sábado, 30 de enero de 2016

AMALIA'S PORTUGUESE FLAVOURS: DESDE PORTUGAL, CON AMOR



¡Ya es sábado!
El fin de semana es una excusa perfecta para darnos un capricho y salir a comer fuera, alegando que nos apetece muy poco cocinar y mucho menos hacerlo para varias personas e incluso correr el riesgo de que también nos toque fregar y recoger los cacharros... ¡De ninguna manera! O quizás simplemente lo hacemos por costumbre, para romper un poco con la rutina y descubrir sabores nuevos, e incluso para disfrutar de ese rato en buena compañía. Quien sabe, a lo mejor no todos nos convertimos en marmotas apenas llega el viernes por la tarde...
Sea como sea, me parece el momento perfecto para recuperar esa sección del blog que tanto me gusta y tan abandonada tengo, esa en la que voy incluyendo recomendaciones de aquellos restaurantes, tiendas, productos, etc., que merecen la pena y me gusta dar a conocer porque, obviamente, me ha gustado probar.
Como ya os he comentado en alguna ocasión, tengo la suerte de vivir en Pineda de Mar, un publecito a escasos 50 kilómetros de Barcelona y, para rematar la dicha, trabajo en pleno puerto de la ciudad condal, por lo que paso allí varios días a la semana. Y digo suerte, porque todos conocemos las desventajas de vivir en una gran ciudad (aglomeraciones, contaminación, menos seguridad ciudadana...), pero yo adoro Barcelona, su ritmo y su esencia. En Barcelona siempre hay algo que hacer y tienes a tu alcance la posibilidad de conocer otras culturas, otras tradiciones y otras gastronomías sin moverte de "casa".
Mi último gran descubrimiento, y casi por casualidad, ha sido la gastronomía portuguesa.
Reconozco que hasta hace poco, la gastronomía de nuestro país vecino me era bastante desconocida. Investigando un poco, he descubierto que la cocina portuguesa disfruta de una gran variedad de sopas, una amplia gama de preparaciones de pescado y marisco (especialmente conocidos son sus platos a base de bacalao, como el famoso Bacalhau à Brás), y dispone también de un importante surtido en charcutería. Pero, si hay algo por lo que realmente sienten predilección los portugueses, es por los dulces: Los Confites, las Queijadas o quesadas, los postres de Serradura, los Bolos o bizcochos y los famosos Pastéis de Belém o pasteles de nata, son solo algunos de los dulces portugueses más típicos y conocidos.
Precisamente en Barcelona hay un lugar donde podemos degustar la mayoría de estos dulces, traídos directamente desde Portugal y elaborados a diario y de forma artesanal.
Se trata del restaurante Amalia's Portuguese Flavours, un lugar con muchísimo encanto que descubrí en sus inicios y con el que tuve la suerte de volver a toparme en la pasada edición de la feria gastronómica BarcelonaDegusta.
Amalia's, con apenas (calculo a groso modo) año y medio de vida, ha conseguido posicionarse como uno de los mejores restaurantes portugueses de la ciudad, y no es para menos.
Amalia's no responde exactamente a la idea común de restaurante. No vamos a encontrarnos con una extensa carta donde figuran un montón de especialidades regionales, bebidas, vinos y postres típicos de Portugal. Se trata más bien de un local pequeño y tranquilo, de decoración mínima pero auténtica y de ambiente muy agradable donde pasar un buen rato conversando con tu pareja, con algún amigo, o incluso leyendo o trabajando, mientras disfrutas de alguno de los deliciosos "pastéis" portugueses que figuran en su tentadora vitrina. Si se prefiere o se quiere volver a disfrutar de estas delicias en casa, incluso se pueden pedir para llevar sin coste adicional.


Bolo o tarta de galletas

Queijadas de todo tipo


Además, y como no solo de dulces vive el hombre, en Amalia's también sirven menús a un precio muy razonable (desde 6,20 euros) en el que se incluyen platos tan típicos y deliciosos como el Arroz con pato, el Bacalhau à Brás o dorado, los Choripanes y las Empanadas, entre otros. Y todo ello acompañado, por supuesto, de una gran variedad de refrescos, cafés y algunas referencias de vinos. 


Bacalao à Bràs

Empanadas variadas


Pero, si hay algo  por lo que me gusta volver a Amalia's una y otra vez, aparte de su deliciosa comida, es por el servicio. El personal es un encanto, siempre atento y amable, dispuesto a ayudarte y aconsejarte según lo que te apetezca tomar. Te atienden con una sonrisa de oreja a oreja y de una manera muy cálida y muy cercana, por lo que es fácil que termines sintiéndote como en casa o, por lo menos, la mar de agusto.

Así que, ya sabéis, si este fin de semana tenéis pensado perderos por las calles de Barcelona, o simplemente os apetece degustar comida portuguesa auténtica, rica y a muy buen precio, Amalia's Portuguese Flavours es vuestro lugar. Siempre os recibirán con los brazos abiertos.




Amalia's Portuguese Flavours
C/ del Compte Urgell, 132
08011 Barcelona
Tel: 934614043
Para más información:


¡Descansad, disfrutad y sed felices!

lunes, 25 de enero de 2016

BIZCOCHO DE YOGUR CON UVAS PARA EL #RETOALFABETODULCE



Vuelve a ser 25 y, como cada mes, llega el momento de participar en el #RetoAlfabetoDulce. Aprovechando el tiempo y con un poco más de organización, he conseguido llegar con bastante antelación y he disfrutado dedicándole un poco más de tiempo a crear y publicar algo que realmente me guste, sin excusas, pegas ni peros, que muchos me he puesto ya meses atrás.
Últimamente, por motivos personales, estoy un poco más agitada e irritable de lo normal, y cocinar es mi vía de escape favorita, pues me relaja y ayuda a equilibrarme más que cualquier otra cosa con la que lo intente. Eso sí, se avecina una subidita de peso general en mi familia (y aún no hemos terminado de soltar la de Navidad, madre mía...), que en casa solamente vivimos dos y no damos a basto con tanto... En fin, congelar, agasajar a mis padres y a mi abuela y salir a correr, no nos queda otra, al menos hasta que el estrés disminuya...
Una de mis últimas creaciones ha sido este bizcocho con uvas. Una base de bizcocho de yogur, de ese tan básico, tan rico, tan fácil de hacer, que (casi) nunca sale mal y que gusta a todo el mundo, y coronado por una cantidad generosa de uvas moradas. Y vosotros os preguntaréis: ¿Y por qué uvas? Pues porque ha sido el ingrediente escogido por Miriam, del blog SugarTam (absteneos de visitarlo si sois amantes de lo dulce, porque es pura tentación) para que lo incluyamos este mes en nuestras recetas, fueran del tipo que fueran.
Las uvas son un ingrediente la mar de agradecido. Es más, en España se cultivan un montón de variedades de uvas de mesa (unas 200) e incluso una de ellas, la Moscatel de Málaga, está amparada por la Denominación de Origen Pasas de Málaga, garantizando que se trata de un producto único y de calidad. ¿Y quien no ha oído eso de "uvas, pan y queso saben a beso", o se ha zampado un buen plato de migas con chorizo rematado con unas cuantas uvas? Creo que no hacen falta más motivos para incluirlas en nuestras elaboraciones de vez en cuando, y si empezamos por algo dulce, mejor que mejor, ¿No os parece? :)
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 4 porciones generosas):
- 80 gramos de harina (de castañas en este caso)
- 50 gramos de azúcar
- 50 gramos de aceite de girasol
- 60 gramos de yogur natural
- 1 huevo tamaño XL
- 1/2 sobre de levadura en polvo
- Uvas moradas, al gusto (para cubrir la superficie del bizcocho)
- Canela en polvo, al gusto

- Antes de empezar, precalentamos el horno a 190ªC, calor arriba y abajo, y despepitamos las uvas, partiéndolas por la mitad. Reservamos.
- En un bol grande, batimos el huevo con el azúcar hasta que blanquee. Seguidamente, añadimos el yogur y el aceite y seguimos batiendo un par de minutos.
- Añadimos ahora la canela, la harina y la levadura tamizadas, y batimos unos minutos más.
- Untamos las paredes del molde donde vayamos a hornear el bizcocho con mantequilla o aceite y un poco de harina, y vertemos toda la masa.
- Repartimos las mitades de uva por toda la superficie del bizcocho, cubriéndola casi por completo y colocando la parte interior hacia abajo.
- Introducimos el bizcocho en el horno durante unos 25-30 minutos a 190ºC, o hasta que veamos que se ha dorado y ha subido por completo.
- Dejamos enfriar por completo antes de desmoldar y servimos cortado en porciones.




Notas:
- Las uvas hacen que el bizcocho suba un poco menos, pero le aportan una jugosidad y un dulzor riquísimos. 
- Una de las reglas básicas e imprescindibles para que un bizcocho salga bien es no abrir la puerta del horno mientras se está horneando. De lo contrario, no subirá bien e incluso puede llegar a no hacerlo.
- Al emplear harina de castañas, se trata de un bizcocho apto para celíacos. Con harina de trigo común sale rico igual.
- Podemos espolvorear nuestro bizcocho con azúcar glass antes de servirlo, e incluso acompañarlo con un poco de yogur natural o un chocolate caliente bien espeso.  Además, es ideal como base para tartas.

Espero que os guste mi aportación.
¡Mil gracias por seguir ahí, y feliz semana!

miércoles, 20 de enero de 2016

MAGDALENAS DE PLÁTANO Y TURRÓN DE CHOCOLATE



Hoy hace justo una semana que me tocó soplar una vela más del pastel. Sí, fue mi cumpleaños. Y lo de la vela y el pastel es una forma de hablar, porque no hubo ninguna de las dos cosas. Yo no soy de ese estilo, qué le vamos a hacer...
Fue un día entre semana como otro cualquiera, nada de celebraciones ni superfiestas, pero lleno de esos pequeños detalles que marcan la diferencia. A juzgar por las felicitaciones y los regalos que recibí (precisamente los que quería y de quien yo realmente quería, cosa que me hizo sentir el doble de especial), debí portarme muy bien durante todo el año pasado: Dinero de mis padres, unas manoletinas (que necesitaba con urgencia, la verdad) de parte de mis suegros, un bolso y un vestido precioso de parte de mi cuñada y, la gran sorpresa del día, una pedazo de yogurtera de la marca Clatronic a la que ya le tenía echado el ojo hace mucho y que ansiaba tener en mi cocina. Por un problema con la empresa de mensajería, llegó a casa antes de tiempo, pero saco de regalo y dedicación incluida, todo de parte de mi chico. No os podéis imaginar hasta qué grado me puse eufórica cuando la vi... Una euforia que creció todavía más al comprobar que que funciona de maravilla y que hace unos yogures brutales, riquísimos. Ais, como no voy a estar enamorada de una persona como Marc, si es un hombre de los que no quedan... De nuevo y de corazón, gracias amor, por este y por todos los días que llevas a mi lado. Haces que todos y cada uno de ellos sea especial.
Esa misma tarde, con la excusa de aprovechar que mi padre tenía el día libre y que yo me hago cada vez más vieja, decidí invitar a mi familia a merendar. No os imaginéis a una familia entera de 20 personas alrededor de una mesa tomando café, porque ni de lejos. En casa somos pocos, muy pocos, pero bien avenidos. Y entre que mi yaya no puede apenas salir de casa y mis tíos tampoco es que sean muy dados a este tipo de reuniones familiares, terminamos merendando con mis padres, y la mar de a gusto. Una merienda que, por supuesto, me encargué yo de preparar.
Tirando de recetario del blog y, como no, de despensa, termine "inventándome" estas magdalenas de plátano y chocolate en formato individual que, a juzgar por lo que duraron en la mesa, gustaron mucho a todos. Modestia aparte, salieron muy ricas. Unos bocados muy esponjosos, densos, húmedos y con ese sabor tan característico del plátano que casa de maravilla con el chocolate. Y, además, me sirvió para deshacerme de unos restos de turrón de chocolate que tenía dando vueltas en la despensa y que ya ninguno de los dos nos queríamos comer (imaginaos el empacho pos-navideño que teníamos...), así que estupendo.
Unas tazas de café recién hecho, estas magdalenas en el centro de la mesa y buena compañía, hicieron que fuera una tarde de cumpleaños estupenda :)
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 10 moldes):
- 2 huevos tamaño M
- 5 cucharadas soperas de azúcar blanquilla
- 5 cucharadas soperas de harina (de castañas en este caso)
- 2 cucharadas soperas de aceite de girasol
- 1/2 sobre de levadura en polvo
- 1 plátano maduro
- 1 buen trozo de turrón de chocolate crujiente
- Canela en polvo, al gusto

- Antes de comenzar, encendemos el horno y lo dejamos precalentar a 190ºC, calor arriba y abajo.
- En un bol grande, batimos los huevos con el azúcar, el aceite y la canela hasta que blanqueen un poco.
- Seguidamente, añadimos la harina y la levadura en polvo por tandas y con un tamiz, y mezclamos bien hasta que esté todo integrado y no tenga grumos.
- Colocamos los moldes de las magdalenas en la bandeja del horno y las rellenamos de masa hasta la mitad, más o menos.
- Aparte, limpiamos y cortamos el plátano a dados, y picamos el turrón en trozos pequeños.
- Ponemos unos dados de plátano y unos trozos de turrón encima de cada magdalena y presionamos un poco para que se hundan en la masa.
- Introducimos las magdalenas en el horno durante 25-30 minutos a 190ºC, o hasta que las veamos doradas.
- Las sacamos del horno, las dejamos enfriar y ya las podremos degustar.



Notas: 
- Yo he usado harina de castañas que tenía de una receta de galletas anterior, pero estas magdalenas salen también bien con harina de trigo común.
- El plátano y el chocolate le aportan bastante dulzor a la receta, así que, si no sois muy de dulce, podéis reducir la cantidad de azúcar.
- Es importante que, a la hora de hornear las magdalenas, el horno esté bien caliente, pues esto hará que cojan aire y que suban mejor.

Nada más por ahora, espero que os haya gustado la receta.
¡Gracias por seguir ahí, y feliz miércoles!
Fotos: Marc RT Studios

sábado, 16 de enero de 2016

SALTEADO DE GIGLI Y CHAMPIÑONES



Una buena compañera mía se va un tiempo a estudiar a Alemania y, cuando nos volvemos a ver, me trae unos caramelos típicos de la zona; Otra buenísima (la mejor, diría yo) amiga hace una escapada a Berlín, y me trae una caja de bombones y un bote de chucrut artesano que quitan el sentido; Mis padres se van de viaje de aniversario a las Islas Canarias, y me traen tres botes de mojo picón (suave, picante y de cilantro) que estaban para comérselos a cucharadas; Y mis suegros, cada vez que hacen una escapada a Italia, acostumbran a traerme dos bolsones de pasta artesana, de esa que incluso viene envasada en una bolsa de papel marrón y se cuece en un suspiro, y un bote de 1 kilo de Nutella.
Sí, no lo puedo remediar, me he convertido en una "guiri" gastronómica. Tanto si soy yo la que viajo como si son los demás los que se acuerdan de mi, los souvenirs que más me gustan no son aquellos que te pasas viendo el resto de tus días en el mueble del salón, o enganchados en la puerta de la nevera, o incluso colgados en la pared del salón. Para mi, la mejor manera de prolongar y recordar un viaje y sus sabores y compartirlo con nuestros seres queridos, es a través de la gastronomía. Si un viaje ha sido inolvidable, qué mejor que continuarlo en nuestra propia cocina llenando la maleta de souvenirs gastronómicos auténticos, de esos que se escapan de la afluencia turística y que son pequeñas joyas autóctonas difíciles de encontrar fuera del destino... Un lujo. Sin duda, los souvenirs con sabor son los mejores.
Bueno, a lo que iba, que me enrollo más que una persiana.
Desde que conozco a mis suegros, han debido visitar Italia unas 6 o 7 veces, tirando por lo bajo. Es un país que les encanta y que casi siempre les coge de escala en todas las escapadas por Europa que hacen, así que lo visitan con relativa frecuencia y lo conocen bastante bien. Mi suegra, una mujer que disfruta de lo lindo comprando souvenirs para ella y para los suyos, siempre se acuerda de mi y me compra algún (o algunos, que no es ella de racanear) producto típico del lugar. La última vez visitaron Génova y Savona, y se presentó en casa con dos bolsones de pasta ecológica artesana, unos Gigli y unos Mafalde Lunghe que han sido, hasta la fecha, la mejor pasta que he comido nunca. Me han regalado pasta artesana en otras ocasiones, pero ninguna como esta. Qué aroma al abrir la bolsa, qué color, qué rapidez de cocción, qué textura tan perfecta, y qué sabor más rico... Deliciosa.
Ah, y también le regalaron a mi catador un bote enorme de Nutella, pero eso ya es de rigor, prácticamente...
Tenía tantas ganas de probar mi "souvenir" que al día siguiente preparé este plato de pasta con lo que tenía por la nevera: una bandeja de champiñones, un poco de tomate natural, una cebolla, ajo y perejil, y poco más. resultando un salteado sencillo que nos solucionó la comida y que me sirvió para quitarme el antojo y conseguir precisamente lo que quería, que ese sabor tan auténtico de la pasta no pasara a un segundo plano a causa de una mala elección del acompañante.  Acerté, y estoy encantadísima de enseñaros el resultado.
Espero que os guste.




Ingredientes (para 2 personas):
- 180 gramos de Gigli (pasta corta típica de Génova)
- 150 gramos de champiñones laminados
- 100 gramos de tomate natural triturado
- 1/2 cebolla
- 1 cucharada sopera de aceite de oliva suave.
- 1 chorrito de vino blanco de cocina (50 ml aprox.)
- Una pizca de azúcar
- Sal, ajo y perejil picados, al gusto

- Comenzamos cociendo la pasta según las instrucciones del fabricante. En este caso, con 5 minutos es más que suficiente. Escurrimos y reservamos.
- Limpiamos y picamos la cebolla, y la salteamos un poco en una sartén con el aceite a fuego medio. Cuando empiece a transparentar, añadimos también los champis y dejamos que suelten todo su agua.
- Cuando el agua de los champis se haya evaporado casi por completo, añadimos el tomate, el azúcar y el vino. Salamos, añadimos las especias y dejamos reducir unos 6-8 minutos a fuego medio, moviéndolo cada minuto.
- Pasado este tiempo, añadimos la pasta que habíamos reservado a la sartén, retiramos del fuego, salteamos unos instantes y servimos inmediatamente, tal cual o espolvoreado con perejil picado o con queso rallado.




Notas:
- Para conseguir un plato de pasta todavía más sabroso y completo,podemos añadirle unos tacos de bacon, de jamón york, atún, salchichas... Para gustos, colores.
- Aunque de un día para otro también está rico, es mejor degustar este plato de pasta recién hecho, pues la pasta artesana pierde sabor y textura con relativa rapidez.


¡Millones de gracias por seguir ahí, y feliz fin de semana!

domingo, 10 de enero de 2016

COCA DE VERDURAS Y QUESO CURADO PARA EL RETO #ELSECRETOESTAENLAMASATS



¡Por los pelos de un calvo, madre mía!
Otra vez me las he visto y me las he deseado para llegar a tiempo a la cita con La Cocina Typical Spanish de este mes. ¿Reto rebuscado y complicado? ¿Receta fallida? ¿Falta de tiempo? Nada de eso, y asumo toda la culpa de lo que me ha pasado.
Chica confiada, que se fue a la Universidad de Santander a estudiar inglés una semana, durante la cual recibió la newsletter mensual con todos los detalles sobre la nueva propuesta, le echó un vistazo rápido y decidió leerla con más calma cuando volviera a casa. Evidentemente, no volví a abrir la newsletter, convenciéndome a mi misma de que lo tenía todo claro... Craso error. Este mes le ha tocado a Juanan, del blog Cuuking, ser el anfitrión del reto. La propuesta de Juanan ha sido cocinar una masa salada, y hemos tenido total libertad para escoger una receta entre todas aquellas que sean típicas de nuestro país... ¡Y mira que hay! Cocas, tartas, empanadas, empanadillas, y un largo etcétera. La única condición que se nos exigía era que no preparásemos panes ni masas similares... ¿Y que hace Debora, en un arranque de inspiración y ganas de demostrar que cada vez se siente más suelta entre harinas y levaduras? Pues levantarse a las 8 de la mañana, preparar y dejar levar masa de pan, dividirla en bolas, rellenarlas de queso, morcilla y chorizo, preparar otra versión de los archiconocidos y tradicionales bollos preñaos, y ponerse manos a la obra con las fotos y la redacción de la entrada. ¡Olé yo, si señor! Menos mal que Verónica, una de las responsables del reto y autora del blog Cocinando para mis cachorritos, fue muy oportuna y nos volvió a recordar las bases de este mes a través de facebook, porque si no me hubiera sido completamente imposible preparar otra cosa.
Y aquí estamos, vuelta a amasar, dejar levar, rellenar, hornear, fotografiar y redactar, a las tantas y dejándome la vista en ello... En fin, como dice mi madre, "sarna con gusto no pica" y esta vez no tengo excusa, mea culpa.
Puesto que es una elaboración típica de mi región, que a mi chico le encanta y que termina siendo nuestra cena, como mínimo, un par de veces por semana, he decidido preparar una coca.
Las cocas son masas similares a las de pan, pero enriquecidas con aceite de oliva, y que pueden llevar rellenos tanto dulces como salados. Las cocas son muy típicas de Cataluña y también de la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares, y las hay de muchísimos tipos y muy conocidas: Coca de recapte (con escalivada y sardinas o anchoas), Coca de trempó (de verduras), Coca de chicharrones, Coca de anís, y un largo etcétera.
Esta vez yo la he preparado con verduras y unos dados de queso curado que tenía en la nevera, y el resultado nos ha gustado mucho. Merece la pena ir probando rellenos distintos una vez se le tenga el punto cogido a la masa, pues las cocas pueden ser un plato muy equilibrado que, acompañado de una buena ensalada, unas verduras a la plancha o incluso una crema de verduras, te solucionan el almuerzo muy rica y dignamente, sea a mesa puesta o para llevar el en táper del trabajo.
Sin más, os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 personas):
Para la masa:
- 1 cucharada sopera de aceite de oliva suave
-100 gramos de harina de trigo común + un poco más para amasar
- 3 gramos de levadura fresca de panadería
- Un vaso de agua templada (200 ml aprox.)
- Sal, al gusto

Para el relleno:
- 1 pimiento italiano mediano
- 1/2 cebolla
- 2 cucharadas soperas de tomate natural triturado o tomate a rodajas
- 60 gramos de queso curado a dados
- Un chorrito de aceite de oliva suave
- Perejil y orégano picado, al gusto

- Antes de empezar propiamente con la elaboración de la coca, prepararemos la masa para dejarla levar. En un bol, ponemos la harina, el aceite, la sal, la levadura y 3/4 partes del agua. Amasamos hasta obtener una masa homogénea, añadiendo más agua si fuese necesario. La dejaremos reposar en un sitio cálido una hora más o menos.
- Pasada la hora, volcamos la masa sobre la superficie donde vayamos a trabajarla y amasamos bien durante 5 minutos. Podemos añadir un poco más de harina si fuese necesario.
- En una bandeja de horno, colocamos un papel de aluminio engrasado con aceite o un papel de horno y vamos estirando la masa encima, dándole forma ovalada y sin dejarla demasiado fina.
- Limpiamos y cortamos el pimiento y la cebolla en juliana fina.
- Ahora añadimos las verduras y el queso al gusto, repartidos más o menos por igual. Primero extendemos el tomate por la masa, y seguimos con el resto de ingredientes.
- Pre calentamos el horno a una temperatura más bien baja, unos 160-170º.
- Dejamos reposar la coca unos 20-25 minutos antes de introducirla en el horno.
- Pasado ese tiempo, metemos la coca en el horno a media altura y la dejamos cocer unos 20 minutos a 170º para que termine de subir un poco, pero no demasiado.
- Subimos el horno a 220º y dejamos cocer unos 10-12 minutos más, o hasta que esté doradita.
- Ahora solo nos queda sacar la coca del horno, espolvorearla con orégano o perejil, rociarla con un poco de aceite de oliva y dejarla enfriar unos minutos antes de servir, cortada en porciones.




Notas:
- Como ya he dicho, las cocas admiten rellenos de todo tipo. En casa la comemos con verduras y queso de cabra, con atún y pimientos, de queso y jamón, etc. Una delicia.
- Si no tenéis tiempo de preparar la masa y dejarla levar, siempre podéis optar por emplear masa de pizza e incluso de hojaldre refrigerada. Sale rica igual, pero no termina de ser lo mismo.


Nada más por ahora. Espero que os haya gustado mi aportación de este mes y que os animéis a echarles un vistazo a las del resto de mis compis, son todas fantásticas y se lo merecen, pues much@s han ido incluso más apurad@s que yo. Las tenéis todas en este enlace.

¡Mil gracias por seguir ahí, y feliz inicio de semana!

lunes, 4 de enero de 2016

¡AQUÍ NO SE TIRA NADA!



Lo dije y lo vuelvo a repetir: ¡Feliz año nuevo a todos!
¿Cómo se os presenta el 2016? ¿Muchos planes, proyectos, cambios... o quizás nada de eso? Porque, si ya nos satisface la manera de cómo transcurren nuestros días (un enorme privilegio, por cierto), ¿por qué no seguir en la misma línea para que todo nos siga yendo igual de bien, o incluso mejor? Apuesto a que muchos de vosotros (entre los cuales me incluyo), recibís el año como lo que realmente es: el avance de un día para otro de una forma un poco más festiva, sin mayor diferencia. Lo que cuenta es celebrar con los nuestros que la vida sigue, y renovar las fuerzas y los ánimos necesarios para continuar. Obviamente, todos tenemos planes, propósitos, metas, etc., y a todos nos gusta saber que contamos con 364 días más para aspirar a todo, pero lo que realmente importa es centrarse en ello y actuar en consecuencia, nada más. El tiempo dirá el resto.
Y bien, después de esta reflexión filosófica y tostona a rabiar, me gustaría volver a recuperar un tema que ha estado y está muy presente en el blog desde sus (nuestros) inicios y que prácticamente se ha convertido en una filosofía de vida en mi casa: La cocina de aprovechamiento. Además, empezando enero, con las neveras y las despensas a rebosar de sobras (que si restos del asado de Nochevieja, que media caja de polvorones que amenazan con convertirse en piedras, que si unos trozos de queso que se están quedando duros y secos...) no he visto mejor momento de hacerlo.
Desde que tengo uso de memoria, la cocina de aprovechamiento ha sido un tema sagrado en casa. Lo de mi abuela, por ejemplo, es un caso aparte, porque es capaz de convertir unas sobras en un plato incluso mejor que el anterior. Mi madre tampoco se queda atrás, y yo, que todavía me queda mucho por aprender, me he criado bajo el lema "aquí no se tira nada", y cuando digo "nada" es "nada". La compra y las raciones siempre en su cantidad justa, que no falte ni sobre y, si sobra, para la cena o para convertirlo en otra receta. Así fue como le cogí el gusto a aprovecharlo todo y ahora disfruto muchísimo con ello.
Aunque sí es verdad que la tendencia de aprovechar las sobras se está poniendo muy de moda últimamente, sobretodo a raíz de la crisis económica (aunque es algo que deberíamos hacer siempre) y de las diversas iniciativas de entidades tanto públicas como privadas, las cifras continúan siendo estremecedoras: Según el Ministerio de Agricultura, en los hogares españoles desperdiciamos de media un 40% de la comida, lo que demuestra que seguimos tirando demasiada comida.
Si, lo sé, muchas veces disponemos de muy pocas ganas y/o muy poco tiempo para coger un plato y reconvertirlo en otro igual de decente, pero ¿realmente importa tanto el factor tiempo, o será el mal uso que hacemos de él? Esto, sumado a que nunca nos falta nada para comer, son los motivos principales por los que las sobras terminan en la basura la mayoría de veces... ¡¡Pues nada de eso!! Por frenar el despilfarro alimenticio, por darle un respiro a la economía familiar, o simplemente porque no me gusta que la comida termine en la basura, creo que todos deberíamos tomar consciencia de ello, invertir un poco de tiempo e imaginación, y hacer del mundo de las sobras un arte.
Si nos fijamos un poco, en nuestra cocina tradicional existen multitud de recetas deliciosas que son de aprovechamiento. Sin ir más lejos, con los restos de pan duro se pueden preparar unas deliciosas migas, sopas de pan, sopas de ajo, gazpachos, torrijas, pudines y un largo etcétera.


Pudin de pan y manzana


¿Y qué me decís de las croquetas? Croquetas de patata, croquetas de cocido, croquetas de pollo al horno... todas diferentes y exquisitas.


Croquetas de patata de mi abuela

Con las verduras  crudas, cocidas o guisadas que nos han sobrado, podemos preparar deliciosas cocastortillasensaladas, e incluso, con un poco más de imaginación, algún pastel salado que nos facilitará la tarea de que los peques de la casa coman verduras.


Pastel de verduras y queso crema

Coca integral de calabacín y cebolla

Y así seguiría nombrando muchas recetas que nos acompañan en la mesa día a día y que nos encantan. Todos estamos de acuerdo en que preparar unas migas, o unas croquetas caseras, lleva su tiempo, pero nadie dijo que comer bien fuera cosa de 5 minutos y todo lo que le dediquemos a ello será tiempo invertido en bienestar, salud y placer.
Aprovechar los restos de comida, sumado a una buena planificación de nuestra compra semanal, un consumo responsable de alimentos y un buen uso del congelador, termina siendo una tarea de lo más reconfortante.
Así que os animo a que,  la próxima vez que os paréis a pensar en qué hacer para comer y tengáis "un poco de todo y mucho de nada", busquéis y pongáis en práctica nuevas y originales recetas (en la red existen multitud de recetarios elaborados a partir de sobras) que os ayudarán a comer mejor, a evitar el despilfarro alimenticio y a ahorrar unos eurillos en la cocina.
Aprovechando el tirón, os animo a visitar la página web Som Gent de Profit, una campaña barcelonesa de ente público contra el desperdicio alimentario que nos intenta concienciar y motivar, a través de diferentes actividades, recetas, consejos, concursos, etc., a que seamos más responsables a la hora de comprar, cocinar, conservar y tirar los residuos que generamos. Hace poco fui una de las ganadoras del concurso "Croquetas de aprovechamiento", así que ya sabéis, vuestras sobras os pueden servir para preparar un plato digno de premio :)




¡Mil gracias por leerme y por seguir ahí!
Abrazos.