Mostrando entradas con la etiqueta Lácteos y derivados. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Lácteos y derivados. Mostrar todas las entradas

lunes, 25 de abril de 2016

POSTRE DE YOGUR GRIEGO CON MERMELADA DE POMELO Y LADYFINGERS PARA EL #RETOALFABETODULCE



Vuelve a ser 25 y, como cada mes, llega el momento de participar en el Reto Alfabeto Dulce.
Es día 24, son las tantas de la noche y aquí me tenéis de nuevo, intentando dejar la entrada lo más bonita posible y apurando hasta el último minuto para llegar a tiempo de participar. Aunque, si he de ser sincera, a punto he estado de no hacerlo en esta ocasión, y motivos no me han faltado...
Primero, este mes el reto se ha complicado por dos. Después de haber agotado todas las letras del abecedario eligiendo ingrediente mes a mes, la propuesta de Ana para la segunda temporada del reto ha sido la de preparar una receta dulce no con uno, sino con DOS ingredientes obligatorios... ¡DOS! Esto no sería algo demasiado fuera de lo común si no fuera porque los dos ingredientes en cuestión se eligen de igual manera que hasta ahora, es decir, sorteando las letras del abecedario entre todos los participantes y con la condición de que ambos ingredientes empiecen por la letra que haya salido sorteada. Por supuesto, esto puede implicar (e implica) que los ingredientes en cuestión no tengan nada que ver el uno con el otro y sean bastante difíciles de combinar. De hecho, al menos en mi opinión, es precisamente lo que ha pasado en este primer "mes del doble".
Mi querida Ari del blog All in one e Isabel, la gran repostera que hay detrás del blog Gotas de azúcar y vainilla, han sido las encargadas de elegir los dos ingredientes y finalmente se han decantado por el pomelo y los bizcochos de soletilla o Ladyfingers (dedos de dama). Vale, sí, ambos son ingredientes muy comunes y fáciles de encontrar, pero cuando se trata de combinarlos es otro asunto, os lo aseguro. Y, si a esto le sumamos que mi chico lleva una semana trabajando fuera de casa y me he tenido que apañar sola con las fotos (y vaya fotos... os pido disculpas de antemano), que me ha salido un poco más de trabajo, que he empezado a estudiar de nuevo y que he tenido un par de compromisos familiares de por medio... Pues la verdad, no me ha dado para más y prefiero quedarme con la sensación de haberlo hecho lo mejor que he podido, pues ya os comentaba hace unos días que pienso seguir haciendo esto hasta donde me sea posible, sin agobios y sin presiones, y disfrutándolo todo lo que pueda.
Y en cuanto a la receta... Bueno, pues al final me he decantado por un postre bastante sencillo, de esos postres del día a día, pero no por ello menos rico.
El pomelo es una fruta que apenas consumimos en casa, y la verdad es que no nos gusta demasiado. Pero dándole vueltas al tema, me vino a la cabeza una receta de mermelada de pomelo que preparé hará cosa de 3-4 meses para darles salida a unos pomelos ecológicos que me regalaron y que no sorprendió gratamente, pues quedó muy dulce y nada ácida.
Seguí a rajatabla la receta del blog de Ana, que siempre ha sido uno de mis referentes en este mundillo y a la que seguía incluso antes de tener el blog. Ana acertó de pleno combinando la mermelada con yogur y unas cuantas gominolas, y fue por eso que se me ocurrió hacerlo igualmente con yogur, pero añadiendo también los bizcochos de soletilla.
Lo de usar la cáscara del pomelo para servir el postre fue totalmente invención mía (sí, una también tiene un poco de imaginación, aunque sea poca y mala...), pues me pareció que quedaría bastante más vistoso y resultón. En cuanto a la cata, como ya he dicho, se trata de un postre bastante simple, de sabores bastante suaves y cotidianos, pero igualmente rico. Por todos es sabido que el yogur combina de maravilla con todo tipo de mermeladas y bizcochos, así que no podía ser menos con ambos ingredientes a la vez, ¿No os parece?
Sin más, os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 mitades de pomelo o 2 raciones):
Para la mermelada de pomelo:
- La pulpa de 1 pomelo de 300 gramos (unos 150 gramos aprox.)
- 50 gramos de azúcar blanquilla
- 1 chorrito de vino dulce
- 1 pizca de canela molida (opcional)

Para el resto del postre:
- 200 gramos de yogur griego azucarado (casero en este caso)
- 4 bizcochos tipo Ladyfingers
- 2 mitades de cáscara de pomelo

- Un día antes, prepararemos la mermelada de pomelo: Abrimos el pomelo por la mitad y lo vaciamos bien con la ayuda de una cuchara y/o un  cuchillo, con cuidado de no romper la cáscara. Ponemos la pulpa de pomelo en una cazuela.
- Llevamos la pulpa a fuego medio sin dejar de remover hasta que haya espesado un poco. Agregamos entonces el azúcar, el vino y la canela.
- Seguimos cocinando, sin dejar de remover, hasta que tenga una consistencia más espesa (unos 10 minutos más).
- Colocamos la mermelada en un tarro esterilizado, lo tapamos y lo ponemos boca abajo para hacer el vacío. Lo dejamos así 12 horas como mínimo y ya la podremos usar.
- Lavamos bien las cáscaras de pomelo y procedemos a montar el postre: Colocamos un bizcocho hecho trozos en el fondo de cada cáscara, las llenamos con el yogur bien batido, y terminamos con un par de cucharadas de mermelada en el centro y un bizcocho partido en dos en uno de los lados. Servimos inmediatamente.




Notas:
- Desde que mi chico me regaló una yogurtera para mi cumpleaños, pocos yogures hemos comido que no fueran caseros. Es por ello que he decidido usar yogur casero para preparar este postre y os animo a hacerlo si tenéis oportunidad, pues el resultado lo merece.
- Con el poco pomelo que he usado, sale la mermelada justa para preparar las dos mitades de pomelo. Si queréis preparar más mermelada para usarla en otras elaboraciones, os recomiendo seguir la receta de Ana.
- Por supuesto, se trata de un postre que se debe consumir al momento pues, de lo contrario, la mermelada se mezclaría demasiado con el yogur y los bizcochos quedarían blandos.




Nada más por ahora.
Espero que os haya gustado mi propuesta y ya sabéis, contadme qué os ha parecido si os animáis a prepararla en casa.
¡Mil gracias por seguir ahí, y feliz inicio de semana!

viernes, 22 de abril de 2016

GRATÉN DE PATATAS, VERDURAS Y SALCHICHAS



Bueno, pues con mi señor "fotógrafo oficial" trabajando unos días fuera y, en consecuencia, a falta de fotos del viaje (buenas fotos, que con el móvil nos apañamos todos...), buena es una receta pos vacacional y de aprovechamiento, ¿No os parece?
Tal y como os contaba hace unos días, mi pareja y yo hicimos una escapada de 3 días a Valencia que nos dio mucho de si. Menos de medio día nos bastó para decidir de mutuo acuerdo que queríamos descubrir la ciudad a pie, a nuestro aire,  sin horarios, sin agobios, y yendo en todo momento donde nos apetecía, aunque tardáramos un poco más. Nos alojamos en un apartamento que estaba a dos pasos de Catedral de Valencia (más de la mitad del tiempo que estuvimos en el apartamento me lo pasé asomada al balcón contemplándola, porque es una auténtica belleza), así que la tomamos como punto de referencia y partida de todos nuestros recorridos: Que si primero nos vemos todo el Centro Histórico, que si ahora nos vamos a comer por la zona del Mercado Central y de paso vemos La Lonja, que si ahora vamos a merendar una buena horchata con fartons al Mercado de Colón y volvemos paseando tranquilamente por el Jardín del Túria... Vaya, que andamos todo lo que no hemos andado en nuestra vida junto y caíamos agotados en la cama por las noches... Eso sí, agotados pero satisfechos por haber visto y hecho todo lo que teníamos planeado.
Y tan cansados terminamos que el viaje de vuelta nos pareció el doble de largo que el de ida. Vale, lo sé, es algo que nos pasa a todos, pero esta vez se nos hizo mucho más tedioso de lo normal. Quizás fue por el calor, o por la cantidad de gente que iba en el autobús, o porque eran las 2 de la tarde, o porque estábamos todavía un poco cansados, o quizás por de todo un poco, que llegamos a Barcelona y salimos zumbando del autobús, sin darle las gracias al conductor ni nada (pobre hombre, con lo majo que era...), para meternos en el tren y plantarnos en casa lo antes posible.
Mi señor novio se fue directo al sofá y en menos de 15 minutos ya lo estaba oyendo roncar, a pesar de haberse ofrecido en un principio a ayudarme con las maletas.... En fin, y yo, más que tumbarme y no hacer nada, necesitaba relajarme y descansar. Si a esto le sumamos que lo que más me relaja y me gusta del mundo mundial es cocinar, que la hora de la cena estaba cada vez más cerca y que había dejado la nevera medio vacía para no encontrarme con nada "mutante" a la vuelta del viaje, me metí en la cocina y esto fue lo que terminé improvisando: un gratén de patatas con verduras y salchichas.
Un par de patatas hermosas, unas verduras que estaban ya un poco arrugaditas, una buena salsa de tomate, unas salchichas de pavo a punto de caducar y una cantidad generosa de queso emmental, fue todo lo que utilicé para preparar este plato que no me dio apenas trabajo y que quedó muy rico.
Normalmente suelo preparar este tipo de platos (los gratineslas lasañas y los pasteles de verdura) con algo de bechamel y es por eso que, en un principio, no tenía mucha confianza en el resultado. Pero todas mis dudas se disiparon al probarlo, pues no resulta ni seco ni soso en absoluto.
Finalmente resultó un plato único bastante completo y sabroso que nos solucionó la cena la mar de bien, y todo "tirando" de despensa :)
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 raciones hermosas):
- 2 patatas mona lisa grandes (unos 350-400 gramos)
- 1/2 zanahoria
- 1/2 cebolla
- 1/2 pimiento verde italiano
- 2 salchichas de pavo grandes tipo frankfurt
- 4 cucharadas soperas de salsa de tomate (casero o de buena calidad)
- 50 ml de vino blanco de cocina
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva suave
- 4 cucharadas soperas de queso rallado para gratinar
- Sal, orégano, pimienta negra y ajo en polvo, al gusto

- Antes de empezar, cocemos las patatas en abundante agua hasta que estén tiernas y las dejamos templar para poderlas manipular.
- Pelamos y laminamos las patatas no demasiado finas, y limpiamos y troceamos la verdura en trozos pequeños. Troceamos también las salchichas y reservamos.
- En una sartén a fuego medio con el aceite, salteamos las verduras hasta que empiecen a tomar un poco de color (unos 5 minutos aprox.), y añadimos el vino blanco para que se evapore.
- Cuando el vino se haya evaporado del todo, añadimos las salchichas, salteamos 2-3 minutos más y añadimos también la salsa de tomate, mezclandola bien. Añadimos entonces las especias, rectificamos de sal si fuese necesario y lo retiramos del fuego.
- Encendemos el horno y lo precalentamos a 220ºC en función gratinador.
- En una fuente apta para horno, procedemos a montar el gratén: empezamos por una capa de patatas y repartimos por encima la mitad del sofrito de verduras y salchichas. Cubrimos con otra capa de patatas, seguida del resto del sofrito, y terminamos con otra capa de patatas y una cantidad generosa de queso rallado (debe cubrir todas las patatas).
- A continuación, introducimos la fuente en el horno precalentado durante unos 10-12 minutos, o hasta que el queso se haya dorado lo suficiente.
- Para terminar, apagamos el horno, sacamos el gratén, lo dejamos templar un poco y lo servimos en porciones de tamaño ración.




Notas:
- Obviamente, si preparamos este plato con patatas fritas queda mucho más rico, pero también resulta más calórico. Si no tenéis problemas con el peso y/o con la salud adelante, os lo recomiendo.
- No es necesario añadirle sal a las patatas, pues el queso y el sofrito de verduras y salchichas ya tiene potencia suficiente.
- Este gratén también queda de maravilla preparando el sofrito con restos de pollo asado, tacos de bacon, de jamón, de chorizo, con atún, sólo con verduras, etc. Para gustos, colores.


Nada más por ahora, espero que os haya gustado la receta.
¡Gracias por seguir ahí, y felicísimo fin de semana!
Fotos: Marc RT Studios

lunes, 25 de enero de 2016

BIZCOCHO DE YOGUR CON UVAS PARA EL #RETOALFABETODULCE



Vuelve a ser 25 y, como cada mes, llega el momento de participar en el #RetoAlfabetoDulce. Aprovechando el tiempo y con un poco más de organización, he conseguido llegar con bastante antelación y he disfrutado dedicándole un poco más de tiempo a crear y publicar algo que realmente me guste, sin excusas, pegas ni peros, que muchos me he puesto ya meses atrás.
Últimamente, por motivos personales, estoy un poco más agitada e irritable de lo normal, y cocinar es mi vía de escape favorita, pues me relaja y ayuda a equilibrarme más que cualquier otra cosa con la que lo intente. Eso sí, se avecina una subidita de peso general en mi familia (y aún no hemos terminado de soltar la de Navidad, madre mía...), que en casa solamente vivimos dos y no damos a basto con tanto... En fin, congelar, agasajar a mis padres y a mi abuela y salir a correr, no nos queda otra, al menos hasta que el estrés disminuya...
Una de mis últimas creaciones ha sido este bizcocho con uvas. Una base de bizcocho de yogur, de ese tan básico, tan rico, tan fácil de hacer, que (casi) nunca sale mal y que gusta a todo el mundo, y coronado por una cantidad generosa de uvas moradas. Y vosotros os preguntaréis: ¿Y por qué uvas? Pues porque ha sido el ingrediente escogido por Miriam, del blog SugarTam (absteneos de visitarlo si sois amantes de lo dulce, porque es pura tentación) para que lo incluyamos este mes en nuestras recetas, fueran del tipo que fueran.
Las uvas son un ingrediente la mar de agradecido. Es más, en España se cultivan un montón de variedades de uvas de mesa (unas 200) e incluso una de ellas, la Moscatel de Málaga, está amparada por la Denominación de Origen Pasas de Málaga, garantizando que se trata de un producto único y de calidad. ¿Y quien no ha oído eso de "uvas, pan y queso saben a beso", o se ha zampado un buen plato de migas con chorizo rematado con unas cuantas uvas? Creo que no hacen falta más motivos para incluirlas en nuestras elaboraciones de vez en cuando, y si empezamos por algo dulce, mejor que mejor, ¿No os parece? :)
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 4 porciones generosas):
- 80 gramos de harina (de castañas en este caso)
- 50 gramos de azúcar
- 50 gramos de aceite de girasol
- 60 gramos de yogur natural
- 1 huevo tamaño XL
- 1/2 sobre de levadura en polvo
- Uvas moradas, al gusto (para cubrir la superficie del bizcocho)
- Canela en polvo, al gusto

- Antes de empezar, precalentamos el horno a 190ªC, calor arriba y abajo, y despepitamos las uvas, partiéndolas por la mitad. Reservamos.
- En un bol grande, batimos el huevo con el azúcar hasta que blanquee. Seguidamente, añadimos el yogur y el aceite y seguimos batiendo un par de minutos.
- Añadimos ahora la canela, la harina y la levadura tamizadas, y batimos unos minutos más.
- Untamos las paredes del molde donde vayamos a hornear el bizcocho con mantequilla o aceite y un poco de harina, y vertemos toda la masa.
- Repartimos las mitades de uva por toda la superficie del bizcocho, cubriéndola casi por completo y colocando la parte interior hacia abajo.
- Introducimos el bizcocho en el horno durante unos 25-30 minutos a 190ºC, o hasta que veamos que se ha dorado y ha subido por completo.
- Dejamos enfriar por completo antes de desmoldar y servimos cortado en porciones.




Notas:
- Las uvas hacen que el bizcocho suba un poco menos, pero le aportan una jugosidad y un dulzor riquísimos. 
- Una de las reglas básicas e imprescindibles para que un bizcocho salga bien es no abrir la puerta del horno mientras se está horneando. De lo contrario, no subirá bien e incluso puede llegar a no hacerlo.
- Al emplear harina de castañas, se trata de un bizcocho apto para celíacos. Con harina de trigo común sale rico igual.
- Podemos espolvorear nuestro bizcocho con azúcar glass antes de servirlo, e incluso acompañarlo con un poco de yogur natural o un chocolate caliente bien espeso.  Además, es ideal como base para tartas.

Espero que os guste mi aportación.
¡Mil gracias por seguir ahí, y feliz semana!

miércoles, 4 de noviembre de 2015

EL ARROZ CON LECHE DE MI MADRE PARA EL III #DÍADELDULCETS



¡Por los pelos!
Jolines, con lo bien que iba últimamente, sin pausa pero sin prisa, y llegando a todo... En fin, vuelta a escribir e intentar conseguir unas fotos medio decentes a última hora... Como dice mi madre, "La cabra siempre tira al monte, tarde o temprano".
En un abrir y cerrar de ojos nos hemos plantado en noviembre y, como cada mes, llegan propuestas de lo más interesantes y variadas para los diferentes retos, iniciativas y demás de la blogosfera culinaria. Son muchas y muy chulas, y ojalá pudiera llegar a todas las que me gustan, pero el tema de la clonación humana todavía hace aguas y es muy cara y, lo más importante, los días no han pasado a tener 30 horas (todavía), así que mi doble no editará las recetas por mi mientras yo duermo plácidamente ni me veo capaz de sacar tiempo de ningún otro lado.
De hecho, para la iniciativa de La Cocina Typical Spanish de este mes, en la que se nos pedía preparar una receta dulce típica de nuestro país, no la he preparado yo, pero aquí está. Os cuento: Sea por sabor, sea por salud, sea por economía, o sea por lo que sea, en casa siempre nos han tirado mucho más los postres y dulces caseros que los industriales. De hecho, junto a los macarrones boloñesa, las recetas dulces fueron las que primero aprendí de mi abuela y de mi madre y las que, hoy en día, sigo poniendo en práctica en casa: roscas de limón, yogures de sabores, bizcocho de yogur... y el arroz con leche. Qué cosa más rica, por favor... Raro era la semana que mi madre no preparaba una olla hasta arriba de arroz con leche con la intención de que durara hasta el fin de semana y no llegaba ni al miércoles. Claro que, teniendo en cuenta que la comíamos de postre, para merendar e incluso para cenar (yo era de las que cenaba solamente un bol enorme de arroz con leche y me quedaba tan a gusto), no era de extrañar... Al final, siempre terminaban por caer un par de ollas por semana.
A mi madre le sale un arroz con leche de esos cremosos, de grano suelto, que no empalaga en absoluto, con muchísimo sabor a canela y limón y que está incluso más rico de un día para otro. ¿El secreto? Mucha paciencia y buenos ingredientes, sin más.
Aprovechando que hace un par de días bajé a casa de mi madre, que había preparado arroz con leche y que, para variar, me ofreció un bol, no he visto mejor momento para que vea la luz. 
Un postre muy nuestro y que no falta en (casi) ninguna casa y al que cada madre, abuela, tía o quien sea, le da su toque particular y delicioso. Porque, de acuerdo, en los últimos años se habrá extendido por todo el mundo y habrán surgido mil y una formas de hacerlo (con yemas, con panela, con leche condensada, con vainilla, con chocolate...), pero los clásicos son siempre los que perduran y los que nunca, nunca, nunca fallan.
Espero que os guste:






Ingredientes (para 4-6 personas):
- 150 gramos de arroz redondo
- 1 litro de leche entera de vaca (si es fresca, mejor)
- 200 ml de agua
- La piel de 1 limón
- 1 palo de canela
- 150 gramos de azúcar blanquilla
- Una pizca de sal
- Canela en polvo, opcional

- Para empezar, ponemos el agua en una cacerola a fuego medio y cuando empiece a hervir añadimos el arroz. Lo dejamos hervir unos 10 minutos.
- Cuando el arroz empiece a secarse, añadimos la piel del limón, la canela partida en dos, la pizca de sal, la leche y el azúcar. Bajamos el fuego casi al mínimo y dejamos cocinar de 45 minutos a 1 hora, removiendo cada 5 minutos.
- Una vez el arroz esté tierno y la leche cremosa, retiramos del fuego, le quitamos la piel de limón y el palo de canela, y lo colocamos en recipientes individuales. 
- Dejamos enfriar antes de servir. Podemos espolvorearlo con un poco de canela molida.




Notas:
- En vez de con canela molida, también podemos servir el arroz espolvoreándolo con un poco de azúcar y quemándola en el último momento para conseguir ese toque crujiente y delicioso.
- La cantidad de azúcar siempre será relativa, pues hay quien prefiere el arroz con leche más dulce o menos dulce. Bastará con probarlo. 
- Merece la pena usar una buena leche, a ser posible fresca y de vaca, o entera y de calidad en su defecto. El resultado es mucho más bueno.


Espero que os guste mi propuesta, y os invito a no perderos las del resto de participantes para el #díadeldulceTS. Os dejo el enlace al recopilatorio:
http://lacocinats.blogspot.com/2015/11/recopilatorio-diadeldulcets.html

¡Mil gracias por seguir ahí!


jueves, 6 de agosto de 2015

CUAJADAS CON CANELA Y GALLETAS INTEGRALES (SIN AZÚCAR)



Hacer postres en casa resulta, la mayoría de veces, mucho más sencillo de lo podamos imaginar.
Nos hemos acostumbrado a lo que se nos ha vendido como "fácil", a ir al supermercado y llenar nuestro carrito de natillas de "chocolate", yogures de "fresa, plátano, limón...", y flanes de "vainilla" al pasar por la sección de refrigerados. Y lo escribo y lo digo así, con cierto rin tintín, porque basta con echarle un ojo a las etiquetas de dichos productos para darnos cuenta de que, en la mayoría de casos, el "sabor a" se lo aportan aromas, conservantes y/o colorantes artificiales que guardan la misma relación con el ingrediente natural que el agua con el aceite, oseaser, ninguna.
Que a casi todo el mundo le (nos) gustan los postres y dulces industriales es una realidad indiscutible. Con moderación y en su justa medida, no está de más incluir este tipo de alimentos en la dieta, siendo una solución muy práctica (no requieren preparación, la variedad es muy extensa, se conservan durante más tiempo...) para salir del paso cuando no tenemos tiempo o ganas de cocinar. El problema está cuando los incluimos de manera habitual en nuestra dieta, pues podría verse muy desequilibrada y eso afectaría a nuestra salud.
Como ya os he comentado en más de una ocasión, en casa siempre hemos tenido la costumbre de preparar la mayoría de postres y dulces que comemos. Mi abuela le metió el gusanillo a mi madre y esta hizo lo mismo conmigo, tanto que ahora me niego a perder esta costumbre familiar tan rica y sana y intento predicar con el ejemplo todo lo que puedo: Gelatinas, galletas, natillas, magdalenas... y todo lo que se me ocurra para disfrutar de estos "placeres culpables" en casa, de una manera muchísimo más rica, sana y natural.
He de confesar que la cuajada es uno de los postres que menos he preparado hasta la fecha, quizás porque es uno de los que menos consumíamos en casa, pero cada vez me va gustando más, tanto por su sencillez como por su sabor neutro que combina de maravilla con multitud de ingredientes (miel, canela, azúcar, frutos secos, membrillo...).
La cuajada se puede preparar con los típicos "polvitos mágicos" que venden en la mayoría de supermercados o con cuajo y leche fresca. Eso si, debe ser leche fresca pasteurizada, de lo contrario, no cuajará. El cuajo animal se encuentra fácilmente en las farmacias.
La última vez que preparé cuajada lo hice con polvos y la acompañe con un coulis sencillo de fresa. Esta vez me he animado y lo he hecho a la vieja usanza, con leche fresca y cuajo, y el resultado nos ha gustado bastante más, un sabor mucho más intenso y una textura mucho más firme.
Aprovechando que tenía un paquete de galletas integrales que se estaban reblandeciendo, he añadido una por vasito y han funcionado de maravilla.
Os dejo los ingredientes y la preparación.




Ingredientes (para 4 moldes como los de la foto):
- Medio litro de leche fresca
- 1 rama de canela + canela en polvo, al gusto
- 3 gotas de cuajo por molde
- 1 galleta integral sin azúcar por molde
- Edulcorante acalórico, opcional.

- Ponemos un cazo al fuego con la leche, la rama de canela y el edulcorante (opcional), y la calentamos hasta que empiece a humear, pero sin dejar que hierva.
- Retiramos la leche del fuego, le quitamos el palo de canela, la removemos bien y la dejamos templar.
- Echamos las gotas de cuajo en cada molde, añadimos la leche templada y removemos un poco.
- Colocamos una galleta por cuajada.
- Tapamos los moldes con papel film y los dejamos reposar a temperatura ambiente hasta que cuaje la leche (2 horas como mínimo).
- Pasado este tiempo, metemos las cuajadas en la nevera hasta que las vayamos a consumir.
- Servimos nuestras cuajadas directamente de la nevera, espolvoreadas con un poco de canela.




Notas:
- También podemos tomar la cuajada sola, con azúcar, con miel, con dulce de membrillo, con frutos secos, etc. Eso si, se le deberá añadir en el momento de consumirla, nunca antes.
- Lo ideal para preparar cuajada es usar leche recién ordeñada y de oveja, pero resulta casi imposible, porque no se comercializa. La leche fresca refrigerada de vaca es el mejor substituto.
- La temperatura ideal de la leche en el momento de mezclarla con el cuajo son unos 37º. Si tenéis termómetro culinario perfecto, pero si no basta con introducir un dedo en la leche y comprobar que no quema.
 
¡Disfrutad de un postre sencillo, sano y delicioso!
¡Feliz jueves!
La leche fresca, es la leche esterilizada del día, no la pasteurizada que se compra habitualmente, esta última no cuaja.
Calentamos la leche en una cazuela, con una pizca de sal a fuego lento, sin dejar de remover durante 5 minutos, evitando que hierva.
Preparamos unos cuencos individuales poniéndolos en un lugar donde no vayamos a moverlos, y echamos en cada uno de ellos 3 gotas de cuajo. Vertemos sobre los cuencos la leche caliente con mucho cuidado y dejamos enfriar.
Una vez fríos los tapamos con papel film transparente para que no cojan olores dentro de la nevera.
Dejamos enfriar en la nevera hasta conseguir la cuajada.
En el momento de consumir, vertemos sobre la superficie de la cuajada miel templada con unos trocitos de nueces. - See more at: http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/recetas/2008/10/17/180757.php#sthash.CceRq6yK.dpuf
La leche fresca, es la leche esterilizada del día, no la pasteurizada que se compra habitualmente, esta última no cuaja.
Calentamos la leche en una cazuela, con una pizca de sal a fuego lento, sin dejar de remover durante 5 minutos, evitando que hierva.
Preparamos unos cuencos individuales poniéndolos en un lugar donde no vayamos a moverlos, y echamos en cada uno de ellos 3 gotas de cuajo. Vertemos sobre los cuencos la leche caliente con mucho cuidado y dejamos enfriar.
Una vez fríos los tapamos con papel film transparente para que no cojan olores dentro de la nevera.
Dejamos enfriar en la nevera hasta conseguir la cuajada.
En el momento de consumir, vertemos sobre la superficie de la cuajada miel templada con unos trocitos de nueces. - See more at: http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/recetas/2008/10/17/180757.php#sthash.CceRq6yK.dpuf

miércoles, 3 de junio de 2015

NATILLAS CON PIÑA Y BIZCOCHOS DE SOLETILLA

  


Después de preparar la receta para el Reto Alfabeto Dulce del pasado mes de mayo, me sobró muchísima piña pero nada de crema catalana (es que fresquita estaba taaaan rica...). Viendo el éxito que habían tenido las tartaletas en casa y también lo mucho que habían gustado por estos lares, me dispuse a versionarlas para sacar un postre mucho más para el día a día, de esos que puedes dejar en la nevera y comer cuando quieras y que, sobretodo, no te obligue a pasarte una tarde entera metida en la cocina. 
Igual que compré preparado para crema catalana, también lo hice para natillas y para cuajada, pues me parecen opciones muy prácticas y ricas para preparar postres en un plis plas pero, por supuesto, nada como un postre casero 100%. Y como esa tarde tenía algo de tiempo y ganas de cocinar, los polvitos mágicos para natillas siguen en la alacena y las preparé a la vieja usanza, vaya, como se ha hecho toda la vida, la receta de nuestras abuelas, y como más buenas están sin duda.
Unos bizcochos de soletilla que se estaban poniendo un poco durillos y el sobrante de piña fueron los otros dos ingredientes que utilicé para preparar estos vasitos. De nuevo nos encantó en contraste de la piña con la suavidad y dulzor de las natillas, y los bizcochos en la base quedaron muy húmedos y le daban también un dulzor muy rico, sin llegar a ser empalagoso. 
El problema lo he tenido a la hora de ponerme a escribir la entrada, pues aunque suelo recurrir mucho al "una pizca de" o "una cucharada de", esta vez si lo hice casi todo a ojo, sobre la marcha. Pero bueno, teniendo a mi alcance tantos recursos gracias a Internet y sobretodo a la blogosfera, sólo me ha hecho falta investigar un poco para poner unas cantidades más o menos acertadas.
Aquí os dejo el resultado.




Ingredientes (para 3-4 vasitos):
Para las natillas:
Medio litro de leche
70 gramos de azúcar
3 yemas de huevo
1 cucharada sopera de harina de maíz
Canela el polvo
1 vaina de vainilla (opcional)

Para montar los vasitos:
3 rodajas de piña al natural en su jugo
3 bizcochos de soletilla
Un poco de caramelo líquido (opcional)

- Comenzamos colocando las yemas de huevo y la harina de maíz en un bol grande con un vaso de leche y batimos.
- El resto de la leche la ponemos en una cazuela a fuego medio junto con la vainilla abierta y el azúcar hasta que empiece a hervir.
- Ahora agregamos un par de cazos de esta leche caliente a la mezcla de las yemas, removemos bien y lo añadimos todo a la cazuela de nuevo.
- Cocinamos a fuego suave sin dejar de remover, hasta que veamos que coge un poco de cuerpo, sin dejar que hierva porque las natillas se estropearían.
- Pasamos las natillas a un bol grande y dejamos que enfríen tapadas con un poco de papel film.
- Una vez frías las natillas, troceamos la piña y la añadimos, mezclándola bien.
- En el fondo de los vasos colocamos los bizcochos en mitades, los rociamos con un poco de caramelo líquido y colocamos encima la mezcla de natillas y piña. Espolvoreamos con un poco de canela si nos gusta.
- Antes de consumir, dejamos que las natillas enfríen en la nevera por lo menos un par de horas, para que tomen consistencia y se integren bien los sabores.




Notas:
- Es recomendable consumir este postre como máximo en 2-3 días, sino la piña hace que se agüen las natillas e incluso puede ponerse amarga y estropearlo.
- Otras veces también he probado de combinar la piña con natillas de chocolate, y para quienes nos gusta esta combinación, también resulta un postre delicioso.
- Los bizcochos de soletilla se los puse porque los tenía a mano, pero también se pueden usar restos de cualquier bizcocho, de magdalenas, de galletas, etc.
- La receta original de natillas lleva 80 gramos de azúcar, pero al añadir la piña, el caramelo y los bizcochos, yo reduje esa cantidad a 70 gramos y quedaron perfectas.

Nada más por hoy, espero que os guste, y muchísimas gracias por vuestros comentarios, sin ellos este blog no sería posible.
!Feliz miércoles!

lunes, 25 de mayo de 2015

TARTALETAS DE PIÑA A LA CATALANA. SEGUNDO RETO ALFABETO DULCE



Mi estreno en el Reto Alfabeto Dulce no ha podido ser mejor. El mes pasado me (nos) tocó cocinar una receta con hierbabuena, un ingrediente que nunca había usado más allá del té o para añadírselo al caldo de puchero... Al final pude apañármelas medio bien, y parece que el resultado gustó bastante, tanto a Ana como al resto de participantes del reto, y eso me motivó todavía más de cara al mes siguiente. Pocos días después, mientras me tomaba el café y revisaba el correo y demás, me di cuenta que tenia bastantes notificaciones en facebook. Cual fue mi sorpresa al enterarme que había sido la elegida para escoger el ingrediente del mes de mayo, uno que empezara por la letra I.. !Buuufff! Me hubiera encantado encontrarlo, de verdad, pero lo acabé dejando por imposible, no hubo manera. Al final, Ana me dijo que con que el ingrediente contuviera la letra "I" era suficiente. Bueno, bueno, ahora si que las posibilidades se multiplicaban por mil... Obviamente, se trata de que el ingrediente escogido sea suficientemente versátil y accesible para que todos los que participamos podamos aportar nuestro granito de arena. Por eso, de entre todas las ideas que se me ocurrieron, me decidí por la piña, una fruta que da mucho juego, se puede encontrar fácilmente tanto fresca como en conserva, y es deliciosa y muy sana, ideal para esta época del año. Eso si, he de decir que Ana fue muy atenta conmigo, tanto haciéndome propuestas como ayudándome a tomar la decisión final.
Bien, sin alargarme más, os presento mi propuesta.
La piña con crema catalana o "a la catalana" es un postre que se sirve en algunos restaurantes de Cataluña y que me trae muy buenos recuerdos. Cuando era una niña, mis padres trabajaban muchísimo y durante la semana apenas los veía, por lo que el fin de semana siempre lo dedicaban a estar conmigo y nos pasábamos el día de arriba para abajo: íbamos a los recreativos, de compras, a la playa en verano, y por supuesto a comer fuera. Mi madre siempre siempre siempre tomaba de postre piña a la catalana, le encantaba y, además, ya tenía fichados dos o tres sitios donde, según ella, la hacían más rica. Mi padre y yo casi nunca pedíamos postre, pero era rara la vez que no acabábamos pidiéndole a mi madre un poquito del suyo... Ais, algunos recuerdos se guardan con tanto cariño...
Se trata de un postre bastante ligero y sencillo de hacer, y la combinación del ácido de la piña con el dulce suave de la crema catalana resulta deliciosa. Como recipiente se suele utilizar la propia cascara de la piña, una manera muy original de servir este postre si se trata de una pieza no demasiado grande, o tartaletas, como he hecho yo, y empleando piña al natural en conserva. Se remata justo antes de servir caramelizando un poco de azúcar por encima, pero si no tenéis quemador o no lo vais a servir al momento, la canela y el caramelo líquido también valen, por supuesto.
Os dejo la receta, espero que os guste.



Ingredientes (para unas 8 tartaletas):

Para la masa quebrada neutra:
180 gramos de harina de repostería + un poco para amasar
100 gramos de mantequilla
1 huevo
una pizca de sal
una pizca de azúcar

Para el relleno:
500 ml de leche
1 sobre de preparado de crema catalana (o natillas en su defecto)
5-6 cucharadas soperas de azúcar
4 rodajas de piña al natural en su jugo + unos trozos para decorar
Caramelo, canela o azúcar para caramelizar

- Empezamos preparando la masa quebrada: Tamizamos la harina, la colocamos en un cuenco y añadimos las mantequilla templada a dados, la sal, el azúcar y el huevo, y mezclamos con las manos.
- Cuando la masa se una por completo, hacemos una bola y la colocamos en un bol cubierto con papel film para dejarla reposar una hora en la nevera.
- Mientras, untamos los moldes con mantequilla si fuese necesario
- Pasado ese tiempo, estiramos bien la masa con un rodillo de cocina y la cortamos en porciones según el tamaño de los moldes que vayamos a usar.
- Colocamos las porciones de masa estirada en los moldes, las ajustamos bien, recortamos los bordes sobresalientes, pinchamos con la ayuda de un tenedor y horneamos a 180º durante unos 20-25 minutos, o hasta que la masa se dore. Sacamos, dejamos enfriar y reservamos.
- Para la crema catalana, añadimos 400 ml de leche y 5-6 cucharadas de azúcar en un cazo y ponemos al fuego, a potencia más bien alta.
- Aparte, en un bol, mezclamos 100 ml de leche con el preparado para crema catalana hasta que se disuelva por completo.
- Cuando veamos que la leche va a empezar a hervir, añadimos la mezcla de preparado y, sin dejar de remover, cocemos durante unos 5 minutos, hasta que espese. Retiramos y dejamos templar.
- Una vez templada la crema, añadimos la piña troceada pequeña y mezclamos bien.
- Por último, montamos el postre: Desmoldamos las tartaletas frías, las rellenamos con la crema catalana con piña y caramelizamos un poco de azúcar por encima, o espolvoreamos con canela, o regamos con caramelo líquido al gusto.
- Dejamos que las tartaletas enfríen en la nevera un par de horas antes de consumirlas, y las servimos.




Notas:
- Aunque los preparados para postres disponibles en el mercado han mejorado muchísimo, si tenéis un poco más de tiempo y paciencia, merece la pena preparar crema catalana casera, el sabor es mucho más rico, no hay color.
- También se puede preparar este postre con otras frutas como las uvas, el melocotón, el melón, etc. Recomiendo, eso si, hacerlo con frutas de sabor suave y consistencia acuosa.

Hasta aquí mi aportación al reto de este mes. Espero que os haya gustado, estoy deseando ver el resto de propuestas.
¡Feliz inicio de semana!

martes, 28 de abril de 2015

NATILLAS DE CHOCOLATE Y HIERBABUENA SIN HUEVO



Cuando me puse a preparar la receta para el Reto Alfabeto Dulce que os presentaba el pasado día 25, me gustó tanto el resultado que me animé y me dió por seguir experimentando con la hierbabuena.
Fueron varias las personas que para el reto se decantaron por la combinación de hierbabuena y chocolate, cosa que me pareció una idea genial y que finalmene yo también he llevado a la práctica.
Como ya comenté en la entrada de la cuajada con coulis de fresa, la mayoría de postres que comemos en casa son caseros, porque nos gusta muchísimo más el sabor y porque son mucho más sanos.
Mi pareja es un adicto total al chocolate y lo come de todas las maneras posibles habidas y por haber: con leche en el desayuno, en crema para sandwiches, en galletas rellenas, a la taza para merendar... En fin, visto esto, decidí empezar a buscar recetas con chocolate para hacer en casa y, ya que no puedo evitar que se lo zampe, al menos que lo haga de una forma más sana y mucho más rica.
De momento, lo que más ha triunfado ha sido el bizcocho de chocolate y estas natillas de chocolate de las que ahora yo tampoco puedo prescindir, y tengo motivos para ello: son muy muy muy fáciles de hacer, muy ligeras, muy económicas y están de vicio. Además, al no llevar huevo entre sus ingredientes, son un capricho ideal para aquellas personas intolerantes a este alimento y que sean amantes del chocolate.
Como ya he comentado y para variar un poco, esta vez le añadí a la receta unas hojas de hierbabuena, simplemente para darle un toque de aroma y sabor, y resultó ser una combinación muy acertada.
Espero que os guste.




Ingredientes (para 3 raciones generosas):
450 ml de leche semidesnatada
40 gramos de azúcar
45- 50 gramos de cacao en polvo estandar
30 gramos de harina de maíz
5 o 6 hojas de hierbabuena fresca

- En un cazo a fuego medio, calentamos 350 ml de leche con el azúcar y la hierbabuena, sin dejar de remover.
- En un bol aparte, mezclamos los 100 ml de leche restantes con la maicena y lo diluimos bien.
- Cuando la leche del cazo esté a punto de hervir, retiramos las hojas de menta y le añadimos el chocolate, sin parar de remover.
- Una vez el chocolate se haya disuelto por completo, añadimos la leche con la maicena y dejamos hervir unos 5 minutos, sin dejar de remover, hasta que haya espesado lo suficiente.
- Para terminar, retiramos del fuego, repartimos en los recipientes que hayamos escogido y dejamos enfriar en la nevera unas dos horas.




Notas:
- Yo suelo usar cacao en polvo azucarado, pero si empleáis cacao sin azúcar bastará con añadirle 20 gramos más de azúcar a la leche.
- En este caso he acompañado las natillas con galletas maría de las de toda la vida, aunque también resultan deliciosas acompañadas de frutos secos picados, bizcochos de soletilla, cereales de arroz inflado... en fin, lo que se os ocurra.

¡Espero que hayáis tenido un buen inicio de semana! Aún sigo alucinando con la buena acogida que han tenido mis dos últimas recetas y la cantidad de gente que me ha hecho una "visita", así que muchas muchas muchas gracias, de corazón, tengo los ánimos por las nubes :)