, ahora valoro y aprovecho mucho más mis días libres, especialmente si caen en fin de semana, pues eso significa que puedo compartirlos con algunas de las personas que más quiero y que siguen teniendo horarios "normales" con sus días libres "normales" y sus planes de domingo "normales": Dormir hasta tarde, desayunar tarde pero contundente, salir a pasear, comer en algún restaurante quizás, tarde de peli y sofá, o de consola...
Este domingo he tenido el día libre y he podido disfrutar de él. Si, limpié el polvo, puse una lavadora, hice la cama, barrí.. Pero también dormí un rato más, me dí un baño relajante, me pasé la tarde tirada en el sofá a base de tele y libro... y cociné. Me encanta meterme en la cocina sin prisas, sin preocuparme por si comemos un poco más tarde o no, sin una idea fija y muchas otras en mente sobre lo que voy a preparar, y disfrutando de los aromas y sabores mientras lo hago.




Empecé por el desayuno, que me apetecía hacerle honores al término "desayuno de domingo"... Tirando de recetario básico (nada de experimentos y nada de sustos, que teníamos mucha hambre), y de despensa (ya sabéis lo que me gusta a mi el otoño y su cesta de la compra), salieron estas magdalenas de chocolate y castañas. Son unas magdalenas igual de dulces, jugosas y esponjosas que las originales, pero con un aroma y sabor a chocolate muy potente y un regusto a castañas que nos gustó mucho, tanto que para la próxima aumentaré la cantidad de castañas que le añadí a la masa.
Con dos tazas de café con leche recién hecho, disfrutamos de un desayuno en pareja, sin prisas y muy muy rico.
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 6-8 magdalenas):
- 1 huevo tamaño XL
- 60 gramos de harina integral
- 60 gramos de castañas cocidas y limpias + 3-4 unidades más
- 60 gramos de azúcar común
- 20 gramos de cacao puro el polvo
- 50 ml de leche semidesnatada
- 20 ml de aceite de girasol
- Medio sobre de levadura química

- Antes de empezar, precalentamos el horno a 190ºC, con calor arriba y abajo.
- Para empezar, le hacemos una muesca con un cuchillo a las castañas y las cocemos en una olla con agua unos 10 minutos. Las dejamos enfriar y las pelamos bien. 
- Ponemos las castañas (menos 3 unidades) en el vaso de la picadora y las picamos hasta que tenga una textura semejante a la harina.
- En un bol aparte, batimos el huevo con el azúcar, el aceite y la leche. Añadimos seguidamente el cacao y las castañas molidas y mezclamos bien.
- Sobre la misma mezcla del bol, tamizamos la harina con la levadura y mezclamos bien hasta que hayan desaparecido todos los grumos. 
- Picamos las castañas que habíamos reservado con la ayuda de un cuchillo y se las añadimos a la masa, mezclándolo todo bien.
- Colocamos los moldes para magdalenas sobre una bandeja de horno, los rellenamos con la masa hasta un poco más de la mitad, y metemos en el horno a 190ºC durante 25-30 minutos más o menos.
- Una vez hechas las magdalenas, apagamos el horno, las sacamos y las dejamos enfriar por completo antes de comernoslas.




Notas:
- Le he añadido a la mezcla unas cuantas castañas picadas a modo de "tropezones" e intensificar así su sabor, pero es algo totalmente opcional.
- Es importante que, a la hora de hornear las magdalenas, el horno esté bien caliente, pues esto hará que cojan aire y que suban mejor.
- Evitad abrir la puerta del horno al menos durante los primeros 15 minutos, pues esto puede hacer que las magdalenas bajen o que suban menos.


Espero que os haya gustado.
Aprovecho esta receta para participar en el concurso "Recetas de otoño" organizado por Corner GP a través de su comunidad de Google+. Desde aquí, muchas gracias por invitarme a participar, y felicidades a todo el equipo por una comunidad que gana adeptos día a día y por una tienda online la mar de completa y a muy buen precio.


http://www.cornergp.com/


¡Feliz inicio de semana!
Fotos: Marc RT Studios