viernes, 10 de marzo de 2017

PASTA CON SALSA DE CALABAZA ASADA Y PIÑONES PARA #TODOPORLAPASTATS



¡Qué alegría, qué alboroto, qué emoción y qué de todo! Son ya casi las 8 de la tarde (las 9 en España) y todavía me dura el buen sabor de boca con el que hemos llegado después del almuerzo.
Y es que, señoras y señores, en casi medio mes que llevamos yendo a almorzar (o a hacer el "lunch", como lo llaman aquí) al bar del trabajo, hoy ha sido la primera primerísima vez que nos han servido una guarnición en nuestro plato principal que no eran patatas fritas... ¡Y cuantísimo lo ha agradecido nuestro paladar y nuestro estómago! Que en este país se ponen ciegos a patatas fritas es algo que no nos ha pillado por sorpresa ni mucho menos, y la verdad es que no estamos comiendo tan mal como nos esperábamos, pero de ahí a que CADA DÍA se zampen una ración tamaño plato sopero para acompañar la especialidad del día (pollo o pescado al horno, sandwich, hamburguesa, sopa...) y que encima te llamen "rarita" si pides que te lo cambien por una ensalada... En fin, no creo que lleguemos a acostumbrarnos a eso, y tampoco es que sea nuestra intención precisamente...
Menos mal que el cocinero que se encarga de "alimentarnos" es un hombre indio la mar de majo que nos ha asegurado que, aunque sea de vez en cuando, suele preparar platos similares al "creamy chicken with spiced rice" (pollo cremoso con arroz especiado) del que hemos dado buenísima cuenta hoy. Entre eso, las cenas que hagamos en casa y los trapicheos de productos "typical spanish" que pretendemos empezar en breve con nuestros señores padres, nuestro panorama alimenticio-gastronómico no pinta mal del todo, ¿verdad?
Y bueno, hablando de las cositas ricas que tenemos por nuestra tierra y lo bien que se come...
Ya casi es día 10 y, como cada mes desde que la conocí, me toca presentar (y encantada de la vida) mi propuesta para la iniciativa de La Cocina Typical Spanish. Acabada la etapa de anfitriones con una #guerradeanfitrionesTS que dió muchísimo de sí, este mes nos han brindado la oportunidad de elaborar platos de pasta, sí, sí... ¡¡de pasta!! Lo nunca visto ni "permitido", así que no podía perdérmelo por muy lejos que esté y poco tiempo que tenga. Además, pude catar y enviar mi receta dias antes de empezar a trabajar aquí, así que ha sido cuestión de "ponerla bonita" a ratos.
No puedo decir que la mía sea de esas recetas de pasta tipo canalones, macarrones "de la abuela" fideos a la cazuela y demás, que siempre se han preparado en casa y que nos encantan. Lo que sí puedo decir es que, desde que di con ella hará cosa de 3 años, suelo comprar las calabazas más grandes con tal de que me de para una buena olla de crema y esta deliciosa salsa.
Mis suegros van cada año desde que se celebra (y ya va por su 13º edición) a la Fira de la Carbassa (Feria de la Calabaza) de Sant Feliu de Codines, un pueblecito de Barcelona, y siempre vuelven encantados.
El atractivo principal de esta feria es el concurso de calabazas de más peso (¡algunas superan los 400 kilos!), pero también suele contar con espacio para las esculturas hechas con esta hortaliza, y, por supuesto, una muestra gastronómica donde degustar diferentes variedades.
Los dos años que estuve viviendo con ellos no tuve oportunidad de ir porque siempre estaba estudiando, así que mi suegra nos trajo en ambas ocasiones unas figuritas la mar de monas y varios folletos de información, entre ellos algunos con sugerencias y recetas.
Me vais a disculpar porque no recuerdo si era un folleto de una tienda, restaurante, etc., lo  único que recuerdo es dar con la receta, escribirla en una hoja de mi libreta, ir a comprar los ingredientes y ponerme manos a la obra al día siguiente... ¡Y menuda salsa rica!
Mucho tiempo después, ya viviendo mi chico y yo solos, sigo preparándola y no nos cansamos de ella, pues es tan sencilla, tan suavecita, tan diferente... Acompañada de queso rallado, por ejemplo, es ideal para pastas y apta para vegetarian@s, pero tampoco os dejará indiferente si la probais con alguna carne o pescado, os lo aseguro.
En fin, sin más dilaciones, os dejo con los ingredientes y la preparación:




Ingredientes (para 2 raciones grandes):
- 180-200 gramos de espirales de pasta
- 200 gramos de calabaza (peso sin piel)
- 1 cebolla mediana
- 1 diente de ajo
- Una cucharada sopera de aceite de oliva suave
- 15-20 piñones pelados
- Sal y pimienta, al gusto
- Agua de la cocción de la pasta
- Queso crema, opcional y al gusto

- Antes de empezar, precalentamos el horno a 180ºC, calor arriba y abajo.
- Pelamos y cortamos la calabaza, la cebolla y los ajos y los colocamos en una bandeja de horno.
- Salpimentamos las verduras al gusto, regamos con el aceite y horneamos a 180 ºC unos 35-40 minutos, o hasta que la calabaza esté blanda. Retiramos y dejamos templar.
- Por otro lado, cocemos la pasta como solamos hacerlo habitualmente y reservamos medio vaso (75-100 ml aprox.) del agua de cocción.
- Ponemos las verduras asadas y el agua en el vaso de la batidora y trituramos hasta que quede suave y cremosa. Podemos añadirle también un poco de queso crema al gusto.
- Seguidamente, tostamos los piñones en una sartén sin aceite a fuego vivo, hasta que tomen color.
- Para terminar, repartimos la pasta en dos platos y la servimos con una buena cantidad de salsa por encima y terminada con un puñado de piñones tostados y/o queso rallado al gusto.




Notas:
- Hornear las verduras para preparar esta salsa hace que quede mucha más rica, con un sabor a asado muy característico. Para variar un poco o si no disponéis de tanto tiempo, podéis rehogarlas con un chorrito de aceite y vino en una sartén o incluso usar calabaza cocida de esa que venden en muchos supermercados.
- Para variar un poco, se pueden sustituir los piñones por cualquier otro fruto seco al gusto, así como variar las especias. Como siempre os digo, imaginación y gusto al poder.


Y esto es todo, por ahora. Espero que os haya gustado mi aportación de este mes.
Os recomiendo echarle un ojo al resto de aportaciones de mis compis de reto, estoy segura de que va a ser un recopilatorio estupendo, como de costumbre :)




¡Muchísimas gracias por seguir ahí, y nos vemos (leemos) en breve!
Fotos: MarcRT Studios

jueves, 2 de marzo de 2017

MERLUZA AL HORNO CON PATATAS Y VERDURAS



Apenas llevamos una semana en el Reino Unido y ya hemos puesto en práctica eso de "donde fueres, haz lo que vieres" unas cuantas (muchas) veces... Y medio pueblo se ha dado cuenta ya de que somos españoles.
Nada más salir del aeropuerto intenté (sin éxito, claro) subirme a un coche dos veces por el lado derecho y casi me atropellan por ir andando por el lado de la calzada que no era; Salimos en dirección a nuestro nuevo hogar, y tuvimos que sacar los gorros y los guantes de la maleta porque estábamos a 6ºC y llovía a mares; Nada más llegar, comimos algo rápido y nos fuimos directos a hacer la compra a ASDA, el que ya os puedo asegurar que será nuestro supermercado habitual; Hemos pasado de desayunar tostadas y croissants, a hacerlo con sconespancakes y digestive biscuits (eso sí, que no nos quiten el café, que con el té no nos despierta nadie...); Después del quinto día, ya podemos dar fe de que los ingleses adoran las patatas fritas o "chips", pues nos las han servido como guarnición en TODOS nuestros almuerzos; Ya nos han visitado varias urracas, cuervos y alguna que otra ardilla que se posan en el árbol que tenemos justo delante de la ventana gigantesca de nuestra habitación con moqueta (sí, con moqueta, sin comentarios); Nuestra piel y nuestro pelo ya están empezando a notar los efectos (algunos buenos y otros no tanto) de la gran cantidad de cal que tiene aquí el agua...
En fin, no os puedo negar que, obviamente, echamos de menos muchas cosas de Barcelona y a muchas, muchísimas personas de allí con las que hemos podido, de un modo u otro, compartir esta locura y un mes plagado de "últimas veces" (últimas compras, últimas comidas con familiares y amigos, últimos cafés de media tarde, últimas charlas por Skype...), pero tampoco puedo decir que nos esté costando mucho adaptarnos al lugar y al trabajo, al menos por ahora. Hemos tenido muy buena suerte y no podemos estar más que agradecidos por haber topado con unos compañeros que nos están ayudando en todo lo que pueden, tanto a nivel personal como profesional y, sobretodo, laboral. Porque, como dicen aquí, "beginnings are always hard" y cualquier muestra de apoyo, comprensión y, en definitiva, ayuda, se agradece muchísimo. Así que, ya os digo, de momento vamos para adelante y eso es lo que más nos importa. 
Y hablando de nuestros últimos días en España...
Como suponíamos de antemano, mis padres fueron los que peor se tomaron la noticia de nuestra futura aventura por tierras inglesas. Tanto que, después de dársela y pasar por negación ("¿Estáis de broma, verdad?"), chantaje emocional ("Y serás capaz de dejarnos solos a tu padre y a mí...") y, finalmente, tristeza total, no hablamos apenas con ellos durante los 5-6 días siguientes.... Hasta que nos pidieron que fuésemos a casa para enseñarles a usar el Skype y podernos comunicar cuando estuviéramos aquí. Queremos creer y suponemos que, después de tantas buenas reacciones (os aseguro que con la familia de mi chico fue mucho más sencillo), muestras de apoyo, felicitaciones y demás, empezaron a verlo de otro modo o, simplemente, a aceptarlo y aprender a lidiar con ello. No tenemos hijos, pero supongo que para unos padres siempre es difícil dejar "volar" a un hijo y darle pie tanto a acertar como a equivocarse... Pero, pensándolo bien, ¿qué son hoy en día 2 horas en avión? ¿y cuánto tiempo es 6 meses? Todo está ya tan a nuestro alcance y el tiempo pasa tan rápido que ni nos planteamos no aprovechar la oportunidad.
Una de las cosas que tuvimos que hacer antes de venirnos es dejar vacía la despensa y la nevera, lo que se traduce en comprar poco y tirar mucho de "fondos", eso sí, intentando que nuestras comidas siguieran siendo lo más equilibradas posibles.
Esto, sumado a tooooodas las cosas que hemos tenido que hacer durante el último mes y toooodas las veces que nos hemos visto obligados a comer fuera, os aseguro que no fue pan comido precisamente.
Un día entre semana como otro cualquiera, después de haber pasado la mañana de arriba para abajo y terminar agotados, habiendo comido un bocadillo y merendado alguna guarrería de la que no me quiero ni acordar... ¡Tachán! Unos buenos centros de merluza congelada estaban esperándonos en el fondo del congelador para solucionarnos la cena y darle una pequeña tregua a nuestro estómago.
El pescado, unos restos de verduras que todavía tenía por la despensa, unas buenas patatas, un toque de horno y tirar de recetario básico, fueron suficientes para terminar bien el día.
Un plato sencillo, ligero, sabroso, saludable... Lo tiene todo, todo.
En fin, sin más. os dejo con los ingredientes y la preparación: 




Ingredientes (para 2 personas):
- 4 medallones de merluza grandes (unos 350-400 gramos aprox.)
- 2 patatas mona lisa medianas
- 1 pimiento verde mediano
- 1/2 pimiento rojo grande
- 1 cebolla mediana
- 100 ml de caldo de pescado (o vino blanco en su defecto)
- Un buen chorro de aceite de oliva suave
- Pimentón dulce, pimienta negra molida, perejil picado y sal, al gusto

- Antes de empezar, precalentamos el horno a 180ºC, calor arriba y abajo.
- Lavamos y pelamos bien las verduras y las hacemos trozos no demasiado pequeños. Lavamos las patatas y también las hacemos rodajas.
- En una fuente de horno, colocamos primero las patatas y encima las verduras, todo lo bien repartidas que podamos. Les ponemos un poco de aceite y sal y las horneamos durante unos 15 minutos.
- Pasado este tiempo, sacamos las verduras del horno y colocamos encima la merluza, lo regamos todo con un poco de vino blanco, salpimentamos el pescado al gusto y volvemos a introducir en el horno otros 15-20 minutos.
- Cuando la merluza se haya hecho y las verduras estén tiernas, retiramos del horno, dejamos templar un poco y servimos 2 lomos por comensal con una buena guarnición de verduras.




Notas:
- Os recomiendo que, durante el horneado de la merluza, la regueis un par de veces con el propio jugo de las verduras, el vino y el aceite, pues quedará mucho más jugosa y mejor cocinada.
- Otra buenísima opción para disfrutar de las propiedades y el sabor del pescado y las verduras es preparar este plato al papillote. Queda también muy rico e incluso lo podéis aligerar un poco más, añadiendo más condimentos y eliminando y/o reduciendo el aceite).
- Podéis sustituir la merluza por unas colitas de rape, unos buenos lomos de salmón, unos filetes de dorada... Para gustos, colores.


Y esto es todo, por ahora.
A pesar de tener poco tiempo y muchas ganas de salir, visitar, descubrir, probar y demás, me he marcado el objetivo de seguir activa por estos lares siempre y cuando pueda hacerlo, así que no creo tardar mucho en volver a dar señales de vida. El primer "compromiso" será el día 10, y de nuevo con muchas ganas de participar en la iniciativa mensual de La Cocina Typical Spanish. Después de ahí, todo se andará :)
¡Mil gracias de nuevo por tanto apoyo y buenos deseos!
¡Un abrazo grande!
Fotos: MarcRT Studios

viernes, 10 de febrero de 2017

BUTIFARRA CON PATATAS (VERSIÓN LIGERA) PARA #GUERRADEANFITRIONESTS



De todos los motivos que he tenido hasta ahora y que pueda tener desde ahora para justificar mis laaaargas ausencias (os hecho de menos, jolines), el que voy a daros esta vez es el MOTIVO por excelencia, el Rey de los Motivos,el motivo más motivo de todos los motivos del mundo... Pero primero, vamos por partes, que si no me pongo a escribir como si no hubiera un mañana...
Vuelve a ser día 10 y yo, muy en mi línea, sigo enviando mi propuesta para el reto mensual de La Cocina Typical Spanish a última hora y con prisas. A la que tenga cosas que hacer, basta con que me despiste un poco y... ¡Corre Debora, que sólo quedan dos días para publicar! Soy un caso, lo sé...
En fin, nunca es tarde si la dicha es buena, y este mes tenía que llegar SÍ o SÍ. Primero porque, después de 2 años disfrutando de lo lindo con todas y cada una de las propuestas, las chicas han decidido cerrar el ciclo de anfitriones, al menos de momento. Eso sí, la despedida que nos han propuesto va a ser por todo lo alto, y es que este mes toca.. ¡guerra de anfitriones!.
Como cada mes, debemos preparar una receta que sea típica de nuestra cocina con el ingrediente propuesto, a elegir entre todas las propuestas que los anfitriones han ido presentando a lo largo de estos 2 años. Y dicho y hecho lo cual, que empiece la guerra.
Yo no tuve la oportunidad de participar en los primeros retos así que, para esta ocasión, me parecía justo optar por una de dichas iniciativas. Así que sometí mi decisión a "votación popular" (dice ser marido y mi madre, que estaba en casa en ese momento) y al final... tacháááán... ¡Me quedo con Maggie de El cajón desastre de Maggie y su #conpatatasyalolocoTS! Porque en casa nunca faltan patatas y nos encantan en todas toditas sus versiones. Además, precisamente ese día teníamos para comer un plato con patatas, así que me vino como anillo al dedo.
¿Quién no ha recurrido al típico plato combinado de carne a la plancha con patatas, o huevos fritos con patatas, o salchichas con patatas, etc., para resolver una comida en un plis plas y acertar con toda la familia? Pues eso precisamente pensé yo y, después de una mañana intensa que me había dejado pocas ganas de cocinar, preparé una cantidad generosa de patatas y verduras, las especié al gusto, un chorrito de aceite y al horno mientras bajaba a la carnicería a por unas buenas butifarras... La misma carnicería, por cierto, donde las compraba mi madre para prepararnos este tipo de platos, hace ya muchos años. 
Preparando la guarnición de patatas y verduras al horno me ahorré muchísimo trabajo y tiempo, a la vez que conseguí reducir el aporte calórico del plato considerablemente. En menos de media hora estábamos disfrutando de un plato riquísimo, equilibrado y sencillo que espero os guste tanto como a nosotros.





Ingredientes (para 2 personas):
- 2 butifarras frescas grandes al gusto (las nuestras llevaban escalivada en el relleno)
- 2 patatas medianas
- 1/2 pimiento rojo
- 1 cebolla pequeña
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva suave
- Sal, ajo en polvo, perejil picado, pimienta y pimentón, al gusto.

- Antes de empezar, precalentamos el horno a 190ºC, calor arriba y abajo.
- Empezamos limpiando y picando en trozos no muy pequeños las patatas, el pimiento y la cebolla y los colocamos en una fuente de horno.
- Seguidamente, rociamos las verduras con un chorro de aceite, la salamos y especiamos al gusto, mezclamos todo bien y las introducimos en el horno durante 25-30 minutos, o hasta que estén a nuestro gusto.
- Mientras las verduras estén en el horno, haremos las butifarras a la plancha a fuego medio y con un chorrito de aceite.
- Servimos las butifarras recién hechas acompañadas de una buena cantidad de patatas y verduras y un buen trozo de pan.




Notas:
- No se deben pinchar las butifarras/salchichas mientras se están cocinando pues, a pesar de que de este modo se cocinarán mejor por dentro, pierden también mucha jugosidad. Es mejor hacerlas a fuego medio bajo para que no se quemen por fuera y se queden crudas por dentro.
- Por supuesto, este plato queda también delicioso con unas buenas patatas fritas caseras, pero el contenido calórico del plato aumenta considerablemente.
- Con salchichas frescas, lomo, contramuslos de pollo limpios, usando otras verduras para la guarnición, acompañando la carne con un poco de mayonesa o mostaza... Este tipo de platos combinados se pueden preparar y disfrutar de mil formas distintas, así que imaginación y gusto al poder.


Espero que os haya gustado mi propuesta, y aprovecho para dejaros el enlace al recopilatorio de este mes, más "guerrero" imposible.




Y como os decía al principio... Mientras las chicas andan cerrando ciclos, en casa toca empezar otros... ¡Y menudos son! He aquí mi super MOTIVO:
Hará cosa de un mes y medio, un domingo por la tarde mientras estaba preparando las actividades para darles a los peques en clase, me topé por casualidad con una oferta de trabajo en la que pedían una pareja para trabajar en una isla británica situada allá donde dios perdió la chancla. Las condiciones estaban genial y, sin ninguna esperanza, mi chico y yo aplicamos en la oferta... Y sucedió lo que nos imaginamos, que nos descartaron enseguida. Tampoco teníamos nada que perder...
Pero el viernes por la tarde de esa misma semana, recibimos una llamada de una chica de la empresa que gestiona dichas ofertas porque a última hora le había entrado otra oferta de trabajo bastante interesante y creía que nuestros perfiles eran ideales para cubrirla. Y después de darle muuucha caña con el inglés, varias entrevistas a distancia, mucho papeleo hecho y por hacer, y muchos nervios mezclados con ilusión y ganas... ¡Nos vamos a vivir al Reino Unido en menos de 20 días! Ha sido todo tan increíble y tan rápido que todavía no nos lo terminamos de creer, pero nos está sucediendo y no os imagináis lo disparatados que estamos. Van a ser los 20 días más largos de nuestras vidas...
6 meses como mínimo, y todo lo que estemos dispuestos a trabajar y vivir allí como máximo, es todo lo que sabemos seguro hasta ahora. Lo demás vendrá solo, como siempre. 
Por eso no podía ni quería perder la oportunidad de participar este mes pues, muy a mi pesar, va a ser la última vez que pueda hacerlo en, por lo menos, 7 meses. Eso, o hasta que podamos instalarnos más cómodamente allí, decidamos volver, o lo que surja. De momento nos damos por satisfechos con que nos guardéis el secreto una semanita más (todavía estoy dándole vueltas a cómo decírselo a mi madre sin que le de un "jamacuco") y nos deseeis suerte, porfa :)
En fin, espero y deseo ponerme al día con unas cuantas entradas que tengo en "making of" (por ir practicando inglés un poco je je) desde hace mucho, y prometo subir alguna antes de marcharnos.
¡Mil gracias por seguir ahí! Un abrazo grande.

martes, 10 de enero de 2017

UNTABLE DE SETAS Y TOSTAS DE SETAS Y ATÚN PARA #DANDOLALATATS



Nuevo año, nuevo mes, de nuevo es día 10 y de nuevo me toca terminar mi propuesta para el reto de La Cocina Typical Spanish en el último momento, a pesar de haberla enviado hace ya unos días... Esta vez me veo en la obligación de entonar el "mea culpa" y confieso que se me ha ido pasando la fecha sin querer y queriendo, pues llevo un despiste encima que no parece ni medio normal en mí. Bueno, muchos lo llaman síndrome postvacacional... ¿Ah, pero eso existe de verdad, o es pura ñoñería nuestra? En fin, reflexiones tontas aparte, vamos a lo que vamos.
Desde que se dió a conocer la propuesta de este mes, dadas las fechas que se nos avecinaban y la firme promesa que me había hecho de no pasarlas en la cocina la mayor parte del tiempo, tuve claro que, fuese cual fuese mi receta, mataría dos pájaros de un tiro: primero y obvio, que sería apta para formar parte del recopilatorio, y segundo, que formaría parte del menú de una de esas comilonas navideñas a las que nos hemos "enfrentado" (más de uno ya no baja las escaleras andando, si no rodando, os lo aseguro)... Y así fue, y nos gustó tanto que aquí estoy para contaroslo.
Después de las navidades, a muchos todavía nos quedan dando vueltas por la cocina restos de turrón, algún que otro polvorón, un trozo de queso que amenaza con convertirse en piedra en breve, etc. Para dar salida a todos estos restos de comida, nada mejor que echar mano de un poco de imaginación y de un buen recetario de aprovechamiento.
En el caso de otros tantos, la situación será completamente distinta: os habréis hinchado a turrón, a jamón y a lubina (¡y bien hecho, que una vez al año no hace daño!) hasta el punto de quedaros con las despensas vacías y los bolsillos temblando. Pero... ¿Qué es lo que no falta nunca en ninguna despensa? Pues sí, allá en el fondo muy muy fondo de nuestras alacenas, siempre nos quedará esa latita de atún olvidada, esa macedonia de frutas en almíbar que traía la cesta de papá de este año, o ese bote de tomate frito que nos ha salvado más de un plato de pasta para los nenes... ¡Las conservas, claro!
Así que este mes de enero, nos ha tocado cocinar con conservas y elaborar platos "typical spanish" teniendo como ingrediente principal alguno de estos productos.
Ya os he comentado en alguna ocasión que, desde siempre, mi yaya ha tenido y tiene muy buena mano para preparar conservas, básicamente de tomate frito, pisto (que me encanta utilizar en platos de pasta) y alguna que otra mermelada, y nos surte bastante regularmente a mi madre y a mí de ellas (menudo trapicheo de botes nos traemos por costumbre...).
Por otro lado, una de las costumbres navideñas que más disfrutamos en casa es la de preparar una buena variedad de canapés y tostas a modo de entrante, suficientes para abrir boca y seguir después con un plato más consistente y una sobremesa dulce.
Marc y yo cenamos en casa la noche de fin de año y no vi mejor ocasión en todas las vacaciones que esa para ponerme manos a la obra: los dos solos en casa. sin más prisas que las de llegar cenados a las 12 en punto, y cámara en mano.
Nuestra cena de fin de año fue muy sencilla, pues me decanté por un buen pica pica acompañado de buen vino y una sobremesa dulce, pero nos encantó igual.
Y he aquí mi aportación: Tostas de setas y queso de cabra, tostas de atún, mayonesa y pimientos, y una crema untable de setas.
De verdad, pocas veces hemos cenado tan rico, tan barato y con tan poco trabajo. Tostar el pan, abrir y combinar latas, un golpe de batidora, y poco más.
Mi maridín tiene claro que la tosta de atún fue su favorita (de hecho, he tenido que hacersela una vez más), pero yo no me veo capaz de decantarme por ninguna de las tres elaboraciones. Que el atún y los pimientos morrones combinan de maravilla es algo que ya se sabe, pero no os digo nada de las setas con el queso de cabra o las setas con el queso crema... ¡Para no parar de dipear, vaya!
En fin, sin más, os dejo con los ingredientes y la preparación, sencilla a más no poder:




Ingredientes (para 2 personas):
- 4 panecillos individuales (de centeno, con pipas...)
- 1 bote de setas variadas en conserva (170 gramos peso neto)
- 4 lonchas gorditas de queso rulo de cabra
- 1 cucharada sopera de leche semidesnatada
- 1 lata de atún en aceite de oliva
- 1 cucharada sopera grande de mayonesa vegetal
- 1 cucharadita de aceite de oliva suave
- Sal, ajo en polvo, perejil picado y pimienta, al gusto
- Colines, regañás o torradas, para acompañar

- Escurrimos bien las setas y las salteamos en una sartén con un poco de aceite a fuego alto hasta que suelten toda su agua. Añadimos también la sal y las especias al gusto, retiramos del fuego y reservamos.
- Por otro lado, escurrimos bien el atún y los pimientos.
- En un bol, picamos 3 de los pimientos muy menudos y los mezclamos con el atún y la mayonesa vegetal. 
- Seguidamente, precalentamos el horno a 220ºC. Abrimos los bollos por la mitad y los tostamos 2 de las mitades. Reservamos.
- Sobre las 2 mitades de pan sin tostar, colocamos unas cuantas setas y un par de lonchas de queso rulo de cabra y tostamos en el horno a 220ºC durante 5-6 minutos. Sacamos, colocamos en un plato y reservamos.
- Sobre las mitades de pan tostado, repartimos la mezcla de atún, pimientos y mayonesa, y terminamos con un par de tiras de pimiento. Colocamos en el mismo plato y reservamos.
- Para hacer la crema o untable de setas, ponemos las setas que nos han sobrado, el queso crema y la leche en el vaso de la batidora. Trituramos todo durante 1 minuto y probamos para rectificar de sal y/o especias. Trituramos un poco más si fuese necesario y lo colocamos en un bol pequeño.
- Servimos las tostas y la crema tal cual, acompañado de unos colines o regañás de pan para la crema.




Notas:
- Al tratarse de elaboraciones tan sencillas, os recomiendo que les déis un toque personal e incluso "gourmet" utilizando, por ejemplo, algunas variedades de pan distintas a las habituales (de pipas, de centeno, de espelta, con semillas de amapola, etc) y, sobretodo, buenas conservas. Algo sencillo puede convertirse en algo exquisito si usamos buenos ingredientes.
- Si queréis ahorraros bastante tiempo en la cocina llegada la hora de la cena, podéis hacer como hice yo y dejar listas la mayoría de elaboraciones (las setas salteadas, la base de atún y pimientos, la crema, las rodajas de queso, etc), justo para montar las tostas y darles el toque final en el último momento.




Y me despido hasta la próxima receta, no sin antes dejaros el enlace al recopilatorio de este mes, Con la "lata" que nos han dado las chicas, seguro que no tiene desperdicio alguno je je.
De nuevo, mis mejores deseos para el 2017, y millones de gracias por seguir ahí.
Fotos: Marc RT Studios

miércoles, 28 de diciembre de 2016

COUS COUS INTEGRAL TRES (Y MÁS) DELICIAS



¡FELIZ NAVIDAD A TOD@S!
Sí, lo sé, llego un poco tarde y seguro que a estas alturas ya lo habréis oído mil y una veces, por no decir mil y dos... Pero yo, que soy muy de tirar de refranero (dios mío, cada vez me parezco más a la suegra de mi marido...), lo acompaño de un "nunca es tarde si la dicha es buena" y me quedo más ancha que pancha. Los buenos deseos siempre son bien recibidos, ¿verdad?
¿Qué tal se ha portado Papá Noel? Su paso por casa fue, como nos gusta decir por estos lares, breve pero intenso. Hemos debido de ser muy buenos este año, porque el simpático señor gordinflón vestido de rojo nos dejó, entre otras cosas, un móvil nuevo (y muy necesario, la verdad), una escapadita romántica y alguna que otra comilona en familia... 
¡Ay, las comilonas! Y eso que todavía no hemos superado el 2016... 
Cada año nos pasa lo mismo. Llegadas las fechas más señaladas (dice ser 25, 26, 31 de diciembre y 6 de enero), o bien uno o más miembros de nuestra familia tiene que trabajar, o bien no son muy amigos de este tipo de reuniones dadas sus creencias religiosas, o bien se le avisa tarde y ya tiene otros compromisos, o nos dormimos en los laureles y no encontramos mesa en ningún restaurante. Entre eso y que, desde que falleció mi yayo, dejamos de organizar cenas navideñas en su casa... ¿Qué nos queda? A familia complicada no nos gana nadie y somos de los que terminamos yendo a comer o cenar un día no festivo de Navidad, a las 3 de la tarde o a las 11 de la noche, casi siempre sin reserva previa y preguntando por el menú especial para estas fechas... Oye, si cuela, cuela.
Bromas aparte, a veces es difícil no empacharse. Empezamos saliendo de comilona con mi familia a mediados de mes y, desde entonces, han habido partidos de fútbol con amigos, hamburguesas y mucha, mucha cerveza, alguna que otra comida en una conocida franquicia de comida rápida (por pura necesidad, lo juro y perjuro), algún que otro concurso de facebook premiado con una cena en pareja (hacedme caso, no cenéis canelones y pastel de chocolate con asiduidad...) y, por último y por cortesía de mi "Papá Noel particular", cena romántica en un restaurante italiano la mar de cuqui pero donde lo más ligero que podías pedirte era una pìzza vegetal de 32 cm de diámetro... ¡Ahí es nada! Oficialmente, mi estómago empezó a odiarme hace 5 días, y ya véis que motivos no le faltan.
De toda la vida, siempre he sido yo la que más disfruto cocinando y compartiendo mesa con mis amigos y familiares en estas fechas, pero también la que más padece cuando come alimentos o platos que no suelen formar parte de mi dieta habitual o que sé de antemano que no me sientan bien, así que imaginaos si no me queda más remedio que hacerlo con frecuencia y en cantidad...
Cuando una cocina en casa siempre es más sencillo adaptar el menú y no excederse, pero saliendo a comer fuera la cosa cambia mucho: que si escudella de primero por aquí, que si pollo relleno o canalones de segundo por allá, y las sobremesas dulces con chupito incluido... Ah, y no te salgas de los especiales porque puede costarte un riñón y medio...
En fin, MENOS MAL (y lo pongo en mayúsculas porque es algo que me está ahorrando muchas visitas al digestólogo) que sigo pudiendo cocinar platos más sencillos, equilibrados y sobretodo, mucho más ligeros durante esos 3-4 días que pasan entre comilona y comilona, y no os podéis imaginar lo muchísimo que nos lo agradece el cuerpo.
Y menos mal también que lo ecológico y lo sano está cada vez más de moda y que, hará cosa de 2-3 años, los supermercados ecológicos se han multiplicado en muchas ciudades. Por supuesto, Barcelona no ha sido una excepción y cada vez es más sencillo encontrar alimentos "de verdad", de esos que saben a lo que son y que sientan de maravilla a nuestro cuerpo y a nuestro entorno.
De entre todos estos lugares, Veritas es, con diferencia,  mi cadena favorita de supermercados ecológicos. A día de hoy, no he dado con ningún producto Veritas que no me guste, la variedad es enorme (productos frescos, de alimentación general, para el cuidado del hogar, para bebés...) el personal me ha tratado siempre de maravilla y, por si fuera poco, cuentan con obrador de panadería propio donde elaboran panes, bollería y tartas de lo más ricas y variadas y eso, para una panarra empedernida como yo, es casi irresistible.
Como la mayoría de las supermercados ecológicos, Veritas no es barato, así que no suelo acudir a hacer toda mi compra semanal, pero sí para comprar algunas cosas "especiales" que no suelo encontrar en mi super habitual y que me apetece probar o repetir de vez en cuando. Es el caso, por ejemplo, de los turrones de elaboración propia que ponen a la venta para estas fechas (y que están de muerte lenta), los quesos y embutidos ecológicos que solía encontrar solamente en mercados ocasionales, o la gran variedad de harinas y cereales a granel.
Además, hará cosa de un año, Veritas inauguró el espacio Terra Veritas en su establecimiento situado en calle Diputació 239, donde periódicamente organizan talleres, cursos, charlas, clases de yoga y mucho más. Desde que lo descubrí, yo he podido asistir a una presentación de libro, un taller de yoga y ecobrunch y a una muestra de vinos ecológicos (os lo he ido contando a través de Facebook). Teniendo en cuenta lo bien que me lo pasé, lo mucho que aprendí, lo baratas que son la mayoría de actividades y que, a cambio, siempre te dan un vale de compra por valor de 5-10 euros, seguiré acudiendo sin duda alguna. 
Por supuesto, la receta de hoy está elaborada, en su mayoría, con productos que compré en Veritas, aprovechando uno de los vales de compra que os comentaba.
Cuando me apetece preparar algo ligero y que me siente bien, suelo descartar los platos a base de carne e intento que sea lo más rico en nutrientes y fibra posible. Ya os podéis imaginar, pues, que un plato a base de cous cous integral, verduras y huevos ecológicos es un regalo para mi sistema digestivo, además de para el paladar, porque para ser una versión muy muy particular del clásico arroz chino tres delicias, he de decir que queda igual o más rico.
Así que, si os apetece darle a vuestro cuerpo un respiro entre comilona y comilona navideña pero no os apetece pasaros más de media hora en la cocina, os recomiendo darle una oportunidad.
Os dejo los ingredientes y la preparación:





Ingredientes (para 2 personas):
- 150 gramos de cous cous integral
- 1 cebolleta no muy grande
- 1 zanahoria pequeña
- 4 palitos de surimi frescos
- Un puñado de pipas de girasol peladas o frutos secos al gusto
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra
- 1 vaso grande de agua (250 ml aprox.)
- Sal, pimienta y comino molido, al gusto
- Salsa de soja, opcional y al gusto

- Para empezar, ponemos el agua a calentar en una cazuela con un pellizco de sal. Cuando empiece a hervir, retiramos y añadimos el cous cous. Tapamos y dejamos cocer 15 minutos como mínimo.
- Aparte, limpiamos y picamos muy menudo las verduras y los palitos de surimi.
- En una sartén a fuego medio y con una cucharada de aceite, sofreímos la cebolla y la zanahoria unos 5-6 minutos. Añadimos entonces los pimientos y el surimi, damos un par de vueltas, salpimentamos y retiramos.
- Ponemos otra sartén al fuego con un poco más de aceite. Batimos ligeramente el huevo con un poco de sal y hacemos con él una tortilla lo más fina posible. Dejamos templar, troceamos y reservamos.
- Destapamos el recipiente donde tenemos el cous cous y lo removemos bien con la ayuda de un tenedor y un hilo fino de aceite de oliva.
- Por último, mezclamos el salteado de verduras y la tortilla con el cous cous justo en el momento de servir. Podemos terminar el plato añadiendo un puñadito de pipas peladas y/o un hilo de salsa de soja.





Notas:
- El cous cous, sobretodo el integral, es una sémola que crece muchísimo y llena bastante, así que con poco más de una taza de café por persona (en seco) suele ser suficiente.
- A la hora de servir el cous cous, tenemos dos opciones: mezclar previamente todos los ingredientes y repartirlo a partes iguales, o servir el cous cous por un lado y el salteado por otro para que cada comensal se sirva al gusto.
- Para que el cous cous quede todavía más sabroso, podemos sustituir el agua por algún tipo de caldo (de pollo, de verduras, de carne...) e incluso tostarlo un par de minutos antes de cocerlo. 
- Esta receta os puede ser muy útil para aprovechar los restos de carnes, pescados, verduras y demás que solemos acumular en la nevera y/o despensa, sobretodo en estas fechas. Así que, como siempre os digo, imaginación y gusto al poder.


Y con esto y un bizcocho... ¡Gracias por seguir ahí otro año más! Ha sido un 2016 agotador, pero durante el cual he aprendido, cocinado, compartido y disfrutado un montón, y vosotro@s tenéis gran "culpa" de ello :) De corazón, MILLONES DE GRACIAS.
Seguid disfrutando de las navidades, que para eso están.
¡Besos!
Fotos: Marc RT Studios

sábado, 10 de diciembre de 2016

ESTOFADO IBÉRICO PARA #DEPATANEGRATS



¡Queda oficialmente inaugurada la temporada de cuchareo! Y ya era hora, con lo bien que sienta un buen guisito cuando el frío aprieta y las ganas que teníamos en casa, madre mía...
Empezando por el postre, y como os prometía hace unos días, ha llegado el momento de participar en la que será la última iniciativa de La Cocina Typical Spanish de este 2016. Y, además, viene con sorpresa, para terminar el año con un buenísimo sabor de boca.
Nuestra última anfitriona del año ha sido nada más y nada menos que Rebeca, del blog La Cocina de Rebeca. Por si no la conocéis, Rebeca es una mujer todoterreno (periodista, blogger y mamá, ahí es na') que le pone cuerpo y alma a todas las recetas que publica en su blog, y eso se nota a leguas. Como ella misma dice, la intención es que los platos gusten y nos divirtamos en la cocina... ¡Y vaya que si lo hacemos! Desde aquí, gracias Rebeca, merece la pena no perderte la pista.
Pues bien, la propuesta de Rebeca ha ido muy en la línea de la época en la que estamos. Y es que, aunque no lo parezca, la Navidad está a la vuelta de la esquina y a la que nos despistemos estamos ya cantando villancicos, con los cuñad@s en casa y dos quilos de más por culpa del dichoso turroncito de la sobremesa...
Es habitual que en esta época no escatimemos (o, al menos, no demasiado) en la calidad de los alimentos que servimos en nuestras mesas. Por eso, y como no hay producto más típico de estas fechas en nuestro país que un buen ibérico, utilizar alguno de ellos ha sido nuestro reto de este mes.
 Y además, la propuesta viene con regalo, pues entre todos los blogs que participemos se sorteará un lote de productos ibéricos cortesía de Jamones y Embutidos Vázquez, que ha querido tener un detalle con nosotros. ¿Alguien da más?
A pesar de que podíamos elegir entre utilizar un producto ibérico curado o fresco, desde el minuto cero en el que conocí la propuesta tuve claro que quería preparar un buen estofado, pues recordaba haberlo preparado alguna que otra vez con cerdo ibérico y la verdad es que el gasto extra mereció la pena.
El estofado es uno de esos platos tradicionales que no falta en ningún recetario casero y que reconforta el cuerpo y el alma, sobretodo ahora que el frío parece que ha llegado para quedarse.
En mi casa, por ejemplo, solíamos comer estofado una vez por semana, y era mi madre quien se encargaba de dedicarse la tarde anterior a prepararlo para que, llegada la hora del almuerzo al día siguiente, lo disfrutaramos "asentao"... ¡Y vaya si lo disfrutábamos! La buena mano de mi madre y el reposo (que lo hacía más espesito y sabroso) le sentaban de maravilla al estofado, aunque ya os puedo asegurar que a nosotros nos sentaba muchísimo mejor. ¿Y qué me decís de dejar dos o tres tozos de patata para el final, y chafarlas para comerlas con las últimas sobras de salsita? Babeando me hallo...
Como ya os podéis imaginar, yo he ido a lo seguro y he preparado la versión de mi madre, aunque con alguna modificación (ella suele usar más carne de ternera que de cerdo, por ejemplo). De todo modos, la jugosidad y la melosidad de la carne de cerdo ibérico hicieron acto de presencia y quedó un plato delicioso.
Sin más, os dejo con la receta, a ver qué os parece:




Ingredientes (para 2 platos grandes):
- 300 gramos de carne de cerdo ibérico (lomosolomillo, cabezada...)
- 1 cebolla mediana
- 1 zanahoria grande
- 1 diente de ajo
- 2 patatas hermosas 
- 2 cucharadas soperas de tomate natural triturado
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva suave
- 1 vaso pequeño (150 ml aprox.) de vino tinto para cocinar
- 1 vaso (200 ml aprox.) de agua
- 1 hoja de laurel (opcional)
- Pimienta, perejil picado y sal, al gusto.

- Para empezar, limpiamos la carne de la grasa que pueda tener y la troceamos a tacos de tamaño bocado. Limpiamos, pelamos y picamos también la cebolla, el ajo, la zanahoria y las patatas.
- Añadimos el aceite en una cazuela grande y sofreímos los tacos de carne a fuego medio con un poco de sal, pimienta y perejil picado. Añadimos también la cebolla, el ajo y la hoja de laurel, y le damos unas vueltas (5 min aprox.)
- Seguidamente, añadimos el tomate triturado, las zanahorias y las patatas, y lo removemos todo bien un par de veces. Añadimos entonces el vino y el agua y esperamos a que empieze a hervir.
- Cuando empieze a hervir, removemos de nuevo, tapamos y dejamos cocer unos 35-40 minutos a fuego medio, o hasta que las patatas estén tiernas y/o hasta que el caldo haya reducido y espesado.
- Dejamos reposar unos 10 minutos antes de servir.




Notas:
- El estofado suele ser un plato bastante contundente, por eso recomiendo tomarlo como plato único y variar las verduras al gusto, pues así disfrutaréis de un estofado distinto e igual de rico cada vez que lo preparéis. Además, se trata de una forma estupenda de que los peques coman verdura.
- Los tiempos que os indico en la receta son para una olla/cazuela convencional. Si disponéis de una olla rápida o "express", en menos de 20 minutos tendréis el estofado listo.
- Como os he comentado antes, el reposo le va fenomenal a este tipo de guisos, pues los sabores se intensifican y queda más espeso. Si tenéis oportunidad, preparadlo la noche de antes para el almuerzo del día siguiente, merece mucho la pena.




Y esto es todo, por ahora.
Espero que os haya gustado mi aportación de este mes.
Y por si os animáis a descubrir el resto de "ibericadas" de mis compis, aquí os dejo el enlace al recopilatorio con todas sus aportaciones. Como siempre, no tiene desperdicio alguno.
¡Muchas gracias por seguir ahí, y feliz fin de semana!
Fotos: Marc RT Studios

martes, 6 de diciembre de 2016

TARTA DE MANZANA CLÁSICA

 


Si pudierais verme por un agujerito ahora mismo (suerte que no...), me faltaría comedor para correr a esconderme... Tirada en sofá, con pijama polar, doble calcetín, moño alto, manta a modo de capa, una manzanilla calentita, y escribe que te escribe... ¡Esto es vida señor@s! Y es que, cuando tu día a día te obliga a prescindir con frecuencia de estos momentos de "bicho bola" (así los llamamos en casa), poder dedicarte una tarde (casi) entera a ello es como... En fin, mi gozo en un pozo, supongo que me entendéis perfectamente.
Y sí, lo sé, soy un caso. Otro mes de ausencia que dan como resultado muchísimas cosas que contar, demasiadas para una, dos, tres y hasta diez entradas, así por redondear a lo bajo. Y es que no me canso de decirlo: a culo inquieto no me gana nadie. Levantarse por la mañana y tener algo que hacer, y si ya ese algo te hace sentir útil, satisfecho, realizado, feliz al fin y a cabo, es lo que le da sentido a nuestras vidas y hace que nos vayamos a la cama agotados pero que apenas necesitemos un poco de ganas para dejar la pereza entre las sábanas y enfrentarnos al día.
Noviembre ha sido, con sus altos y sus bajos, un mes de bastante jaleo en casa: sigo con mis nenes "bilingües" y sus travesuras a la vez que estudiando por mi cuenta y sacando tiempo para ir a alguna que otra quedada con amigos, hacer una escapada rápida con Marc y plantarme en todos aquellas presentaciones, talleres, cursillos y demás a los que se me presenta la oportunidad. Por suerte, la temporada de verano hace mucho que quedó atrás y vuelvo a tener a mi señor maridín en casa, al que ya he liado varias veces (siempre a cambio de un plato de lentejas para almorzar, tampoco es que pida demasiado el pobre) para que me acompañe o le dedique media hora de su día a una sesión de fotos de alguno de los platos que preparo en casa. Y el pobre siempre ahí, al pie del cañón... Tanto que ahora tengo un montón de entradas empezadas, con unas buenas fotos pero en las que, sea por falta de tiempo o por pereza, no he escrito nada todavía. No ya por el hecho de que se me esté acumulando en trabajo (que también), sino porque realmente me apetece seguir contandoos, enseñándoos y compartiendo mi cocina y mis andaduras con vosotros, voy a tener que hacer un análisis de moral profundo y ponerme seriamente a ello. Eso o clonarme, cosa que pinta imposible dada la situación actual de mi cuenta de ahorros... En fin, vamos a lo que vamos.
Parece que el frío ha llegado para quedarse: días más cortos, noches más frías y largas, tardes en las que sólo apetece taparse hasta la nariz y no moverse del sofá, y ensaladas, salteados y sopas templadas que empiezan a desaparecer para dar paso a sopas calentitas, guisos, estofados y horneados a tutiplén. En definitiva, cocina de temporada rica, calentita, de esa que reconforta y nutre el cuerpo y el alma. Y si ya se hace y se comparte con cariño, ni os cuento... Y en esta receta otra cosa no habrá, pero cariño lo hay a raudales. Venga, va, sí, os cuento un poco:
Una de las ventajas de trabajar en un colegio es que casi siempre puedo tomarme el día libre cuando los nenes también lo tienen. Eso se traduce en algún que otro sábado (si he podido preparar la siguiente clase por adelantado, claro) y muchos domingos... ¡Domingos! Se me hace hasta raro poder levantarme un poco más tarde, ir al mercado semanal e incluso visitar a mis padres o a mis tíos sin tener que pensar si habrán vuelto ya del trabajo.
Sin ir más lejos, el domingo pasado, después de haber aprovechado la mañana a más no poder y haber comido a las tantas por ello, el tiempo empezó a torcerse un poco y nuestros planes de salir a merendar fuera empezaron a darnos una pereza enorme, tanta que decidimos dejarlo para otro día.
¿Y qué íbamos a merendar entonces? Vale, todos tenemos en la despensa un paquete de galletas básicas, alguna que otra tableta y/o crema de chocolate e incluso algo de bollería industrial para estos casos, pero nosotros ya nos habíamos hecho a la idea de ir a merendar a alguna cafetería/pastelería de esas tan cuquis que tanto abundan hoy en día y en las que lo más ligero que puedes tomarte son unas galletas gigantes con extra de pepitas de chocolate. Por eso, no me costó mucho convencer a Marc para que me ayudara a preparar esta tarta, pues ya se la había hecho con anterioridad en varias ocasiones y sabía que le encantaba. De hecho, tuve que estar pendiente de que no le diera un pellizco antes de que se enfriara del todo para poder desmoldarla y pintarla, no os digo más.
La tarta o bizcocho de manzana es un clásico de la repostería que siempre se ha preparado en casa y que nunca me canso de repetir, ya sea para disfrutarla nosotros o para llevarla a alguna reunión familiar, con amigos, etc.
La receta que os doy hoy es una mezcla entre la de Eva Arguiñano y la de mi madre, es decir, mi versión particular de ambas.  Os aseguro que, respetando las cantidades, los tiempos y optando por ingredientes de calidad, siempre queda perfecta, con una textura consistente pero suave y cremosa a la vez, y un sabor a manzana tan rico que... Vaya, para comerse media tarta de una sentada.
Y, si tenéis la oportunidad, dejad que os ayuden a prepararla, ya sea vuestra pareja, vuestros nenes, vuestra madre, vuestro padre o el vecino de al lado, qué más da. Cocinar en compañía añade variedad y diversión a algo que muchos ya hemos cogido como rutina y nos permite, entre otras muchas cosas, pasar tiempo de calidad con nuestros seres queridos, aprender a trabajar en equipo, probar cosas nuevas juntos, divertirnos y, en definitiva, disfrutar mucho más de lo que se está comiendo por el simple hecho de haber pasado un buen rato preparándolo. Creedme, merece la pena.
Sin más,os dejo con los ingredientes y el paso a paso:




Ingredientes (para 4 personas):
- 1 manzana golden grande (250 gramos aprox.)
- 100 gramos de harina de trigo común
- 1 cucharadita de café de levadura química
- 1 huevo tamaño XL
- 50-60 gramos de azúcar blanquilla
- 75 ml de leche
- 1 cucharada sopera de aceite de girasol
- Canela en polvo, al gusto
- Mermelada de melocotón, para pintar la tarta

- Antes de empezar, encendemos el horno y lo precalentamos a 190ºC, calor arriba y abajo.
- En un bol grande, batimos el huevo con el azúcar y el aceite hasta que la mezcla blanquee un poco. Añadimos entonces la leche y la canela y seguimos batiendo.
- Seguidamente, añadimos la harina y la levadura por tandas y con un tamiz, y mezclamos bien.
- Vertemos la mezcla sobre un molde de silicona o un molde convencional untado con mantequilla y harina.
- Aparte, limpiamos, pelamos y despepitamos la manzana. La cortamos en rodajas no muy finas y en forma de medialuna.
- Cubrimos la superficie de la tarta con las rodajas de manzana de la forma que más nos guste, hasta terminar con todas.
- Introducimos la tarta en el horno durante 25-30 minutos a 190ºC, o hasta que se dore la superficie y haya subido lo suficiente.
- Para terminar, dejamos enfriar, desmoldamos y pintamos la tarta con un poco de mermelada de melocotón ayudándonos de un pincel, antes de llevarla a la mesa.




Notas:
- La mejor variedad de manzana para preparar este tipo de tartas es, sin duda, la Golden Delicious, pues resulta muy tierna, dulce y suave, y queda deliciosa cuando se hornea. En su defecto, recomiendo utilizar la variedad Braeburn, que también resulta muy jugosa, dulce y poco ácida.
- El toque de canela es totalmente opcional y al gusto, pero yo siempre se lo añado porque, en mi opinión, realza bastante el sabor de la manzana y del bizcocho en si.
- La mermelada de melocotón se puede sustituir perfectamente por mermelada de albaricoque, de ciruela, de naranja, o incluso por un poco de mantequilla derretida que le dará todavía más brillo.


Y esto es todo, por ahora.
Esta vez la despedida no va a ser tan larga, pues este sábado es día 10 y, como casa mes, toca reto de la mano de La Cocina Typical Spanish. Como siempre, os aconsejo que no os lo perdáis, pues le hemos puesto mucho cariño y esfuerzo y pinta, como poco, delicioso.
¡Muchas gracias por seguir ahí, y feliz megapuente!
Fotos: Marc RT Studios

lunes, 31 de octubre de 2016

ALBÓNDIGAS DE ATÚN ENCEBOLLADAS



... O las albóndigas de atún más accidentadas del mundo mundial. Os cuento:
Hace ya unos 3 meses que recibí un correo de Demos la vuelta al Día, una iniciativa impulsada por Grupo DIA en la que participo desde hace mucho porque, a parte de ser clienta habitual de Supermercados DIA, ofrecen la posibilidad de participar en campeonatos de cocina y en concursos de recetas, asistir a cursos, charlas, etc., y eso para mí, culo inquieto de nacimiento, es todo un gustazo. En dicho correo se me comunicaba que había sido premiada con un paquete regalo gracias a la receta que decidí presentar para su III Edición del Campeonato de Cocina, receta que ya os había enseñado antes y que no puede ser más "de mi casa": La Tarta de zanahoria y galletas (o "tarta Rosano", como nos gusta llamarla a nosotros). ¡Menuda alegría! Ni siquiera sabía en qué consistía el premio, ni cuándo ni dónde lo recibiría, ni nada de nada vaya, pero que una receta tuya guste, y más si es una receta a la que le tienes tantísimo cariño, siempre te da un buen subidón de "autoestima culinaria".
Ya os podéis imaginar que no tardé ni 5 minutos en responder al correo electrónico detallando los datos que me solicitaban para poder hacer efectiva la entrega del paquete, que finalmente sería en mi tienda DIA más cercana. 
Y a partir de aquí fue cuando la cosa empezó a complicarse un poco: Acudí a mi tienda habitual al primer aviso de recepción de mi paquete, y los chicos que la llevan no sabían nada de nada; Lo comunico directamente a los responsables, y al cabo de un par de días me llega un segundo aviso para recogerlo la semana próxima... ¡Y después de 10 días, seguía igual! Vale, sí, lo reconozco, la impaciencia es uno de mis mayores defectos, pero después de dos avisos ya tenía motivos para impacientarme un poco, ¿no os parece? Menos mal que, como bien dice el refrán, "A la tercera va la vencida" y, más de medio mes y tres avisos después, pude recoger mi premio.... ¡Y menudo premiazo! Una caja bien llenita de productos DIA Delicious de los que dimos (y seguimos dando) buenísima cuenta, os lo aseguro.
Y precisamente con el producto que más me gustó de la caja, tanto por la cantidad como por su riquísimo sabor, se me ocurrió preparar estas albóndigas. Se trata de la ventresca de atún en aceite de oliva que primero disfrutamos tal cual sobre un buen pan tostado y acompañada de unas tiras de pimiento asado pero que, pasados unos días, volví a comprar y me puse manos a la obra. 
Soy de esas personas que, cuando algo le gusta, va a lo seguro y repite, y experimenta, y vuelve a repetir si es necesario. En este caso, repetir no fue necesario, no al menos para mejorar el resultado (pero si para volver a disfrutar del plato, la verdad sea dicha...). Y me hubiera encantado repetir un par de veces más pero, si conseguir el paquete regalo ya fue toda una Odisea, la preparación no se quedó atrás: Que si me falta un ingrediente y los supermercados están apunto de cerrar (eran casi las 9 de la noche), que si en la frutería te han dado muy poco perejil, que si ya van dos cebollas que abres y están pochas, que si está lloviendo a mares y al encender el horno ha habido una subida de tensión y el pobre ya sólo sirve para guardar cacerolas (y sigo sin horno, así de majos son los peritos de mi seguro de hogar), que si... ¿Gafe, yo? Vaya tonterías me da por pensar a veces... (por supuesto, es ironía).
En fin, sea por el trabajito que me costó poner este dichoso plato de albóndigas en la mesa o sea porque realmente quedaron deliciosas, en casa triunfaron. 
Decidí acompañarlas de un encebollado suave, pues es como siempre se ha comido el atún en casa y como más me gusta, y la verdad es que fue todo un acierto, sobretodo a la hora de mojar pan.
Las albóndigas quedaron sabrosas a la par que suaves y muy muy jugosas, y el riquísimo sabor de la ventresca no pasó a un segundo plano, que era lo que realmente me preocupaba.
Con unas 6-7 albóndigas por barba, una cantidad generosa de patatas aliñadas con pimentón, perejil fresco y un buen hilo de aceite de oliva virgen extra, y mucho, mucho pan, disfrutamos de un almuerzo la mar de completo y muy rico. De hecho, no tuve ni que pedirle a Marc que me hiciera unas fotos decentes, pues fue él mismo el que, todavía masticando la albóndiga que le di a probar, fue directo al armario y volvió al salón en menos que canta un gallo, cámara en mano y dispuesto a que no os perdierais esta receta. 
Espero que os guste.





Ingredientes (para unas 15-18 albóndigas):
- 2 latas de ventresca de atún en aceite de oliva DIA Delicious (140 gramos peso escurrido)
- 1 huevo tamaño XL
- 3 cucharadas soperas de pan rallado a la provenzal
- 2 cucharadas soperas de leche de soja
- Perejil fresco y cebolla rallada, al gusto
- Sal y pimienta, al gusto

Para el encebollado:
- 1 cebolla mediana
- 1 diente de ajo
- 2 cucharadas de aceite de oliva suave
- 75 ml de vino + 50 ml de caldo de pescado
- Sal, pimienta y perejil picado, al gusto.

Para las patatas:
- 2 patatas medianas (350 gramos aprox.)
- Sal, pimentón dulce, perejil picado y aceite de oliva virgen extra DIA Delicious, al gusto

- Empezaremos preparando las albóndigas: Escurrimos y desmenuzamos bien la ventresca de atún, y la colocamos en un bol grande. Añadimos también el huevo ligeramente batido, el pan rallado y la leche o bebida de soja. 
- Aparte, picamos bien la cebolla y el perejil, y lo añadimos a la mezcla anterior. Salpimentamos al gusto y mezclamos bien con las manos hasta obtener una masa consistente y y que se pueda manipular. Tapamos el bol con un papel film y lo dejamos enfriar en la nevera 1 hora más o menos.
- En una cazuela con suficiente agua, ponemos a cocer las patatas. Cuando estén listas, las dejamos enfriar y las troceamos y aliñamos al gusto. Reservamos.
- Antes de continuar, ponemos el horno a precalentar a 180ºC, calor arriba y abajo.
- Sacamos la masa de albóndigas de la nevera, vamos tomando porciones no muy grandes con las manos o con la ayuda de una cuchara y les damos forma redonda. Repetimos hasta terminar con toda la masa.
- En una bandeja de horno cubierta con papel vegetal, vamos colocando las albóndigas y las horneamos a 180ºC durante unos 15 minutos aproximadamente. Sacamos y reservamos.
- Mientras se hacen las albóndigas prepararemos el encebollado: Limpiamos y picamos muy menudo la cebolla y el ajo y lo dejamos hacer durante unos 10 minutos aproximadamente en una sartén con el aceite y a fuego medio. 
- Pasado este tiempo, añadimos la mitad del vino y del caldo de pescado y dejamos reducir. Incorporamos entonces las albóndigas templadas y el resto del vino y del caldo, y dejamos reducir hasta que la salsa coja un poco de más consistencia (unos 5 minutos aprox.), removiendo de vez en cuando.
- Para terminar, servimos nuestras albóndigas todavía calientes, bañadas en una buena cantidad de encebollado y acompañadas de las patatas aliñadas.




Notas:
- Para reducir el aporte calórico de las albóndigas (y de otras preparaciones como croquetas, carnes rebozadas, etc), casi siempre suelo recurrir al horno, pues quedan también muy ricas y, yendo con cuidado de no sobrepasar el tiempo recomendado de cocción, no pierden jugosidad. Se trata de conocer bien nuestro horno.
- En un principio, os puede parecer que el encebollado queda muy líquido y poco consistente, pero al añadir las albóndigas gana bastante cuerpo. Si no es así, siempre podéis añadirle un pelín de harina de maíz disuelta en agua.
- Como siempre os digo, para gustos colores, y precisamente las albóndigas son de esas preparaciones que dan mucho juego: Que si más grandes, que si en versión mini, que si de pescado, que si de carne, que si con una buena salsa de tomate casera, o incluso de curry... ¡Imaginación al poder!




Y nada más, por ahora. Espero que hayáis tenido un mes estupendo y que el inicio del próximo sea todavía mejor, sobretodo lejos de empachos de boniatos, castañas, panellets y demás... Bueno, vale, una vez al año no hace daño, así que... ¡Que lo disfrutéis!
Aprovecho antes de despedirme para agradecerle al equipo de  Demos la vuelta al día la atención recibida y lo mucho que me ayudaron (más bien, soportaron) a agilizar la entrega de mi paquete y a hacer que todo quedara en una desastrosa anécdota.
¡Mil gracias! Desde luego, seguiré formando parte activa de la comunidad hasta que el cuerpo aguante :)
¡Feliz semana!
Fotos: Marc RT Studios