jueves, 31 de diciembre de 2015

¡¡FELIZ 2016!!



En pocas horas empieza el año 2016... El tiempo vuela. Esta noche, a las 00:00h, se volverá a abrir ante nosotros un planeta de ocasiones que cada uno terminará aprovechando como buenamente pueda, o quiera, o ambas cosas a la vez.
Si nos detenemos un momento y miramos hacia atrás, probablemente nos demos cuenta que el pasado siempre cuenta, y que nos encontramos precisamente donde nos han traído nuestras acciones. Nuestro futuro son los pensamientos, las palabras y, esencialmente, nuestras acciones pasadas. ¿Momentos de alegría o, por el contrario, de tristeza e incluso de arrepentimiento? Para bien o para mal, de nada más sirve lamentarse a estas alturas por aquello que hicimos o dejamos de hacer, que para tomárnoslo como un aprendizaje. Quedémonos con lo aprendido y con los buenos momentos, eso es lo único que nos ayudará a echarle "morro" a la vida.
¿Y quién no se propone retos u objetivos para el año nuevo? Aprender un nuevo idioma, perder peso, dejar de fumar, ir más al gimnasio... Propuestas infinitas que muchas veces terminan siendo sólo eso. Centrémonos en aquello que realmente queremos y podemos conseguir, y vayamos a por ello. Si se tiene claro lo que se quiere conseguir, nada impide hacerlo. Puede que cueste un poco, o puede que no tanto, pero lo importante es que terminemos siendo más felices con este cambio.
A principios de 2015 me propuse firme y decididamente empezar con esta locura a la que llamo "Hay un recuerdo en mi plato", pero no fue hasta marzo que me llegó la oportunidad de hacerlo realidad. Desde entonces, no ha pasado un sólo día en el que no lo haya tenido en mi mente y, sobretodo, a todos vosotros, mi "familia bloguera", por quienes estoy hoy aquí y quienes hacéis que merezca la pena todo el esfuerzo que a veces he tenido que hacer para poder llevar el blog en condiciones.
Con la mano en el corazón, os digo que ha sido y será un placer cocinar y compartirlo con vosotros, dejaros entrar en mi cocina y sumergirme en las vuestras, y seguir aprendiendo tantísimo como lo he venido haciendo hasta ahora. Porque, a estas alturas, ya no podría vivir sin compartir mi gran pasión, que es cocinar, y más cuando se trata de algo mutuo y compartido. Es la magia de cocinar juntos.
En fin, como siempre os digo, y hoy más que nunca, MILLONES DE GRACIAS POR SEGUIR AHÍ. Todo esto es posible gracias a cada visita, cada "me gusta" cada comentario y cada difusión.
Un "chin-chin" virtual a vuestra salud, deseándoos un año 2016 lleno de fuerza, prosperidad, salud, buenos deseos y, sobretodo, mucha mucha mucha felicidad. Porque ser feliz es lo que hace que nuestra vida tenga sentido.

¡¡FELIZ 2016!!

viernes, 25 de diciembre de 2015

TARTA DE ZANAHORIA Y SOBAOS



Con toda la pena de mi corazón, este mes no he llegado a tiempo de participar en el #RetoAlfabetoDulce. Supongo que much@s me comprenderéis perfectamente cuando digo que me ha dado mucha pena pero también mucha rabia, porque incluso ya había preparado, probado y fotografiado la receta, y la verdad es que fue todo un éxito en casa... Pero entre el trabajo, los estudios, la beca en Santander que me ha llevado a estar una semana fuera de casa y los compromisos propios de estas fechas, ha sido misión imposible, los días se me han quedado cortos y, sinceramente, cuando he tenido un poco de tiempo libre, he estado tan cansada que lo único que me ha apetecido ha sido sofá, manta y siesta. No sé cómo me lo monto, pero siempre tengo temporadas que voy sobrada de faena y de tiempo, y otras en las que desearía que los días tuvieran 30 horas... La historia de mi vida.
En fin, de todos modos, y con el visto bueno de Ana, que se lo curra un montón cada mes haciendo un fantástico recopilatorio con todas las propuestas que se presentan, he decidido que mi receta también vea la luz. Vale, ha llegado un par de días tarde y no es una receta muy elaborada, pero quería dedicársela a todos mis compis de reto, por su constancia y su buen hacer, y animaros a que la preparéis en casa estas navidades, porque está para dejar el plato como recién lavado.
Este mes tocaba experimentar con zanahorias a elección de Alejandra, del blog Los dulces de Mica. Me encanta utilizar zanahoria en preparaciones dulces por un montón de motivos, pero sobretodo por su sabor tan característico y la jugosidad que le aporta a las masas. ¿Hay alguien que pueda resistirse a un trozo de jugoso y delicioso bizcocho de zanahoria? Sí, lo habrá, pero serán una pequeña minoría.
Me ha parecido la ocasión perfecta para enseñaros la que, durante generaciones, ha sido la tarta por excelencia de mi familia: la tarta de zanahoria y galletas/bizcochos. Con muy pocos ingredientes y con muy poco trabajo, os aseguro que el resultado es más que sorprendente.
Esta vez, aprovechando mi "viaje" a Santander, he querido prepararla con unos sobaos 100% artesanales que me traje a modo de souvenir y que estaban para morirse de ricos. Menudo color, menudo aroma y menudo sabor, madre mía, nada que ver con los que compro habitualmente en el supermercado. El coco rallado lo tenía guardado desde el mes pasado, en el que también lo utilicé para preparar mi propuesta para el Reto Alfabeto Dulce (también utilicé zanahorias, menuda casualidad), y las zanahoria eran de cultivo ecológico y estaban recién recolectadas.
Con una materia prima de tanta calidad, el resultado sólo puede que superar nuestras expectativas y hacernos disfrutar de lo lindo. De veras, os recomiendo encarecidamente que probéis esta tarta.
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 4 raciones):
- 300 gramos de zanahorias
- 4 sobaos pasiegos individuales
- 2 cucharadas soperas de azúcar
- 4 cucharadas soperas de coco rallado + un poco más para decorar

- Empezamos lavando, pelando y troceando las zanahorias. Las ponemos en una olla con abundante agua y las dejamos cocer hasta que estén muy tiernas. Retiramos y dejamos enfriar.
- Abrimos los sobaos, los cortamos en dos y por la mitad de manera horizontal (si son muy gruesos). 
- Cuando las zanahorias estén frías, las colocamos en un bol y les añadimos el coco y el azúcar. Seguidamente, machacamos y mezclamos todo el conjunto con la ayuda de un tenedor hasta obtener una pasta sin apenas grumos.
- En un molde o bandeja grande, colocamos cuatro trozos de sobaos como base. 
- Cubrimos los sobaos con una capa de masa de zanahoria y coco y volvemos a poner otros 4 trozos de sobaos. Si fuese necesario, repetimos la operación y terminamos cubriendo bien la tarta con una buena capa de masa de zanahoria y coco.
- Dejamos reposar la tarta en la nevera un par de horas, la cubrimos con coco rallado y la servimos cortada en porciones.




Notas:
- Si en vez de sobaos queréis utilizar galletas, el tiempo de reposo se duplica, incluso os recomendaría consumir la tarta de un día para otro. También podéis usar bizcochos de soletilla, magdalenas, dedos de dama, etc.
- Si os gusta mucho el coco, podéis añadirle a la masa un poco más sin ningún problema. Lo mismo sucede con la cantidad de azúcar.
- También podéis machacar la zanahoria con la ayuda de una batidora, vigilando que no quede con textura de puré.


Nada más por ahora. Espero que os haya gustado la receta y que os animéis a prepararla en casa.
Aprovecho también para desearos una Felicísima Navidad y que se cumplan todos vuestros deseos :)
¡Mil gracias por seguir ahí!

lunes, 21 de diciembre de 2015

COQUITOS (O COCADAS) DE SABORES



¿Alguna vez os habéis parado a pensar a qué sabe la Navidad?
Sin distinciones, y sobretodo en nuestro caso, la Navidad se celebra en la mesa, y con la familia, o con los amigos, o íntimamente con tu pareja, porque compartir es lo que realmente importa.
Porque la Navidad nos puede saber (y oler, por supuesto) a aquella pierna de cordero que tu abuela borda y que prepara únicamente para estas fechas, o a aquella zarzuela de pescado que tu madre te invita a comer a su casa todos los años, o a aquellos canapés con huevo hilado que nadie termina por comerse, o a una tarde en familia preparando polvorones, o mantecados, o mazapán, o las tres cosas a la vez... Lo que si está claro es que todos y cada uno de nosotros asociamos estas fechas con un sabor o una receta en especial  que nos gusta rememorar año tras año, pues lo hemos terminado convirtiendo en una tradición inquebrantable y, si no lo hiciéramos, nuestras fiestas navideñas estarían incompletas.
En mi casa, la Navidad sabe y ha sabido siempre a dulce. Apenas empiezan a aparecer los primeros turrones, polvorones, mantecados y demás en los supermercados, empezamos a hacer apuestas sobre quién terminará cayendo primero en la tentación. Mis padres cambian su postre habitual por un trocito de turrón, mi abuela empieza a cenar un par de mantecados con un vaso de leche y nosotros nos inflamos a turrón y roscos de vino para merendar. Vale, no llegaremos a Navidad en la mejor forma posible precisamente, pero lo disfrutamos de lo lindo y tampoco es que nos pase mucha factura. Ya se sabe, en el equilibrio está la clave y se puede comer de todo con moderación.
Hay ciertas recetas que, a pesar de que podamos (y lo hacemos) prepararlas durante todo el año, cobran un protagonismo especial y se disfrutan mucho más en estas fechas. Este es el caso de lo coquitos. Los coquitos o cocadas no son más que unas bolitas horneadas hechas a base de coco y huevo y, aunque se consideran un dulce típico de Navidad, nunca faltan en casa, pues a todos nos encantan. Llevan muy pocos ingredientes y son sencillos y muy rápidos de preparar, por lo que también son ideales para preparar con los peques de la casa durante las vacaciones. Además, si le añadimos a la masa original ingredientes como la ralladura de naranja, el aroma de vainilla, chocolate negro, etc., podemos preparar unos coquitos muy originales y del sabor que más nos guste.
Sin más, os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para unos 18-20 coquitos):
- 125 gramos de coco rallado
- 125 gramos de azúcar
- 1 huevo tamaño L
- Ralladura de limón o naranja, esencia de vainilla y cacao puro en polvo, al gusto.

- Antes de empezar, precalentamos el horno a 190ºC, calor arriba y abajo.
- En un bol grande, mezclamos el coco con el azúcar.
- Aparte, batimos el huevo, se lo añadimos a la mezcla anterior y lo mezclamos todo bien.
- En este punto, si queremos preparar coquitos de sabores, añadimos también los ingredientes que hayamos escogido. En mi caso, dividí la masa en 3 partes más o menos iguales y a una de ellas le añadí ralladura de naranja, a otra esencia de vainilla y a otra cacao puro en polvo. Mezclamos bien.
- Ayudándonos de una cuchara de postre, vamos tomando porciones no muy grandes de masa y le damos forma de bolita con las manos. Seguidamente, las colocamos sobre una bandeja de horno cubierta con papel de hornear.
- Horneamos nuestras bolitas a 190ºC durante unos 15 minutos aproximadamente, o hasta que las veamos doradas.
- Las dejamos enfriar por completo antes de comer.




Notas:
- Es una receta tan sencilla que poco más se puede añadir. Eso si, os aconsejo que controléis el tiempo y la temperatura del horno en todo momento, pues las bolitas se doran bastante rápido.


Nada más por ahora. Espero que os haya gustado y que estéis teniendo unas felices fiestas.
!Muchas gracias por seguir ahí! :)

miércoles, 16 de diciembre de 2015

MUSLOS DE POLLO AL HORNO CON CHAMPIÑONES, MIEL Y LIMÓN



Última parada del año: Santander. Quién me mandaría a mi, con lo tranquilita que estaba yo en mi casa y el frío que hace por el norte en esta época del año...Vale, no, ahora enserio. Hace poco más de medio año me enteré a través de un conocido portal de cursos online que la Universidad Internacional Menéndez Pelayo ofrecía unas becas para un curso de inmersión en inglés de una semana de duración en cualquiera de las sedes que la universidad tiene localizadas por toda España. Bien, pues yo, culo inquieto por naturaleza, sin nada que perder y con muy poca confianza en mi misma, hice el examen de acceso, sin preparármelo ni nada, a la aventura.Teniendo en cuenta esto y que las becas que se ofrecen en cada promoción se pueden contar con los dedos de la mano prácticamente, ni en el mejor de los casos me veía hoy aquí, después de 10 horas de viaje en autobús, de haberme despedido mil veces de mi pareja (si, lo sé, es sólo una semana, pero la primera vez siempre es la más difícil) y con una beca concedida en el Campus de Santander.
No creo que vayamos a tener demasiado tiempo para hacer turismo por la ciudad, de hecho estoy casi segura de que no vamos a tenerlo, pero al menos lo poco que he podido ver es precioso, la gente es muy abierta y cercana, y la residencia que me han asignado es una cosa digna de ser vista por lo menos una vez en la vida: El Palacio de la Magdalena. Ah, y por supuesto, no pienso irme sin un buen paquete de sobaos artesanos. Y si puedo, el cocido montañés caerá también... a ver qué tal van yendo las cosas.
El día previo a mi viaje, como siempre, me tocó improvisar algo de comer que fuese fácil de preparar y que me ayudase a deshacerme de algunos restos de verduras que tenía en la nevera. Así que, con unos muslos de pollo que tenía congelados, media bandeja de champiñones, unas cuantas verduras más, una mezcla improvisada de especias y algo de miel y limón, pude preparar este pollo al horno tan clásico y sencillo pero a la vez tan rico y contundente.La miel y el limón casan a la perfección y resultan ideales para acompañar carnes al horno, pues le dan ese toque de dulce, fresco y un poco ácido a la vez que hace que quieras comerte hasta la piel y mojar en la salsa hasta que quede el plato limpio. Si todavía no lo habéis probado, hacedlo, resulta delicioso.
Sin alargarme más, os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 personas):
- 2 muslos de pollo grandes (300 gramos cada uno aprox.)
- 1/2 bandeja de champiñones laminados
- 1 zanahoria
- 1/2 cebolla
- 1/2 puerro
- 2 cucharadas soperas de miel de flores
- 2 cucharadas soperas de zumo de limón
- 2 cucharadas soperas de vino blanco
- Tomillo, romero, ajo en polvo y sal, al gusto

- Antes de empezar, precalentamos el horno a 190ºC, calor arriba y abajo.
- Empezamos limpiando y picando la verdura en trozos no demasiado pequeños y la repartimos sobre en la fuente donde vayamos a cocinar el pollo. Limpiamos también los muslos de pollo de posibles restos de grasa que pueda tener.
- Colocamos encima de las verduras los muslos de pollo, y añadimos también las especias, la sal y el vino.
- En un bol, mezclamos bien la miel con el zumo de limón y rociamos el pollo con la mitad de esta mezcla, reservando la otra mitad.
- Horneamos el pollo durante 50 minutos- 1 hora y vamos rociando los muslos con el resto de la mezcla de limón y miel cuando veamos que su superficie se queda un poco seca (cada 10 minutos aproximadamente).
- Cuando el pollo esté listo, lo sacamos del horno y lo dejamos reposar durante unos 15-20 minutos tapado con un papel de aluminio antes de servirlo, acompañado de la cama de verduras.




Notas:
- Cada horno es un mundo y las temperaturas pueden variar mucho de uno a otro. Lo mejor es tapar el pollo con papel de aluminio a media cocción para evitar que se queme, y quitarlo los últimos minutos para que se dore un poco.
- Hay quien tritura las verduras para luego emplearlas para salsear el pollo, y resulta otra manera deliciosa de servirlo.
- Con los restos de pollo al horno se pueden preparar unas deliciosas croquetas, un relleno para lasaña, emplearlo como relleno para bocadillos, etc. Imaginación al poder.


¡Vamos a seguir trabajando duro, que todavía me quedan un par de días!
Mil gracias por vuestros comentarios y buenos deseos, y felicísimo día :)

jueves, 10 de diciembre de 2015

GALLETAS DE CASTAÑAS Y NARANJA PARA EL RETO #CAMPANASOBRECAMPANATS



¡¡Menudo atracón de castañas nos hemos dado este año!!
Se habrán alineado los planetas, o nuestro destino es más caprichoso que Paris Hilton en un Corte Inglés, yo que sé, pero desde que empezaron a aparecer las primeras castañas en las fruterías de mi pueblo, por una cosa o por otra, no he parado de comprarlas y de preparar recetas con ellas.
Empezamos dándole la bienvenida a noviembre a lo grande y celebrando una de las festividades tradicionales que más nos gustan: La Castañada. Nos pasamos la última tarde de octubre asando y pelando castañas y boniatos, y la última noche con un empacho de mil demonios... pero es que están taaaaan ricas... Y aún así, aunque parezca mentira por como lo estoy contando, de ese atracón monumental nos sobraron un puñado hermoso de castañas que aproveche para experimentar un poco y preparar las magdalenas de chocolate y castañas que os enseñaba días después.
Bien, hasta aquí, nada que pueda considerarse exagerado o fuera de lo normal.
El mismo día en que me puse a preparar, fotografiar y redactar la entrada de las magdalenas, Ana, para el segundo aniversario del Reto Alfabeto Dulce, decidió decantarse por las castañas para que las utilizáramos en nuestras propuestas del mes de noviembre. Pues bueno, otro viaje a la frutería y manos a la obra...
A pesar de no haber tenido ni todo el tiempo ni todos los ingredientes que me hubiera gustado, finalmente llegué a tiempo de participar en el reto y lo hice con estas bolitas de zanahoria, coco y castañas. Un acierto, la verdad, porque las preparé en un momento, entraron en el concurso y nos gustaron mucho a todos.
Otro reto en el que intento participar siempre que puedo es en la iniciativa #TS, a través de la cual el pedazo equipo de La Cocina Typical Spanish nos invita, mes a mes, a preparar alguna receta que sea típica de nuestro país.
Este mes, para animar un poco el asunto, nos ha tocado cocinar por equipos, todos ellos con nombres muy navideños: mazapán, polvorón y turrón.
Ante mi indecisión por formar parte de un equipo u otro, lo hice a suertes y finalmente entré a formar parte del equipo turrón. No os podéis imaginar la cara que se me quedó cuando Mari, una de las responsables de la iniciativa, respondía a mi e-mail y me comunicaba que el ingrediente secreto de mi equipo era...¡Las castañas! No me lo podía creer... Demasiada casualidad junta, ¿no os parece?
Veeeenga, vale, pues aquí estamos, otra vez más... Me encantan las castañas, de verdad, y me lo he pasado como una enana investigando, probando combinaciones e ingredientes poco e incluso nada habituales en mi cocina, pero después de semejante atracón, creo que voy a dejar de comerlas un tiempo, por aquello de la desintoxicación y eso, vaya tela...
Las castañas son un ingrediente muy rico y versátil que se puede emplear en multitud de preparaciones dulces y saladas, pero que a mi me gusta particularmente para el dulce, sobretodo por la textura, el aroma y el sabor tan característico que le aporta a cualquier crema, puré, masa, etc.
Un mañana mientras hacía la compra, me topé por casualidad con un envase de harina de castañas de la marca Santa Rita que ha resultado ser mi particular descubrimiento culinario del año: Me ha ahorrado tener que volver a cocer y pelar castañas (y mis dedos la mar de contentos), su sabor es idéntico al del fruto seco entero y se comporta exactamente igual que el resto de harinas que utilizo en repostería habitualmente, al menos en las preparaciones en las que la he empleado.
He aquí una de ellas: Galletas de castañas y naranja.
¿Os ha pasado alguna vez eso de ver una receta en un blog amigo, que se os meta en la cabeza, y no poder quitárosla hasta que la preparáis en casa? Pues eso es exactamente lo que me paso con estas Galletas de castañas y naranja confitada qué Raúl García, del blog Contigo en la playa publicó hace ahora un mes. Igual que Raúl, me dediqué una tarde entera de lluvia a prepararlas, con paciencia y mucho mimo, y disfrutando del dulce y delicioso aroma que desprendía el horno mientras se horneaban. La única modificación que me he permitido hacer de la receta original ha sido sustituir la naranja confitada, que no me gusta en absoluto, por naranja natural, que me apasiona. El resultado ha sido unas galletas originales, muy aromáticas, increíblemente crujientes y totalmente adictivas que no llegaron ni siquiera a la hora de la cena... Una delicia que os recomiendo probar si o si.
Sin más preámbulos, os deja la receta y la preparación:




Ingredientes (para unas 12 galletas aprox.):
- 100 gramos de harina de castaña
- 30 gramos de azúcar glass o normal + un poco más para decorar
- 50 gramos de mantequilla
- Una pizca de sal
- Ralladura de naranja, al gusto
- 2 cucharadas soperas de zumo de naranja natural (o agua en su defecto)

- Para empezar, batimos la mantequilla hasta hacerla pomada. 
- En un bol aparte, mezclamos bien la harina de castaña con la sal y el azúcar, y le añadimos la mantequilla y la ralladura de naranja. Mezclamos suavemente y añadimos también el zumo o el agua para ayudarnos a homogeneizar la mezcla.
- Una vez tengamos la masa lista, formamos una bola con ella, la envolvemos en papel film y la metemos en el frigorífico 1 hora como mínimo.
- Pasado este tiempo, ponemos a precalentar el horno a 180ºC.
- Sacamos la masa de la nevera, espolvoreamos la superficie de trabajo con un poco de harina y la estiramos con la ayuda de un rodillo, dándole un grosor de unos 4 mm.
- Cortamos la masa con un cortador de galletas y las vamos colocando en una bandeja de horno cubierta con papel de horno antiadherente.
- Introducimos las galletas unos 10-15 minutos en la nevera, las sacamos y las horneamos a 180ºC durante 10-15 minutos, o hasta que estén doradas a nuestro gusto.
- Sacamos las galletas del horno, las dejamos enfriar del todo sobre una rejilla y las servimos, tal cual o espolvoreadas con un poco de azúcar glass. 




Notas:
- Si os gusta mucho el sabor de la castaña, evitad usar el zumo de naranja y excederos con la ralladura, pues tienda a enmascarar mucho su sabor.
- Para que las galletas se horneen bien y queden crujientes, es importante que la masa esté fría, de ahí la importancia de introducirlas en el frigorífico antes de llevarlas al horno.
- Si no tenéis cortador de galletas no pasa nada, también podéis ir cogiendo porciones de masa, hacerlas bola y chafarlas con cuidado sobre el papel de hornear.
- Con crocanti de almendra, unas nueces picadas, chips de chocolate, cualquier fruta confitada, etc., también quedan unas galletas la mar de ricas. Imaginación al poder.




Nada más por ahora.
Espero que os haya gustado mi propuesta para la iniciativa #CampanasobrecampanaTS.
Os dejo también el enlace al recopilatorio para que no os perdáis ninguna de las maravillosas propuestas de mis compañer@s.

¡Sed felices!

domingo, 6 de diciembre de 2015

CREMA DE ZANAHORIA Y REPOLLO



Si, lo sé, vaya despiste... A estas alturas del blog, habiendo bajado suficientemente las temperaturas para que apetezcan, y preparándolas en casa con bastante asiduidad, todavía no tengo publicada ninguna receta de crema de verduras. Quizás por pereza (quizás no, casi seguro), o por pensar que se trata de elaboraciones demasiado sencillas, o por falta de tiempo, o por...
Dejando de lado las excusas, y viendo que la mayoría de vosotros también disfrutáis cocinándolas y enseñándoselas al mundo, me he dicho a mi misma "¡de hoy no pasa!", y aquí estamos echando la mañana del domingo.
Al tener mi abuelo un pequeño huerto que nos daba unas verduras y hortalizas exquisitas, las cremas y sopas a base de verduras siempre han estado presentes en la cocina de mi familia. Mi madre solía prepararnos una crema de calabacín y queso tan tan tan suave y tan tan tan rica que, a día de hoy, sigue siendo mi favorita por goleada. Mi abuela, en cambio, siempre ha sido más de sopas y, como os podéis imaginar, una sopa hecha a base de verduras recién cogidas, ecológicas y 100% naturales, tiene un sabor bastante distinto y mucho más rico que el de cualquiera que podamos comprar o preparar usando otro tipo de verduras. Y si ya hablamos de salud, obviamente, de nuevo sale ganando la sopa de mi yaya. Ais, cómo lo echo de menos...
Sea como sea y con lo que sea que las preparéis, generalmente las cremas de verduras son un gran alimento y una opción segura cuando queremos servir un primer plato nutritivo y delicioso, especialmente si se preparan con verduras que estén de temporada.
Las cremas de verduras son muy sencillas de hacer y nos permiten combinar multitud de verduras según nuestros gustos o necesidades dietéticas. Además, para los niños son también una manera estupenda de comer esas verduras que a veces se niegan a comer de otro modo.
Las cremas, a diferencia de los purés de verduras, suelen llevar algún tipo de lácteo incorporado (nata, queso, leche, yogur, etc.) que las hace más cremosas y sabrosas.
En esta ocasión, para darle un toque distinto a la crema de zanahoria que preparo habitualmente en casa (que, por cierto, nos encanta), le he añadido un buen trozo de col o repollo, un poco de queso crema natural y una cucharadita de condimento a base de ajo y perejil. El resultado ha sido una crema muy suave, ligera, equilibrada en sabores y deliciosa, sobretodo tomada calentita como primer plato.
Y de segundo un poco de pollo a la plancha, que ya se van acercando las fechas navideñas y nos nos puede pillar en baja forma...
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 platos generosos):
- 3 zanahorias medianas (200-250 gramos aprox.)
- Media col o repollo (150-200 gramos aprox.)
- Agua para cocer las verduras
- 2 cucharadas soperas rasas de queso crema natural
- Media pastilla de condimento concentrado de ajo y perejil
- Sal, al gusto

- Limpiamos y cortamos a trozos medianos las zanahorias y la col, y la colocamos en una olla grande cubiertas de agua. Cocemos las verduras a fuego medio-alto durante unos 15 minutos aproximadamente y las dejamos enfriar un poco.
- Retiramos la mitad del agua de la cocción de las verduras y la reservamos.
- Seguidamente, añadimos a la olla el queso crema y el condimento de ajo y perejil, y batimos con la batidora hasta que la crema quede completamente homogénea y sin grumos (podemos añadir un poco del agua de la cocción que habíamos reservado si nos queda demasiado espesa).
- Probamos y rectificamos de sal, y servimos la crema bien caliente en platos hondos o cuencos, acompañada de unos picatostes o un poco más de queso crema.




Notas:
- Si rehogamos las verduras previamente a fuego medio y con un poco de aceite en una sartén, el sabor de esta crema se acentúa mucho más y el toque del salteado es delicioso. Merece la pena probarlo si se tiene un poco más de tiempo.
- Con picatostes caseros, con regañás, con bastoncitos de pan, con algún crujiente de queso, con un poco más de queso que funda bien, etc. Sea como sea, esta crema es deliciosa.


Nada más por ahora, espero que os haya gustado.
¡Mil gracias por seguir ahí!

martes, 1 de diciembre de 2015

MACARRONES A LA BOLOÑESA DE SALCHICHAS



Si de nuestra última escapada por tierras francesas volvíamos con las pilas totalmente recargadas y el optimismo por las nubes, esta vez, y muy a nuestro pesar, no podemos decir lo mismo. Han sido... como decirlo... unas vacaciones intensas, o más bien agotadoras, o más bien complicadas o, en ciertos momentos, todo a la vez. Por varios motivos que ya no vienen al caso, no hemos podido disfrutar de la familia y del lugar ni la mitad de lo que nos hubiera gustado, y eso ha hecho que volvamos a la rutina con la sensación de haber disfrutado poco, de no haber descansado e incluso con cierta sensación de desilusión... En fin, como siempre, intentaremos quedarnos con lo bueno, con esos desayunos a base de café y churros con la familia, los paseos por la playa, el tapeo tardío en las terracitas de invierno y las cenas a base de pan con manteca colorá... Ya habrán otros años, otras circunstancias y los mismos rincones llenos de encanto esperando a que volvamos para descubrirlos y disfrutarlos. Y digo esto porque el tiempo que pudimos dedicar a "turistear" un poco, lo aprovechamos al máximo y nos dejamos caer por lugares como Cádiz, El Puerto de Santa María, Tarifa, las Playas de Bolonia, etc. Una ruta por los pueblos con más encanto de la costa gaditana que os recomiendo que hagáis por lo menos una vez en la vida, si tenéis la oportunidad. Sus paisajes, su clima, su arquitectura, sus gentes, su gastronomía... Lugares que enamoran por éstas y por mil razones más, doy fe.
En fin, como veis, el que no se consuela es porque no quiere.
Habiendo aterrizado en Barcelona a las tantas de la tarde del día anterior, con la nevera medio vacía debido a nuestra ausencia y con todavía con bastante cansancio encima, tenía claro que ese domingo comeríamos pasta. Pensándolo bien, ¿quién no ha recurrido a un plato sencillo a base de pasta cuando no se tiene tiempo, o ganas de cocinar, o ambas cosas a la vez? Yo no soy de las que levantaría la mano precisamente. Además, suelo incluir por costumbre una receta de pasta de manera semanal en nuestro menú, y la semana pasada, a fecha de domingo, todavía no lo había hecho. Para rematar, vivo con una auténtica máquina de devorar pasta, plato tras plato, sin piedad, y sea como sea que esté cocinada, "pero con mucho queso" como me pide siempre el señor. Y como me encanta verlo comer y disfrutar haciéndolo, sus deseos son órdenes para mi.
Esta vez recurrí a una receta tan clásica y tan rica como son los macarrones a la boloñesa, pero con un toque distinto que nos gustó mucho, diría que incluso más que la receta original. En vez de carne picada, la última vez que estuve en mi carnicería de confianza compré una especie de preparado cárnico que se suele emplear como relleno para elaborar salchichas frescas. Es una picada de aspecto muy similar a la carne picada tradicional, pero que se envasa ligeramente condimentada, es un pelín más grasa y mucho más compacta. Esto hace que, a la hora de cocinarla, requiera más "meneo" para evitar que quede una boloñesa muy grumosa y con exceso de grasa, pero el resultado es una salsa deliciosa, nada complicada y que, acompañando a la pasta, resulta un plato la mar de completo. Y con un poco de queso en polvo por encima, ya ni os cuento... Se me hace la boca agua.
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 personas):
- 180-200 gramos de macarrones
- 200 gramos de preparado de carne para salchichas frescas
- Media cebolla
- Media zanahoria
- 1 pimiento verde italiano pequeño
- 200 gramos de tomate frito de calidad
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva suave
- Un chorro de vino blanco
- Ajo en polvo, orégano, pimienta y sal, al gusto

- Comenzaremos cociendo los macarrones según las instrucciones del fabricante. Reservamos.
- Limpiamos y picamos muy menudo la cebolla, la zanahoria y el pimiento.
- En una sartén a fuego medio, calentamos las dos cucharadas de aceite y sofreímos la cebolla hasta que transparente. Añadimos entonces el pimiento y la zanahoria y pochamos unos 5 minutos más.
- Pasado este tiempo, añadimos la carne de salchichas y vamos removiendo sin parar, deshaciendo bien la carne para que quede similar a la carne picada.
- Una vez la carne haya cogido color, añadimos las especias y el vino y dejamos reducir casi por completo. Añadimos entonces el tomate frito, lo mezclamos bien durante un par de minutos y retiramos del fuego.
- Para servir, repartimos la pasta en dos platos hondos, añadimos la salsa por encima y espolvoreamos con queso rallado a nuestra elección.




Notas:
- Si os gusta la pasta gratinada, os recomiendo colocar los macarrones en una bandeja de horno, cubrirlos con la salsa y una buena cantidad de queso rallado y gratinarlos en el horno unos 5 minutos a máxima potencia (240-250ºC). 
- Si acompañáis este plato de pasta con una ensalada de hoja verde, unas verduras a la plancha, un puré de verduras, etc., disfrutaréis de una comida todavía más completa y deliciosa.

Nada más por ahora, espero que os haya gustado.
¡Mil gracias por seguir ahí!