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sábado, 10 de diciembre de 2016

ESTOFADO IBÉRICO PARA #DEPATANEGRATS



¡Queda oficialmente inaugurada la temporada de cuchareo! Y ya era hora, con lo bien que sienta un buen guisito cuando el frío aprieta y las ganas que teníamos en casa, madre mía...
Empezando por el postre, y como os prometía hace unos días, ha llegado el momento de participar en la que será la última iniciativa de La Cocina Typical Spanish de este 2016. Y, además, viene con sorpresa, para terminar el año con un buenísimo sabor de boca.
Nuestra última anfitriona del año ha sido nada más y nada menos que Rebeca, del blog La Cocina de Rebeca. Por si no la conocéis, Rebeca es una mujer todoterreno (periodista, blogger y mamá, ahí es na') que le pone cuerpo y alma a todas las recetas que publica en su blog, y eso se nota a leguas. Como ella misma dice, la intención es que los platos gusten y nos divirtamos en la cocina... ¡Y vaya que si lo hacemos! Desde aquí, gracias Rebeca, merece la pena no perderte la pista.
Pues bien, la propuesta de Rebeca ha ido muy en la línea de la época en la que estamos. Y es que, aunque no lo parezca, la Navidad está a la vuelta de la esquina y a la que nos despistemos estamos ya cantando villancicos, con los cuñad@s en casa y dos quilos de más por culpa del dichoso turroncito de la sobremesa...
Es habitual que en esta época no escatimemos (o, al menos, no demasiado) en la calidad de los alimentos que servimos en nuestras mesas. Por eso, y como no hay producto más típico de estas fechas en nuestro país que un buen ibérico, utilizar alguno de ellos ha sido nuestro reto de este mes.
 Y además, la propuesta viene con regalo, pues entre todos los blogs que participemos se sorteará un lote de productos ibéricos cortesía de Jamones y Embutidos Vázquez, que ha querido tener un detalle con nosotros. ¿Alguien da más?
A pesar de que podíamos elegir entre utilizar un producto ibérico curado o fresco, desde el minuto cero en el que conocí la propuesta tuve claro que quería preparar un buen estofado, pues recordaba haberlo preparado alguna que otra vez con cerdo ibérico y la verdad es que el gasto extra mereció la pena.
El estofado es uno de esos platos tradicionales que no falta en ningún recetario casero y que reconforta el cuerpo y el alma, sobretodo ahora que el frío parece que ha llegado para quedarse.
En mi casa, por ejemplo, solíamos comer estofado una vez por semana, y era mi madre quien se encargaba de dedicarse la tarde anterior a prepararlo para que, llegada la hora del almuerzo al día siguiente, lo disfrutaramos "asentao"... ¡Y vaya si lo disfrutábamos! La buena mano de mi madre y el reposo (que lo hacía más espesito y sabroso) le sentaban de maravilla al estofado, aunque ya os puedo asegurar que a nosotros nos sentaba muchísimo mejor. ¿Y qué me decís de dejar dos o tres tozos de patata para el final, y chafarlas para comerlas con las últimas sobras de salsita? Babeando me hallo...
Como ya os podéis imaginar, yo he ido a lo seguro y he preparado la versión de mi madre, aunque con alguna modificación (ella suele usar más carne de ternera que de cerdo, por ejemplo). De todo modos, la jugosidad y la melosidad de la carne de cerdo ibérico hicieron acto de presencia y quedó un plato delicioso.
Sin más, os dejo con la receta, a ver qué os parece:




Ingredientes (para 2 platos grandes):
- 300 gramos de carne de cerdo ibérico (lomosolomillo, cabezada...)
- 1 cebolla mediana
- 1 zanahoria grande
- 1 diente de ajo
- 2 patatas hermosas 
- 2 cucharadas soperas de tomate natural triturado
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva suave
- 1 vaso pequeño (150 ml aprox.) de vino tinto para cocinar
- 1 vaso (200 ml aprox.) de agua
- 1 hoja de laurel (opcional)
- Pimienta, perejil picado y sal, al gusto.

- Para empezar, limpiamos la carne de la grasa que pueda tener y la troceamos a tacos de tamaño bocado. Limpiamos, pelamos y picamos también la cebolla, el ajo, la zanahoria y las patatas.
- Añadimos el aceite en una cazuela grande y sofreímos los tacos de carne a fuego medio con un poco de sal, pimienta y perejil picado. Añadimos también la cebolla, el ajo y la hoja de laurel, y le damos unas vueltas (5 min aprox.)
- Seguidamente, añadimos el tomate triturado, las zanahorias y las patatas, y lo removemos todo bien un par de veces. Añadimos entonces el vino y el agua y esperamos a que empieze a hervir.
- Cuando empieze a hervir, removemos de nuevo, tapamos y dejamos cocer unos 35-40 minutos a fuego medio, o hasta que las patatas estén tiernas y/o hasta que el caldo haya reducido y espesado.
- Dejamos reposar unos 10 minutos antes de servir.




Notas:
- El estofado suele ser un plato bastante contundente, por eso recomiendo tomarlo como plato único y variar las verduras al gusto, pues así disfrutaréis de un estofado distinto e igual de rico cada vez que lo preparéis. Además, se trata de una forma estupenda de que los peques coman verdura.
- Los tiempos que os indico en la receta son para una olla/cazuela convencional. Si disponéis de una olla rápida o "express", en menos de 20 minutos tendréis el estofado listo.
- Como os he comentado antes, el reposo le va fenomenal a este tipo de guisos, pues los sabores se intensifican y queda más espeso. Si tenéis oportunidad, preparadlo la noche de antes para el almuerzo del día siguiente, merece mucho la pena.




Y esto es todo, por ahora.
Espero que os haya gustado mi aportación de este mes.
Y por si os animáis a descubrir el resto de "ibericadas" de mis compis, aquí os dejo el enlace al recopilatorio con todas sus aportaciones. Como siempre, no tiene desperdicio alguno.
¡Muchas gracias por seguir ahí, y feliz fin de semana!
Fotos: Marc RT Studios

domingo, 18 de octubre de 2015

GUISO PICANTE DE PATATAS Y COSTILLAS



El aumento de las personas venidas del extranjero y la necesidad que adquirir productos que no encontraban en nuestros supermercados han hecho que, en los últimos años, aparezcan establecimientos donde si puedan hacerlo y no tener así que renunciar a la cocina, a la comida y a las costumbres de su país. Al principio, se trataba de lugares frecuentados casi exclusivamente por autóctonos del país que fuera, pero a día de hoy, con nuestro insaciable afán de probar cosas nuevas, de experimentar, de fusionar y de conocer nuevas culturas y cocinas, somos una gran cantidad de españoles los que disfrutamos acudiendo a estos establecimientos de vez en cuando.
Leche de coco, bolas dulces de arroz, pan indio, currys de todo tipo, mantequilla de cacahuete, tofu ahumado... en fin, una larga lista de ingredientes que hace apenas un par de años eran totalmente desconocidos para mi, pero que ahora me gusta adquirir y disfrutar de vez en cuando, todo gracias a la proliferación de estos santuarios de comida internacional. Soy una persona curiosa por naturaleza y disfruto muchísimo yendo a estos lugares y pudiendo conocer otras culturas a través de nuevos alimentos, aromas y sabores.
Y vosotros os preguntaréis: "¿Qué tiene de nuevo un plato de patatas con costilla?" Aparentemente, nada, pero profundamente, todo. Nada, porque se trata de uno de esos guisos tradicionales a rabiar, con su tiempo de cocción, su reposo y sus ingredientes básicos, contundentes y esenciales. Y todo, porque le he querido dar un toque distinto empleando un par de ingredientes que adquirí en un supermercado de productos internacionales hace poco y que me están dando muchísimo juego.
El primero de ellos es Sambal Oelek. El Sambal es una preparación muy típicas de las gastronomías del sur de Asia que se elabora a base de pimientos y guindillas machacadas y que (no os confiéis demasiado) es picante pero apto para no iniciados. Se puede emplear tanto en platos de carne como de pescado, verduras, sopas, etc., para darle un toque picante más o menos sutil, dependiendo de la cantidad que se emplee.
El otro ingrediente que utilicé es la Pasta de curry suave, un condimento pastoso a base de especias y hierbas típico de las cocinas Tailandesa e Indonesia y que pica más o menos en función de su composición. El curry es uno de los condimentos asiáticos más conocidos en Europa y que cada vez está más presente en nuestras cocinas, así que supongo que muchos lo conoceréis y habréis trabajado con él. De hecho, en mi cocina nunca falta.
Si usamos estos dos condimentos con mucha medida y moderación, añadidos a un sencillo y delicioso guiso como es el de patatas y costillas de cerdo, el resultado es más que satisfactorio. A ver, no nos engañemos, no se trata de un plato apto para todos los paladares y para preparar con frecuencia, pero resulta una receta ideal para emplear ambos ingredientes y disfrutar a la vez de un rico y reconfortante guiso que hará las delicias de los amantes del picante. Doy fe de ello, pues mi catador es un auténtico fanático del picante y deberíais haberlo visto mojando pan en la salsa, llena de semillas de guindilla... Cuando empezó a comer tenía frío, pero luego terminó echándose la siesta en manga corta, no os digo más.
Os dejo los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 personas):
- 2 patatas grandes (400 gramos aprox.)
- 350- 400 gramos de costilla de cerdo a trozos
- 1 cebolla mediana
- 3 cucharadas soperas de tomate natural triturado
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva suave
- 1 cucharadita de café de Sambal Oelek
- 1 cucharadita de café de Pasta de Curry suave
- 2 vasos de agua y 1/2 de vino blanco para cocinar
- Sal y perejil, al gusto

- Para empezar, ponemos al fuego una cazuela con el aceite y rehogamos la costilla hasta que se dore un poco. Retiramos del aceite y reservamos.
- A continuación, pelamos la cebolla y las patatas, y volvemos a poner la cazuela con el aceite al fuego. Añadimos la cebolla, sofreímos 2-3 minutos y añadimos la patata para continuar sofriendo.
- Pasados un par de minutos, añadimos el tomate, el sambal, la pasta de curry, las costillas, la sal y el perejil, y rehogamos un poco. Cubrimos entonces con el agua y el vino.
- Dejamos cocinar a fuego medio alrededor de 35-40 minutos, o hasta que se haya evaporado la mitad del caldo y las patatas estén cocidas.
- Dejamos reposar unos 10 minutos y servimos.




Notas:
- Para trocear las patatas, es recomendable hacerlo tronchándolas, es decir, casi rompiéndolas, para que así suelten su almidón al cocinarse y le den espesor al guiso.
- A este tipo de guisos también se le pueden añadir verduras tales como la zanahoria, el pimiento, el puerro... Todo depende del gusto de cada uno y de lo que se tenga a mano.
- Os recomiendo prepararlo con antelación pues, como la mayoría de guisos, este también está más rico de un día para otro.

Nada más por ahora, espero que os haya gustado y que tengáis un fantástico inicio de semana.
¡Mil gracias por seguir ahí! :)
Fotos: Marc RT Studios

viernes, 10 de julio de 2015

LAS LENTEJAS DE LA RECONCILIACIÓN



Si, con unas temperaturas que superan los 35 grados la mayoría de los días, sin separarnos de la botella de agua ni del ventilador, y durmiendo poco por las noches por culpa del bochorno, llega el fin de semana y... ¿Qué nos apetece comer? Si señor, un potaje de lentejas, a lo loco. El asunto tiene tela... Pero este no es, ni mucho menos, uno de esos guisos contundentes con chorizo, morcilla, costillas y un largo etcétera que nuestras madres y abuelas hacen tan ricos, porque lo son, pero para salir del paso nos suele apetecer algo más suave y ligero, sobretodo durante esta época del año.
Durante años me encantaron las lentejas, de hecho, era una de las pocas niñas que se las comía en el comedor del colegio, y ya es decir, porque éramos ciento y la madre. Y en casa, más de lo mismo: mi madre las hacía con costillas y chorizo, y mi abuela con muchas más verduras e incluso algo de arroz, ambas versiones exquisitas. Pero cuando me vi obligada a empezar la dieta para bajar de peso, acabé por tener que enfrentarme una vez en semana a un "guiso" (por llamarlo de alguna manera) de lentejas insípido, sin apenas nada más que unas cuantas zanahorias y un poco de tomate, y tan líquido que se podía tomar a sorbos en vez de con cuchara. Vaya, un auténtica pena de plato. Y, por supuesto, no es que los guisos más ligeros y humildes no estén ricos, es que mi madre se empeñó en aligerarlo tanto, todo por mi bien claro está, que se le fue de las manos. Esto me hizo llegar al punto de renegar de las lentejas en todas sus versiones, no a odiarlas, pero si a cogerles una especie de "manía", no sé si me explico, pero pasaron de encantarme a sentarme fatal. De la noche a la mañana dejé de comerlas y, aunque intentaba autoconvencerme de que debía hacerlo apelando a sus propiedades saludables y sus múltiples beneficios para el organismo, no me he visto con corazón (y estómago) de hacerlo hasta hace poco más de año y medio.
No es que mi manera de comer haya cambiado considerablemente a lo largo de los años, pero dependiendo la época, me apetece mucho más comer ciertas cosas que otras. En uno de esos períodos de antojo descontrolado, y de legumbres, me animé a darles otra oportunidad a las lentejas y, la verdad, menos mal que lo hice, porque les he vuelto a coger el gusto, mi cuerpo me lo agradece mucho y, sin ser mi alimento favorito, ha pasado a ocupar un lugar permanente en mi despensa. Lo sé, a la vejez viruela, he sido durante mucho tiempo una "niña" mayor que no come (comía) lentejas, hasta vergüenza me da. Bueno, nunca es tarde, o eso dicen. De ahí viene lo de "lentejas de la reconciliación"...
A mi pareja le encanta el guiso de lentejas, tanto que es él quien me lo pide cuando le apetece, sea la época del año que sea. A base de prepararlo una y otra vez, de añadirle unas cosas y quitarle otras que no nos gustan tanto, he conseguido fijar una receta base del guiso y, a partir de ahí, voy jugando y probando con lo que tenga en la despensa y en la nevera en ese momento: que si un día con patatas, que si un día con arroz, que si otro día solas con un poco de chorizo, que si otro con unos tacos de cerdo para guisar... En fin, intento aprovechar esta versatilidad para preparar guisos de lentejas muy nutritivos, equilibrados y, en la medida de lo que puedo, ligeros.
El que hoy os traigo lleva verduras, arroz y un solo trozo de morcilla, por lo que es muy ligero pero no por eso menos saciante, nutritivo, equilibrado y delicioso. Vaya, un plato ideal para aprovechar al máximo las propiedades beneficiosas de las lentejas (ricas en hierro, zinc, calcio, fibra, reguladoras del colesterol..) sin renunciar a la línea y al sabor.
Además, la preparación es muy sencilla y los ingredientes que he escogido suelen ser habituales en todas las cocinas.


  

 
Ingredientes (para 3 personas):
- 200 gramos de lentejas pardinas
- Un trozo de morcilla de arroz para guisar
- 1 pimiento verde italiano
- 1 zanahoria grande
- 1 tomate mediano maduro
- 1 puñado de vainas de judías verdes
- 1 cebolla pequeña
- 2 puñados de arroz bomba
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva suave
- 1 litro de agua
- Sal, comino, ajo en polvo y pimentón dulce, al gusto

 - Empezamos lavando las lentejas, pero no es necesario tenerlas en remojo la noche anterior.
- Por otra parte, picamos en trozos menudos la cebolla, la zanahoria, el pimiento verde, las vainas y el tomate, y reservamos.
- En una olla a fuego medio ponemos tres cucharadas de aceite de oliva a calentar y añadimos las verduras, excepto el tomate, y las sofreímos ligeramente, salándolas un poco.
- Añadimos el tomate y las especias y dejamos cocer 2-3 minutos más.
- Seguidamente añadimos las lentejas, removemos bien durante 2 minutos y cubrimos con el agua, reservando unos 200ml. Salamos y dejamos cocer durante 40 minutos a fuego medio y con la olla tapada.
- Cuando hayan pasado los 40 minutos, añadimos el arroz y la morcilla y cubrimos con el agua restante. Dejamos cocer 10 minutos más con la olla tapada.
- Apagamos y retiramos del fuego, dejamos reposar 20-25 minutos, y servimos caliente.




Nota: No tengo mucho más que añadir esta vez, sólo animaros a rescatar y/o seguir preparando este plato tan tradicional y exquisito y adaptarlo a vuestros gustos. Se le puede añadir laurel, patatas, ajo en láminas, costillas de cerdo, trocitos de panceta, pescado, curry... Imaginación al poder.

¡Feliz fin de semana!

lunes, 18 de mayo de 2015

SEPIA CON PATATAS



Cocinar es para mi una auténtica terapia. Me meto en mi cocina, cierro la puerta, enciendo la campana extractora, y que el mundo siga su curso, yo estoy cocinando. Todos tenemos días en los que todo nos sale al revés, en los que el trabajo ha sido más que pesado, en los que se te ha escapado el tren delante de tus narices, en los que por ir a contrarreloj nos hemos dejado el móvil o la comida en casa, o en los que empieza a llover y no llevas paraguas... en fin, días en los que llegamos a pensar que hubiera sido mejor no levantarse. Pero somos humanos y nuestra rutina nos exige seguir haciéndolo, no desistir, aunque cueste. Por suerte, también existen esos momentos de desconexión, tan puntuales como necesarios, esos momentos en los que desaparecemos y nos dedicamos a darnos el placer de hacer aquello que más nos gusta, y qué bien nos sienta, tanto física como mentalmente.
Unos salen a correr, otros duermen hasta las tantas, otros ven su serie favorita y otros leen un buen libro.. Y yo, yo cocino. Me encanta leer, me encanta hacer deporte y me encanta pasar tiempo rodeada de los míos, pero por encima de todo, lo que me ayuda a equilibrarme es cocinar. Fuera preocupaciones, fuera estrés, y dentro imaginación, buena mano y buenos ingredientes. Lo demás siempre acaba saliendo solo.
Ayer empezaba mi fin de semana. Después de una semana de mucho caos y faena en el trabajo, el cuerpo y la mente me pedían cocinar. Y yo no soy quien para llevarles la contraria...
Cuando te pasas la semana entera comiendo de tupper, el fin de semana te apetece algo más trabajado, algo hecho con más tiempo, ese "xup xup" de los platos de cuchara. los sabores de toda la vida.
Teniendo unas potas preciosas y enormes de sepia en el congelador desde hacía ya un tiempo, se me ocurrió que podría darles salida haciendo un guiso de lo más tradicional, las patatas con sepia. Un auténtico homenaje al paladar y a mi madre, por supuesto, que le sale de vicio y es a quien le debo la receta.
El guiso en si es muy fácil de hacer y resulta un plato muy equilibrado y con un sabor a mar delicioso, pero como todos los guisos, de un día para otro está aún más rico. Así que, si tenéis tiempo, merece mucho la pena dejarlo reposar toda la noche.
En fin, no me enrollo más, lo siento.
Espero que os guste.




Ingredientes (para dos personas):
400 gramos de potas limpias
400 gramos de patatas
Media cebolla
2 dientes de ajo
4 cucharadas soperas de tomate natural triturado
2 cucharadas soperas de aceite de oliva
Sal, pimienta, romero y perejil picado, al gusto.
2 y 1/2 vasos (200ml) de agua
1 vaso (200 ml) de vino blanco

- Ponemos una olla a fuego medio con las dos cucharadas de aceite de oliva. Mientras, vamos picando la cebolla, el  ajo y las potas limpias.
- Cuando el aceite esté caliente, añadimos el ajo y la cebolla y dejamos cocinar 5 minutos, dándole unas vueltas. Pasado ese tiempo, añadimos también las potas.
- Mientras las potas van soltando su agua y cocinándose, lavamos, pelamos y troceamos las patatas en dados irregulares no muy pequeños. y cuando el agua de las potas haya desparecido casi por completo, las añadimos a la cazuela y damos unas vueltas más.
- Dejamos cocinar un par de minutos sin parar de mover, añadimos las especias y la sal al gusto  y cubrimos con el agua y el vino.
- Dejamos cocinar unos 40 minutos más o menos, o hasta que las patatas estén tiernas y la cantidad y el espesor del caldo estén a nuestro gusto.
- Por último, apagamos el fuego y dejamos reposar al menos una hora. Servimos espolvoreado con perejil picado.




Notas:
- Mi madre también solía añadirle media pastilla de caldo de pescado a este guiso, pero yo casi nunca lo hago, me gusta así. Si se le añade, habrá que reducir la cantidad de sal.
- Con unos guisantes y/o unas zanahorias, este guiso queda aún más rico y más completo. Merece la pena añadírselos si los tenéis a mano.

¡Feliz inicio de semana! Gracias por las visitas y los comentarios, intento siempre sacar un ratito para responderlos a todos :)

viernes, 17 de abril de 2015

POTAJE LIGERO DE ALUBIAS Y LA OPERACIÓN PRE-BIQUINI


 
Los seres humanos somos de lo que no hay. Llega el invierno y nos pasamos las tardes apalancados en casa delante del sofá, después de habernos zampado un plato de fabada porque, oye, hace frío y apetece, y merendando chocolate caliente con sus bizcochos, porque hace frío y también apetece, mucho más que una fruta o un yogur. Y si ya nos ponemos a hablar de las Navidades, Reyes y demás... En fin, ahora que empieza a hacer un tiempo bastante bueno, las revistas, Internet y la publicidad nos empiezan a bombardear con la denominada "operación biquini", que suele ser sinónimo de prisas y de querer ver resultados rápidos.Y eso, cuando hablamos de salud, no tiene cabida. En mi opinión, estar sano en verano es resultado de haber llevado un estilo de vida saludable en invierno, no de una dieta de un mes y de unas cuantas clases de spinning.
Hay miles de cosas que podemos hacer día a día para sentirnos y vernos mejor por dentro y por fuera sin tener que acudir a las dietas milagro y a las pastillas quema-grasas, y creo que no es necesario enumerarlas. Yo no soy una experta en el tema ni mucho menos, pero desde bien pequeñita he estado relacionada con el mundo de la nutrición y la cocina, y se trata simplemente de saber darle a tu cuerpo lo que necesita y cuando lo necesita, ni más ni menos, y de tener unas pautas saludables y seguirlas, siempre en la medida de lo posible y sin obsesionarse, pues todos tenemos y necesitamos de esos pequeños placeres de la vida. Yo, por ejemplo, no voy a renunciar a comerme unas natillas de chocolate de cuando en cuando ni a un buen bocata de atún para cenar un viernes. Y sí, estoy delgada y podría zamparme una hamburguesa con patatas para comer cada día, pero me importa muchísimo mi salud y no voy a hacerlo.
En casa también intento aplicar esta filosofía, y al menos un par de veces por semana preparo platos de cuchara de los de toda la vida, a veces más ligeros y a veces más contundentes, depende del día.
Si ya lo decía mi abuelo: "Yo cuando tenía tu edad comía casi todos los días potaje, y nunca estaba gordo ni pisaba un hospital...”. Cuánta razón, y cuánto lo echo de menos... ais.
El potaje de hoy es muy muy fácil de hacer, está delicioso y es muy reconfortante. Además, nos podemos comer un buen plato e incluso repetir, porque a pesar de ser alto en nutrientes, no lo es en calorías.
He visto por la blogosfera que much@s si os habéis apuntado a la famosa dieta veraniega, que, bueno, no está de más si se sabe llevar con cabeza, ojo, cada cual sabe lo que le conviene y lo que no. Espero entonces que mi plato os sea útil para cuando tengáis antojo de legumbres. Y para los que no seáis de regímenes estrictos, como yo, para cuando os apetezca disfrutar de un plato completo, sano y rico, que no necesita nada más que un buen trozo de pan para ser un almuerzo de lujo. 




Espero que os guste

Ingredientes (para dos personas):
160- 180 gramos de alubias blancas
Un trozo (100 gramos aprox) de chorizo de pavo de guisar
1 zanahoria mediana
Media cebolla
1 tomate mediano
1 pimiento italiano mediano
1 pastilla de caldo de carne
1 cucharada sopera de aceite de oliva
750 ml de agua, o la que necesite
Sal, ajo en polvo, pimentón dulce y comino, al gusto

- La noche anterior deberemos poner las alubias en remojo, para evitar que se nos queden duras al hacer el potaje. Se recomienda tenerlas en agua unas 10 horas.
- Al día siguiente, escurrimos las alubias y las colocamos en la olla donde vayamos a guisarlas, las cubrimos de agua y las ponemos a hervir.
- Cuando rompan a hervir, quitamos la espuma que hayan soltado, escurrimos y volvemos a colocar las alubias en la olla con agua fría, dos dedos por encima de las alubias más o menos.
- Seguidamente lavamos y picamos las verduras y las introducimos en la olla con el chorizo, el pimentón, el comino, el aceite de oliva y el caldo de carne, y salamos si fuese necesario.
- Tapamos la olla y dejamos que empiece a hervir para poder "asustar" a las alubias. Para ello sólo hace falta añadir un vasito de agua fría y romper el hervor.
- Ahora dejamos la olla tapada cociendo el tiempo que sea necesario para que la alubia quede tierna, removiendo de vez en cuando para que espese mejor y con cuidado para no romper las alubias. En mi caso lo dejé 1 hora y 15 minutos.
- Finalmente, retiramos el potaje del fuego y lo dejamos reposar unos 20 minutos.
- Servimos las alubias con las verduras y el trozo de chorizo en un mismo plato.




 Notas:
- El tiempo de cocción de la alubia dependerá de la dureza del agua que se utilice, aunque suele oscilar entre 1 hora y 15 minutos y 1 hora y 45 minutos.
- Hay quien, unos minutos antes de terminar la cocción, aparta las verduras del potaje, las pasa por la batidora y las vuelve a añadir al guiso. Es una buena opción para los peques que se resisten a comer verdura.
- Si tenéis olla rápida merece la pena usarla para preparar este potaje, pues el tiempo de cocción de la alubia se reduce hasta quedar en unos 15-20 minutos.

¡Qué tengáis un buen fin de semana! Y muchas gracias por vuestras palabras de apoyo.