martes, 6 de diciembre de 2016

TARTA DE MANZANA CLÁSICA

 


Si pudierais verme por un agujerito ahora mismo (suerte que no...), me faltaría comedor para correr a esconderme... Tirada en sofá, con pijama polar, doble calcetín, moño alto, manta a modo de capa, una manzanilla calentita, y escribe que te escribe... ¡Esto es vida señor@s! Y es que, cuando tu día a día te obliga a prescindir con frecuencia de estos momentos de "bicho bola" (así los llamamos en casa), poder dedicarte una tarde (casi) entera a ello es como... En fin, mi gozo en un pozo, supongo que me entendéis perfectamente.
Y sí, lo sé, soy un caso. Otro mes de ausencia que dan como resultado muchísimas cosas que contar, demasiadas para una, dos, tres y hasta diez entradas, así por redondear a lo bajo. Y es que no me canso de decirlo: a culo inquieto no me gana nadie. Levantarse por la mañana y tener algo que hacer, y si ya ese algo te hace sentir útil, satisfecho, realizado, feliz al fin y a cabo, es lo que le da sentido a nuestras vidas y hace que nos vayamos a la cama agotados pero que apenas necesitemos un poco de ganas para dejar la pereza entre las sábanas y enfrentarnos al día.
Noviembre ha sido, con sus altos y sus bajos, un mes de bastante jaleo en casa: sigo con mis nenes "bilingües" y sus travesuras a la vez que estudiando por mi cuenta y sacando tiempo para ir a alguna que otra quedada con amigos, hacer una escapada rápida con Marc y plantarme en todos aquellas presentaciones, talleres, cursillos y demás a los que se me presenta la oportunidad. Por suerte, la temporada de verano hace mucho que quedó atrás y vuelvo a tener a mi señor maridín en casa, al que ya he liado varias veces (siempre a cambio de un plato de lentejas para almorzar, tampoco es que pida demasiado el pobre) para que me acompañe o le dedique media hora de su día a una sesión de fotos de alguno de los platos que preparo en casa. Y el pobre siempre ahí, al pie del cañón... Tanto que ahora tengo un montón de entradas empezadas, con unas buenas fotos pero en las que, sea por falta de tiempo o por pereza, no he escrito nada todavía. No ya por el hecho de que se me esté acumulando en trabajo (que también), sino porque realmente me apetece seguir contandoos, enseñándoos y compartiendo mi cocina y mis andaduras con vosotros, voy a tener que hacer un análisis de moral profundo y ponerme seriamente a ello. Eso o clonarme, cosa que pinta imposible dada la situación actual de mi cuenta de ahorros... En fin, vamos a lo que vamos.
Parece que el frío ha llegado para quedarse: días más cortos, noches más frías y largas, tardes en las que sólo apetece taparse hasta la nariz y no moverse del sofá, y ensaladas, salteados y sopas templadas que empiezan a desaparecer para dar paso a sopas calentitas, guisos, estofados y horneados a tutiplén. En definitiva, cocina de temporada rica, calentita, de esa que reconforta y nutre el cuerpo y el alma. Y si ya se hace y se comparte con cariño, ni os cuento... Y en esta receta otra cosa no habrá, pero cariño lo hay a raudales. Venga, va, sí, os cuento un poco:
Una de las ventajas de trabajar en un colegio es que casi siempre puedo tomarme el día libre cuando los nenes también lo tienen. Eso se traduce en algún que otro sábado (si he podido preparar la siguiente clase por adelantado, claro) y muchos domingos... ¡Domingos! Se me hace hasta raro poder levantarme un poco más tarde, ir al mercado semanal e incluso visitar a mis padres o a mis tíos sin tener que pensar si habrán vuelto ya del trabajo.
Sin ir más lejos, el domingo pasado, después de haber aprovechado la mañana a más no poder y haber comido a las tantas por ello, el tiempo empezó a torcerse un poco y nuestros planes de salir a merendar fuera empezaron a darnos una pereza enorme, tanta que decidimos dejarlo para otro día.
¿Y qué íbamos a merendar entonces? Vale, todos tenemos en la despensa un paquete de galletas básicas, alguna que otra tableta y/o crema de chocolate e incluso algo de bollería industrial para estos casos, pero nosotros ya nos habíamos hecho a la idea de ir a merendar a alguna cafetería/pastelería de esas tan cuquis que tanto abundan hoy en día y en las que lo más ligero que puedes tomarte son unas galletas gigantes con extra de pepitas de chocolate. Por eso, no me costó mucho convencer a Marc para que me ayudara a preparar esta tarta, pues ya se la había hecho con anterioridad en varias ocasiones y sabía que le encantaba. De hecho, tuve que estar pendiente de que no le diera un pellizco antes de que se enfriara del todo para poder desmoldarla y pintarla, no os digo más.
La tarta o bizcocho de manzana es un clásico de la repostería que siempre se ha preparado en casa y que nunca me canso de repetir, ya sea para disfrutarla nosotros o para llevarla a alguna reunión familiar, con amigos, etc.
La receta que os doy hoy es una mezcla entre la de Eva Arguiñano y la de mi madre, es decir, mi versión particular de ambas.  Os aseguro que, respetando las cantidades, los tiempos y optando por ingredientes de calidad, siempre queda perfecta, con una textura consistente pero suave y cremosa a la vez, y un sabor a manzana tan rico que... Vaya, para comerse media tarta de una sentada.
Y, si tenéis la oportunidad, dejad que os ayuden a prepararla, ya sea vuestra pareja, vuestros nenes, vuestra madre, vuestro padre o el vecino de al lado, qué más da. Cocinar en compañía añade variedad y diversión a algo que muchos ya hemos cogido como rutina y nos permite, entre otras muchas cosas, pasar tiempo de calidad con nuestros seres queridos, aprender a trabajar en equipo, probar cosas nuevas juntos, divertirnos y, en definitiva, disfrutar mucho más de lo que se está comiendo por el simple hecho de haber pasado un buen rato preparándolo. Creedme, merece la pena.
Sin más,os dejo con los ingredientes y el paso a paso:




Ingredientes (para 4 personas):
- 1 manzana golden grande (250 gramos aprox.)
- 100 gramos de harina de trigo común
- 1 cucharadita de café de levadura química
- 1 huevo tamaño XL
- 50-60 gramos de azúcar blanquilla
- 75 ml de leche
- 1 cucharada sopera de aceite de girasol
- Canela en polvo, al gusto
- Mermelada de melocotón, para pintar la tarta

- Antes de empezar, encendemos el horno y lo precalentamos a 190ºC, calor arriba y abajo.
- En un bol grande, batimos el huevo con el azúcar y el aceite hasta que la mezcla blanquee un poco. Añadimos entonces la leche y la canela y seguimos batiendo.
- Seguidamente, añadimos la harina y la levadura por tandas y con un tamiz, y mezclamos bien.
- Vertemos la mezcla sobre un molde de silicona o un molde convencional untado con mantequilla y harina.
- Aparte, limpiamos, pelamos y despepitamos la manzana. La cortamos en rodajas no muy finas y en forma de medialuna.
- Cubrimos la superficie de la tarta con las rodajas de manzana de la forma que más nos guste, hasta terminar con todas.
- Introducimos la tarta en el horno durante 25-30 minutos a 190ºC, o hasta que se dore la superficie y haya subido lo suficiente.
- Para terminar, dejamos enfriar, desmoldamos y pintamos la tarta con un poco de mermelada de melocotón ayudándonos de un pincel, antes de llevarla a la mesa.




Notas:
- La mejor variedad de manzana para preparar este tipo de tartas es, sin duda, la Golden Delicious, pues resulta muy tierna, dulce y suave, y queda deliciosa cuando se hornea. En su defecto, recomiendo utilizar la variedad Braeburn, que también resulta muy jugosa, dulce y poco ácida.
- El toque de canela es totalmente opcional y al gusto, pero yo siempre se lo añado porque, en mi opinión, realza bastante el sabor de la manzana y del bizcocho en si.
- La mermelada de melocotón se puede sustituir perfectamente por mermelada de albaricoque, de ciruela, de naranja, o incluso por un poco de mantequilla derretida que le dará todavía más brillo.


Y esto es todo, por ahora.
Esta vez la despedida no va a ser tan larga, pues este sábado es día 10 y, como casa mes, toca reto de la mano de La Cocina Typical Spanish. Como siempre, os aconsejo que no os lo perdáis, pues le hemos puesto mucho cariño y esfuerzo y pinta, como poco, delicioso.
¡Muchas gracias por seguir ahí, y feliz megapuente!
Fotos: Marc RT Studios

12 comentarios:

  1. que buena pinta que tiene ¡¡¡¡¡ me dan ganas de hincarle el diente ...un besote

    ResponderEliminar
  2. Y que buena que llega a estar esta tarta.
    No hay nada mejor que pasar un dia festivo, con zapatillas, bata y descansando.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Toda la razón Lolines, y lo bien que sienta un día así de vez en cuando, ais...
      Feliz Navidad guapa.

      Eliminar
  3. No paras, así que cuando lo pillas. Aprovecha el sofá y la mantita que ahora se apetece. Y mucho más si lo acompañas con un trozo de una rica tarta de manzana como la que nos traes.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tarta, sofá, mantita y peli, una tarde completa de placer Ana jeje.
      Feliz Navidad!!

      Eliminar
  4. Una tarta muy buena, me encantan las de manzana!
    Bs!

    ResponderEliminar
  5. Hola Debora. Pensaba que habías desaparecido, como tengo pendiente contestarte pasaba por tu blog a menudo para ver si publicabas y siempre me encontraba con la entrada de las albóndigas de atún encebolladas jj hasta que hoy he comprobado que has publicado así que bienvenida sea esta nueva entrada.
    Y además dulce y deliciosa porque una tarta de manzana siempre es bien recibida y la que has hecho tiene que estar de fábula.
    Los momentos de asueto hay que aprovecharlos al máximo. No hacer nada en determinados momentos es sensacional jj.
    Que tengas un estupendo fin de semana.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Hola, de las clásicas, de las más ricas y de las mejores!Te echaba de menos, me alegro de verte de nuevo!! Un beso guapa!!

    ResponderEliminar
  7. Yo voy buscando la receta del pastel de manzana perfecto! Será cuestión de probar la tuya, a ver si resulta que ya la he encontrado! Un abrazo!

    ResponderEliminar